Capítulo 29
El día siguiente llego, con buenos ánimos aunque las chicas despertaban tarde, Sindy despertó del sueño en que estaba, aunque la noche había sido corta tuvo que poner empeño para levantarse. Quitándose el sucio de los ojos y lavándose la cara respectivamente, fue a la cocina para buscar algo de comer, aunque los padres de Sander eran pocos conocidos, le estaban dando la confianza necesaria para pertenecer a la familia, más en aquel momento tan duro por el que estaba pasando. Sindy tomo el pasillo bajo por las escaleras y llego l basto comedor, no había tanta luz como los días anteriores, tal vez porque el día estaba nublado, cosa que no le importó mucho y pidió con educación un desayuno al cocinero de la casa, quien estaba ocupado haciendo algunos pedidos.
Sindy camino de espacio contemplando los cuadros de la casa, le gustaban en cierta parte, más el jinete cabalgando en el medio de un campo de batalla, rodeado de lanzas y espadas. Era un cuadro impresionante, siguió caminando hasta que llego a la cocina allí encontró a la madre de Sander, Luna, estaba leyendo el periódico, ya vestida para salir de casa, la señora al ver a Sindy levantada la invito a sentarse a un lado de ella.
—Ven hija acércate. ¿Cómo pasaron la noche?—Sindy se fue acercando poco a poco. El comedor era muy amplio.
—Bien, gracias por dejarnos quedar aquí. Buenos días.
—Oh buenos días.
Sindy llego hasta donde estaba sentada Luna, en la silla superior del comedor, una mesa larga ocupaba mucho espacio, y las sillas a su alrededor eran dignas de alojar a una batallón de infantería. Sindy miro con asombro.
—Hija, ven siéntate a mi lado.—Sindy hizo caso.—Antes de que Sander se perdiera, me conto acerca de ti. Me conto muchas cosas, y que sentía que eras esa mujer especial para él.
—Gracias por decírmelo.
—Muchacha Sander no está muerto, yo lo sé, no va a morir tan fácil. El seguro que se lanzó del carro antes de que estallara. Aunque digan que me estoy aferrando a la esperanza, sé que mi hijo está vivo con todo el corazón lo sé.—Sindy no pudo más que ver como se le partía el corazón a la señora ante la pérdida de su hijo, sonrió con dulzura y cogió las manos suaves de Luna, acurrucándola en un fuerte abrazo.
—Lo encontraremos.
Fue lo único que dijo, la seora salió de la sala después de apretar las mejillas de Sindy y fue directamente a buscar a su esposo, Sindy se quedó comiendo el desayuno mientras que Nathalia aún no se despertaba del sueño. Los señores de la casa salieron temprano, mientras que Sindy estaba en la amplia sala de la mansión, aburrida porque no sabía cómo concentrarse, no quería pensar en Sander, porque la destruía.
—Sindy vámonos.—Nathalia salió del cuarto de residencia llevaba un mochila gigantesca con la que creía que se iba a caer en cualquier momento.
—¿A dónde?—Sindy cruzo los brazos y alzo una de sus cejas.
—A buscar pistas.
—Nathalia estás loca.
—Para nada vamos.
Sindy haciendo caso sin nada más que hacer, siguió a la chica de cabello oscuro bajando hasta el estacionamiento y buscando un carro que les había prestado Alonso, el auto era muy lujoso, se podía reflejar en su pintura.
—¿Nathalia estas segura de lo que vas a hacer?
—Si solo sígueme.
Sindy dudaba de cierta forma, las cosas no se podían llevar tan a la ligera con Nathalia. Subió al carro en el asiento trasero y observo como la chica conducía. Salieron de la mansión con apresuro y con buena velocidad, el pueblo de pamplona tenia calles planas y rectas geniales para conducir a altas velocidades, aunque el carro no fuera un deportivo iba a prisa, y cuando venía un curva la tomaban como en la fórmula uno. Pasaron por un vasto campo plantado ya a las afuera de la ciudad, poco a poco el terreno iba convirtiéndose en montañas, y empezaron a subir una cuesta. Nathalia condujo dos minutos más y después al llegar a una curva detuvo el auto.
—Empezaremos aquí. —Dijo mientras metía el freno de mano.
—¿Que dices? solo hay un barranco aquí. —Ambas bajaron del auto, el viento pegaba en sus caras con buena brisa, y el reflejo del sol hacia dificultoso la vista, aunque lo único que se conseguía ver, era un pequeño matorral a la distancia. Nathalia se acercó al seguro que indicaba a los carros que era un barranco, y puso su pie en él. Mientras miraba por la cuesta. —¿Qué haces?
