Entwined

Prejuicio

"Quizás él necesite eso, que le den una oportunidad. El mundo es un lugar cruel, siempre listo para prejuzgarnos a todos..."

¡Oh, qué triste la vida del joven Adam! Tan joven, tan joven, y llena de desdichas.

Lástima que una cara tan bonita tenga un alma tan echada a perder. Y es que la joven e inocente Nadine, mejor conocida como Nanna, estaba decidida a darle una oportunidad, aún sabiendo su oscuro pasado y su presente lleno de perdiciones.


"Nunca hay que mirar con ojos de amor a quien te mira con ojos de lujuria." Le decían, pero ni ella misma sabía lo que sentía por él, aunque gustaba de sentir sus manos acariciándole, sus brazos apretándola contra su pecho y esos ojos miel mirándola fijamente, y a pesar de todo, sus labios jamás se habían entrelazado.


Pero no era amor. No. No era amor.


Lo deseaba, él la deseaba, era mutuo. De eso ninguno tenía duda. Y es que el amor y el deseo no bastan cuando hay una batalla hormonal de por medio...

Nanna era capaz de dar todo por Adam, tenía su fe puesta en él. Ella permanecería a su lado a pesar de cualquier cosa, aún en sus horas más bajas y en los momentos en que él prefería su soledad.

Su mejor amiga, Phoebe, siempre le decía que llevaba ventaja, y que un día estarían juntos.
Nanna decía que no podía pasar, pero las palabras entraban por sus oídos y se escurrían hacia el fondo de su esperanzado corazón.

 

¡Oh, qué triste la vida del joven Adam!

Tan triste, tan triste que pasaba el día fuera de casa siempre buscando un lugar donde pudiera encajar.

Qué inoportuna fue la noche, cuando miró frente a frente a una castaña de ojos verdes y felinos, a la que invitó a bailar. Él le sonrió, y ella, gustosa, accedió.

¡Claro! Le bastaba con sonreír para hacer que todas cayeran en su juego.

 

Fue entonces que las siguientes noches buscaba a la castaña por todas  partes, hasta  que al fin quedó convencido que jamás la volvería a ver.

 

Se sentó en la acera, desconsolado, cuando la castaña de ojos esmeralda apareció. Él trató de robarle un beso a sus labios gitanos, cuando ella le besó la frente y se hizo vapor al instante.

 

Adam cayó desmayado, un par de horas antes de la media noche...

 



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En el texto hay: romance juvenil, magia, gitanos

Editado: 14.07.2018

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