- Santo. Jesucristo. Redentor. No. Puede. ¡Seeeer! – gritaba Kitana mientras aferraba con demasiada fuerza mi mano. Al parecer al anillo le encantaba la atención porque brillaba con más intensidad cuando alguien lo miraba - Te… ¡te vas a casar! ¡Serás la señora bitch!
Perdí toda calma en cuanto escuché la palabrita. Nos aferramos de las manos y pegamos brinquitos a la vez que gritábamos con toda nuestra fuerza. Kitana me abrazó y levantó del suelo sin parar de gritar en mi oído.
- Mira este anillo ¡Es precioso! ¿No te pesa la mano? ¡Santa Kardashian! ¿Cuánto habrá costado? Espera, tienes que decirme cómo fue – yo parecía un pez, abría y cerraba la boca. Cuando quería responder a alguna de sus preguntas, Kitana se adelantaba y hacía otra - ¿Tú y Max habían hablado de matrimonio?
Me encantaba cuando las personas mencionaban muestro nombres en la misma oración. Tú y Max se ven bien juntos. ¿Max y tú vendrán para la cena? Iremos al cine ¿Tú y Max quieren acompañarnos?
- No, o bueno tal vez sí...
- Dime la verdad – miré cómo ella colocaba una mano en mi vientre -. ¿Hay algún sobrinito mío ahí dentro por el cual se casen?
De un ligero manotón me deshice de su mano.
- ¡No! No estoy embarazada.
- ¿Segura? Porque te veo más gordita.
- Sí estoy… ¿gorda?
Me miré la barriga, prominente bajo mi top negro. Mantenía una relación de amor/odio hacia ella. Amor porque esa panza desaparecía cuando estaba de pie, pero el sentimiento se tornaba odio cuando me sentaba o cuando cierta personita creía que era una panza de embarazo.
- Nada que tres ensaladas al día no puedan arreglar – Kitana me arrebató el McFlurry de las manos -. La dieta empieza ahora futura novia.
- Futura novia… - medité. Me llevé las manos a la cabeza como una maníaca en plena crisis – Todavía no lo puedo creer. Me voy a casar… ¡Me voy a casar con Max! – mi mente explotó al imaginarme con el vestido – Seré la esposa de alguien y… y lanzaré un ramo…
- Que yo atraparé, no lo dudes – interrumpió.
- Y usaré un vestido de novia, uno blanco… - Kitana se aclaró la garganta, dirigiéndome una mirada divertida - ¿Qué?
- El blanco es para las vírgenes puras y tú bitch ya te comiste el hotdog antes del recreo.
- Pero… o sea sí, aunque… - ¿Al balbucear me veía igual de ridícula como me sentía? - ¡No importa! Nadie lo sabrá.
- Yo lo sé.
- ¡Shh!
- De acuerdo… está bien – sonrió, mostrando sus hoyuelos - ¿Entonces? ¿has pensado cómo quieres que sea tu boda?
Max y yo (Caramba ¡Qué lindo suena eso!) habíamos hablado sobre la boda durante los días posteriores a nuestro regreso de Argentina. Estábamos sorprendidos del hecho de que queríamos las mismas cosas. Una boda pequeña sin tanto alboroto y muy íntima con los invitados justos, sólo nuestros amigos.
- ¿Entonces no te casarás en un estadio? – preguntó Kitana.
- Queremos una boda pequeña. De hecho, yo ni siquiera quería una fiesta o usar un vestido, pero Max sí…
“- ¿Así que no quieres una gran boda?
- Nunca ha sido mi sueño el tener una boda de cuento de hadas. Me conformo con tenerte ahí.
- Llámame anticuado, pero yo sí quiero verte toda de blanco.
- Anticuado, pero está bien. Le daré el gusto a mi futuro esposo.”
Me alcé de hombros sonriendo ante los recuerdos.
- Así que mi idea de ir a las Vegas a casarnos quedó en el olvido.
- A las Vegas… - resopló, dirigiéndome una mirada asqueada – Que suerte que estoy aquí para alejarte de hacer tonterías. ¿Casarte sin un vestido? ¡Por Dios!
- Es por eso de que eres la dama de honor perfecta – Kitana se paralizó al oírme - ¿Qué? ¿acaso no sabía que eres mi…?
- ¡Acepto! – gritó, llamando la atención de las personas a nuestro alrededor – Oh Luisa, pensé que nunca me lo pedirías.
Santo cielos, en verdad está contenta porque puedo verle algunas lagrimitas.
- Tenemos mucho que hacer – se puso de pie y yo la imité sintiendo escalofríos de emoción -. Debemos buscar tu vestido…
- Nuestros vestidos – corregí -. El lugar.
- ¡Sí, el lugar! – abrió los ojos - ¡Las invitaciones! El buffet ¿A ti y a Max les gusta el salmón? Uy ¿Quién se encargará de la música?
- Hay que hacer la lista de invitados. Creo que será menos de cincuenta personas.
- Falta lo más importante ¡La luna de miel!
- De eso se encarga Max.
- Bueno, bueno y a todo esto, falta lo verdaderamente importante – me sujetó de los hombros y me miró de la forma más seria que alguna vez le haya visto hacer -. La fecha. No podemos hacer lo demás sin una fecha fija. Ahora dime ¿Has pensado en un día?
Editado: 15.08.2022