14 de junio de 2002
─Dos especiales y un filete de res en salsa de frutos rojos ─grita el chef Alex.
Nunca imagine que trabajar en un restaurante sería muy pesado. Hoy es viernes, uno de los días más frecuentes. Los sábados es en donde todo se vuelve una locura. No me quejo, trabajar aquí es lo mejor que me ha pasado en la vida. Vale la pena cuando veo a las personas felices comiendo lo que cocinamos.
Preparo los dos especiales mientras que Beatriz se encarga del filete. Beatriz es la mejor ayudante de cocina que el chef me pudo dar, entre los dos formamos un buen equipo. Firme un contrato de cuatro meses y la próxima semana se vence, ya hable con el chef Alex para que le deje mi puesto a ella, se lo tiene más que merecido.
─Salen dos especiales ─coloco los platos en la charola del mesero.
─Filete frutos rojos.
Desde que abrimos el restaurante lo único que se ha pedido la gente es el especial, me enorgullece decir que ese especial fue creado por la abuela, tome una de sus recetas y la adapte al estilo del restaurante. Al chef le encanto cuando se la presente.
─Chef, unos comensales quieren hablar con usted. Quieren felicitarlo por el especial.
─En todo caso tienen que hablar con Alonso, él es el creador de esa receta. ¡Alonso! ─volteo al instante─. Afuera te buscan.
─Ve, yo me encargo ─señala Beatriz.
Dejo de hacer lo que estoy haciendo y sigo al mesero afuera de la cocina.
─Mesa ocho, chef.
Me paralizo al ver a Rosie y a sus padres en una de las mesas, específicamente en la mesa ocho. La sangre se me sube a las mejillas, no puedo creerlo. La última vez que vi a Rosie fue el año pasado, a pesar de que me dio su número telefónico nunca la llame.
─¿Cuál es la mesa ocho? ─pregunto, aunque ya sé que es la de Rosie.
─Es donde está sentada la chica del cabello morado.
Ay, Dios. De nuevo la tengo frente a mis ojos. Sigue siendo hermosa, no, ahora es más hermosa. Meses atrás mamá me obligo a tomar terapia y gracias a eso aprendí a controlarme, pero ya olvide todos los pasos. Rosie provoca que mi corazón palpite a máxima velocidad.
Aprieto los puños, lentamente me dirijo a la mesa. Los tres me miran con sorpresa, las mejillas se Rosie se coloran y en su rostro aparece una sonrisa.
─Alonso, que sorpresa ─expresa la señora Morales─. No sabíamos que trabajabas aquí. ¿En qué puesto estas?
─Soy jefe de cocina ─digo con orgullo─. Soy el responsable del especial.
Los papás se miran con más asombro. No me atrevo a mirar a Rosie, prefiero no hacerlo, así evito que el alma se me caiga a los pies.
─Estamos muy sorprendidos ─confiesa la señora─. Queremos felicitarte, es lo más delicioso que hemos probado. Se ha vuelto mi platillo favorito. Ahora me doy cuenta que Rosie no se equivocó cuando dijo que tienes talento en la cocina.
─Muchas gracias, señora Morales. Aprecio mucho sus palabras.
─Felicidades muchacho ─alaba el señor Morales─. De futbolista a cocinero, muy bien.
─Gracias señor ─trago saliva─. Tengo que regresar a la cocina, gracias por su visita y por sus felicitaciones. Espero verlos más seguido por acá. Buen día, provecho ─hago una reverencia y me doy la vuelta, huyo de ahí lo más rápido posible.
Regreso a la cocina, me apoyo en la encimera para asimilar lo sucedido. Los padres de Rosie me odiaban, nunca imagine que algún día recibiría una felicitación por parte de ellos. ¿Rosie aun andara con su novio? Ay, no debería de importarme eso. Necesito llamarle urgentemente a Martín y contarle lo sucedido.
─¿Estas bien? ─inquiere Beatriz─. ¿Te encontraste con un fantasma? Te ves pálido ─me señala con el cuchillo.
─¿Recuerdas cuando te hable de mi ex novia? ─afirma con la cabeza─. Está aquí, sus padres me felicitaron por el especial. Se sorprendieron cuando me vieron, no tenían idea de que trabajo aquí.
─Me imagino la cara de debieron de poner. A mí se me caería la cara de vergüenza, ¿no dices que te odiaban? Les acabas de demostrar que eres mejor de lo que habían pensado ─tomo el cuchillo y regreso a hacer mis cosas─. ¿Tu ex te dijo algo?
─No, me vine antes de que eso pasara. Ni siquiera la mire a los ojos, si no ahorita ya me estarían subiendo a una ambulancia por un ataque al corazón.
─¿Aun sientes algo por ella? Ya paso mucho tiempo, ¿no?
─No lo sé, debes de saber que fue la primera chica de la cual me enamore. Yo creo que los sentimientos no se olvidan, siempre se quedan guardados, solo que se vuelven diferentes. El primer amor nunca se olvida.
─¡Tres especiales! ─vocifera el chef Alex a nuestras espaldas─. ¡Un volcán de chocolate y un brownie!
Dejamos nuestra conversación a un lado y regresamos a nuestro trabajo.
La espalda y los pies me están matando. Solo quiero llegar a casa, acostarme en mi cama y dormir hasta que la alarma suene. Estoy muerto de cansancio y de hambre. Corrección: llegare a casa, comeré algo y me iré a la cama.