Me encuentro tan absorto en los apuntes del examen que ni siquiera me doy cuenta de que hemos llegado a la universidad.
—Sandro bájate —ordena mi hermano mayor, esperando impaciente en la acera.
Suelto un resoplido, bajándome a regañadientes.
Desde hace una semana iniciaron las pruebas finales que me han dejado exhausto, no duermo lo suficiente por desvelarme hasta la madrugada terminando mis asignaciones, lo que se reduce a tres o cuatro horas de sueño diario.
Por otro lado, debería aprovechar las tardes para dormir una siesta, pero mis necesidades no me lo permite, así que trabajo en una librería después de clases.
De acuerdo con Bella, la señora Carsson, mi jefa decidió darse de baja por enfermedad dejando la responsabilidad a su hermana, hoy tendré el privilegio de conocerla.
Me coloco los audífonos, poniendo una canción pegajosa mientras camino a pasos rápidos hasta el aula.
Mi intelecto rebobina lo que ocurrió en la mañana, sin poder olvidar aquellos ojos azules de la persona con quien me tropecé durante la lluvia. Recordando el momento en que arrojó su café encima de mí y aparte terminó lanzándome maldiciones como si tuviera culpa de sus desgracias.
Saludo a varias personas, mientras me dirijo al aula de clases. Al llegar busco con la mirada a mis mejores amigos, aunque solo hallo dos de los tres.
Björk, es el estudiante más inteligente de la clase. Finn, mi compañero de equipo en fútbol, además de ser un joven popular e Ingrid, una chica gótica que adora dibujar. A ellos los conozco desde la primaria.
Reviso la hora en el teléfono, permanezco perplejo al observar que son las nueve y veinticinco, eso significa que tengo quince minutos de retraso. La señora Mattsson ya debería estar aquí haciendo su evaluación.
Björk e Ingrid se encuentran sentados en el fondo del salón platicando.
Ambos enfocan su mirada sobre mí. Apago el reproductor de música, dejándome los audífonos puestos.
—Sandro, ¡creíamos que no vendría! Nos tenías preocupados. —Ingrid hace un además con la mano—. ¿Las sábanas se te pegaron? —bromea, arrugando la nariz—. ¿Cómo te preparas con el examen de sociología? Espero que no sea un maldito cuestionario de mil preguntas.
Ruedo los ojos, soltando una pequeña risa, sabiendo lo exagerada que puede llegar a ser. A veces no me explico el porqué ella terminó estudiando psicología, debería estar en artes.
Me acomodo en el asiento contiguo al rubio.
—Eso es para la próxima semana —aclaro, deshaciéndome de la mochila—. Mi mayor prioridad es matemáticas. Aunque, me preocupa el trabajo, ya no tendré tanta libertad. —Suspiro con pesadez—. Por cierto, ¿Dónde está Finn?
La castaña hace una mueca con sus labios.
—¡¿Qué clase de pregunta es esa?! —expresa, mirándome con incredulidad—. ¿Sufres de amnesia? Te recuerdo que debe estar coqueteando con media universidad. —Hace un gesto de repugnancia—. Y con respecto a la señora Mattsson no ha escrito ni un mensaje.
—¿Estás nervioso por conocer a tu nueva supervisora? —inquiere Björk, mirándome a través de sus lentes con aumento—. De seguro es idéntica a su hermana.
—O quizás es una amargada de primera —bufa Ingrid, riéndose—. ¿No te han mostrado una foto de ella? Se la hubieses pedido.
Niego con la cabeza.
—No quiero que se malinterprete la situación pensando que soy un maldito acosador —puntualizo, recostándome sobre la silla.
—Esperemos que no sea una maniática como Bella. —Extrae una coleta de su bolso, recogiéndose el cabello—. Esa tipa es insoportable. He contemplado lanzarla desde un acantilado.
Björk expande la vista.
—No eres una asesina —dice él, mirándola de reojo—. Aprovecha tu juventud en cosas productivas.
La castaña trata de intimidarlo, pero el rubio la ignora.
—¿Te estás escuchando? —espeta, colocando sus manos en la cintura—. Es por una buena causa, ¿Te gustaría tener una persona acechándote?
Él se encoge de hombros, quedándose sumido en un completo silencio.
De repente, nuestra conversación se ve interrumpida por una fragancia embriagadora que invade el ambiente, causándome arcadas. Al parecer, no fue suficiente con echarse un poco, sino que prefirió rociarse el frasco completo.
Desvío la vista hacia un costado, en donde me percato de la presencia molesta de Lina Olofsson, la persona que se cree el centro de atención de este instituto.
Supongo que viene a preguntarnos por Finn. Su obsesión ha ocasionado la ignorancia absoluta de mi mejor amigo.
—Hola, chicos —saluda con dulzura entremezclada de ironía—. ¿Podríamos hablar un momento? —Se dirige hacia mí—. A solas.
Ingrid se coloca a la defensiva, dispuesta a insultarla. Aunque, la detengo.
—¿Qué quieres? —demando con indiferencia—. Finn no está aquí, así que puedes marcharte por donde viniste.
Ella se queda sorprendida ante mi actitud.
—Oye, tranquilo. —Levanta las manos en vestigio de paz—. ¿Por qué te muestras a la defensiva conmigo?
Señor, por favor. Deme un poco de su paciencia.
—Ve al grano —exijo, endureciendo mis facciones.
—Solo quería que me incluyeras en el trabajo de Ciencias Sociales —murmura, mostrando una sonrisa coqueta—. ¿Te parece una cita después de clases? —Se muerde el labio inferior.
Esto es el colmo del descaro, de ninguna manera saldría con ella, ni tampoco a cambio de favores. Me he esforzado mucho en superarme a mí mismo, lo cual Lina debería hacer.
—¿Qué me dices? —insiste esperanzada.
—Lo siento, ya estamos completos —afirmo, colocando mis labios en una fina línea—. Búscate otro grupo.
—Pero… —rechista, apretando los puños—. Finn me comentó que podría estar con ustedes.
Los alumnos hacen silencio para enfocarse en la conversación.
—¿Y? No me interesa tu propuesta —concreto con firmeza—. Además, soy el responsable de escoger a las personas que harás las tareas conmigo; aparte, también les doy las indicaciones.