—Sindy ven. —Nathalia hacia señales con los brazos indicándole que se acercara. Sindy se acercó con disimulo mientras que pensaba que locura se le había pasado por la cabeza de su amiga.
—¿Qué pasa?—Llego hasta el barandal.
—Mira, allí fue el accidente.—Señalo con la punta de los dedos un lugar lleno de rocas donde había una mancha negra gigantesca, y los restos de lo que antes era un auto último modelo.
—Sander…—Dejo escapar Sindy de sus labios.
—Tranquila ya lo encontraremos ven. Bajemos. —Nathalia salto el barandal y puso sus pies en donde empezaba la montaña.
—No Nathalia mira ahí pegatinas de “ALTO” No debemos pasar.
—Deja lo histérica empecemos a bajar que la mochila pesa.—Nathalia ignoro por completo la voz de Sindy y empezó a descender por el cerro. Sindy al ver que Nathalia no hacía caso inmediatamente la siguió. Aunque su pantalón quedara desgarrado en los tubos del barandal. El óxido se apoderaba de las manos de Sindy y la tierra en sus pies poco a poco fue llenando sus zapatos con cada paso en falso que daba, el monte en las laderas del cerro era espeso, pero poco a poco se fueron abriendo paso. Nathalia llevaba ventaja, tenía unos jeans poco ajustados y una camisa más rustica botas de excursión y una sombrero, Sindy por su parte en ropa casual y con unas sandalias que se habían convertido en un desastre.
Cuando consiguieron llegar abajo, Sindy se lanzó al suelo sin importar que la ropa se ensuciara, cayo completamente exhausta por la bajada tan empinada. Nathalia inmediatamente corrió hasta donde estaban los restos del carro, brincaba por aquí y por allá, pasaba de un lado a otro y examinaba hasta el más mínimo de los detalles, Sindy se levantó del suelo, y camino hasta llegar al carro, vio que la explosión que hizo el combustible fue enorme.
Poco a poco Nathalia se fue abriendo paso entre los arbustos que aún no habían muerto con el fuego de la explosión. Por un momento se escapó de la vista de Sindy. Ella se quedó sola por un momento, los pensamientos de muerte se apoderaron por instantes de su cabeza, y goteo una lágrima por su mejilla, sollozo en silencio. Mientras esperaba que un milagro se concediera, que Sander apareciera por detrás ella como siempre lo hacía sorprendiéndola y así le robara una sonrisa, que la abrazara hasta estrujarla y sacarle el aire, y que con un beso le robara el alma, que la hiciera subir al cielo y volverla a bajar a la tierra. Su corazón sangraba por el dolor aunque se lo ocultara a Nathalia tenía dudas, la verdad su amiga estaba haciendo todo lo posible para que ella no entrara en aquella depresión. Los últimos meses habían sido lo mejor que le había pasado en mucho tiempo para que alguien viniera y se los arrebatara. Por casualidad o por culpa del destino era el mismo hombre que en el pasado le hizo daño.
Nathalia se acercó sin que Sindy la viera.
—Otra vez llorando.—Sindy se limpió la cara inmediatamente de un pequeño susto.
—No es…
—Sindy tengo que decirte… que te prepares… lo que voy a decir es duro. —Seguro eran malas noticias para ella, seguro Nathalia había encontrado el cuerpo de Sander pudiéndose, y en vez de ver una sonrisa, vería gusanos en su cuerpo y suciedad por su ser. Sindy trago saliva y contesto.
—Dilo
—No velo tu misma.
Sindy se dio una vuelta sobre sus talones.
—No puede ser. Nathalia es cierto. —Los abrió los ojos como nunca, las palabras de su boca no pudieron salir y su cara se puso pálida.—Es de Sander.
—Sí.
—Entonces…
—Sindy no puedo afirmar si este vivo. —Sindy se reincorporo—. Pero puedo afirmar que encontré un rastro. Vamos.
Sindy no lo creía. El reloj de Sander, y Nathalia había encontrado un rastro.
—¿Cómo Nathalia? Ni los policías lo lograron hacer.
—Solo confía en mí. Ten confianza de que lo encontraremos.
Sindy se tranquilizó más, Ahora se abrían paso por un terreno rocoso, siguiendo una posible pista de lo que era Sander. El sol alumbraba la zona con inclemencia.
—El rastro sigue por allá.—Señalo a unos matorrales—. Debemos ir. —Sindy afirmo con la cabeza.
Poniendo rumbo al espeso matorral de moras, las dos chicas se abrieron paso, en una campaña decisiva que busca la esperanza.
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Editado: 24.06.2020