Habían pasado tres semanas desde que Max apareció en mi puerta con su divina sonrisa y su pequeña maleta de viaje. Tres semanas en las cuales no nos habíamos separado, tres semanas en las que dormí en su departamento y él en el mío, tres semanas en las que había tenido más citas que en los tres últimos años.
Veintiún días con Max.
No quería que jamás terminara esta convivencia con él ¡Se nos daba muy bien! Nos complementábamos con tal exactitud que, en ocasiones, me impresionaba y pasaba las noches pensando en un futuro con Max. Desde que había hablado con Bertha, hace como una semana atrás, en mi cabeza había rondado la misma imagen una y otra vez: Max y yo, juntos como un matrimonio. Por supuesto la idea me ilusionaba más de lo que esperaba. Casados se suponía estaríamos más tiempo juntos, pero… James y Bertha estaban casados y no necesariamente estaban juntos siempre.
Un matrimonio no me aseguraba que las misiones de Max acabarían ¿O sí? Una mejor pregunta sería: ¿Cómo él nos ve en el futuro? ¿Max querría casarse conmigo? Pero ¿Cómo le diría que se case conmigo? ¿Una indirecta? Quizá podría robar su celular por un momento y programar el tono de marcha nupcial para que suene cada vez que yo lo llame.
No es una mala idea.
¡Caramba! Quiero saber si Max lo ha considerado, pero… sé que de ningún modo yo le preguntaría. Soy muy cobarde como para abordar temas de esa clase.
Como decía no quería que nuestra convivencia terminara, pero siempre debe existir algo que nos separe. Y esta vez no es el trabajo de Max, es el mío. El lunes comienzo a trabajar en greenlife y desde hoy, sábado, ya comienzo a sentir los nervios haciendo estragos en mi estómago.
Me entristece saber que no tendré a Jason conmigo, mejor dicho ¡No tendré a nadie! No conozco a nadie aún y la idea de ser la nueva de la empresa me estresa. Y como siempre pasa cuando me estreso, me dedico a limpiar el departamento. Lo bueno de mis crisis de estrés es que la Luisa obsesiva con la limpieza emerge.
Podré estar estresada y arrancándome mechones de cabello, pero esos mechones nunca estarán en el suelo de mi departamento ensuciando mi sala.
Tomo mi celular y alzo todo el volumen a la música. Con mis guantes amarillos y mi cabello recogido comienzo con la limpieza, iniciando en mi cuarto. Debe estar presentable para cuando llegue Max.
¡Max!
Miro el reloj y me tranquilizo al notar que apenas son las 4:36pm de la tarde. Se supone que Max vendrá más tarde para cenar. Hoy no lo tuve para mí ya que tuvo que ir a realizar distintos trámites.
Comienzo recogiendo las prendas del suelo y colocándolas en la cesta de ropa sucia.
¡Oh! no sabía que tenía una blusa de Nike.
La desdoblo y me río al ver que, en realidad; es una camiseta de Max. La lanzo junto con las demás prendas, encestando ¡Eso Luisa!
Lo más seguro es que Max no recuerde esa camiseta, así que pasará a ser otra de las camisetas grandes que me servirán como pijama.
Cuando me dispuse a aspirar el suelo, sonó “I want to break free” y fue mi perdición. Dejé todo y tomé a mi panda para cantar a todo pulmón. He estado obsesionada con Queen últimamente ¡¿Cómo no lo había escuchado antes?!
Una vez ya tranquilizada, regreso a mi tarea.
La terapia de limpieza funciona y los niveles de estrés en mi cuerpo disminuyen al igual que el desorden. Cerca de las 6:15pm he terminado de limpiar mi sala. Lastimosamente ya no hay ramos de rosas, se han marchitado a pesar del cuidado que les he dado.
Me parece escuchar la camioneta así que arreglo un poco mi cabello y abro la puerta roja.
¡No me equivoqué! ¡Es Max!
—¡Hola!
Mi saludo sonó como el de una niña de cinco años al ver a Barnie.
—Buenas noches, amor.
Y su saludo suena como el de un hombre de 40 años que regresa del trabajo. La realidad se mezcla con mi futuro imaginado, y la escena que observo se vuelve otra: Max regresando a nuestra casa luego de un día de trabajo, igual a como lo hacen las parejas casadas.
Es sorprendente que solo imaginar aquello me produzca un delicioso cosquilleo en el pecho.
Algo que he notado es que, cuando me encuentro con Max luego de no haberlo visto por un período largo de tiempo, me vuelvo un ser cariñoso. Lo abrazo en cuanto se acerca a mí, apretando mis brazos alrededor de su cuello.
—¿Cómo está mi novio favorito?
—¿El favorito? —ríe cerca de mi cuello.
—Sí —le doy un rápido beso en los labios—. Pero no se lo digas a los otros.
Me devuelve el beso en los labios y entramos.
—¡Vaya! —mira alrededor— Estuviste ocupada limpiando.
—Sí —sonrío—. Me voy a duchar y luego cocino ¿Algo en específico que quieras comer?
—Lo que tú quieras.
Pongo los ojos en blanco sin que me vea.
Max se sienta en mi sillón a mirar televisión. Yo me dirijo a la cocina y saco los ingredientes que usaré en mi arroz con pollo: Pimiento, alverjas, zanahoria, cebolla y el ingrediente principal el pollo. Luego corro hacia el baño y me deshago de la ropa de limpieza rápidamente. Al entrar a la ducha brinco al ser atacada por el agua fría.
Editado: 15.08.2022