Entwined

Love, Love, Love.

“Y estos dedos jamás recorrerán tu piel,
y esos brillantes ojos sólo se cruzarán con los míos
a través de esta gran habitación,
 llena de gente  menos importante que tú.”
- Fragmento traducido de "Love, Love, Love" de Of Monsters and Men



-Y la siguiente canción, se titula “The Flame”. Va dedicada para Adam Rogers, donde quiera que esté.-  suspiró Nanna en el micrófono.

-¡Ánimo, Nanna!- exclamó Robert, ligeramente ebrio desde su asiento.

-¡Cállate! ¡La desconcentras!- reprochó Phoebe, abrazando a Abraham.

 

La gente escuchaba a la chica que cantaba con el corazón abierto, expuesto. El Club Tuskania era reinado por un ambiente melancólico. Eran las diez y media. Los padres de Nanna llegarían por la madrugada, así que ella decidió quedarse un rato más. Phoebe era una chica que gustaba de divertirse hasta altas horas de la noche, así que no habría problema.

 

En la mesa de Phoebe, Abraham y Robert, sonó un celular.

-¿Diga?- contestó Phoebe…

 

…Terminaron de tocar “You” y Nanna tomó el micrófono. Eran las once y media de la noche.

-Bien, tomaremos un descanso de cinco minutos. Nuestro amigo Jason, el bajista, tiene que ir al baño. ¡¿La están pasando bien, Tuskanianos?!

La gente vociferó un sí.

Nanna bajó del escenario junto a Jason y Reggie, el otro guitarrista. Phoebe se acerca a ella con un gesto preocupado.

-Nanna…

-¿Phoebe? ¿Estás bien?

-Am…Tengo que irme. Es una emergencia en mi casa. Mi abuelito se puso mal, y no hay quién lo cuide. Lo siento, no podré llevarte de regreso.

-Está bien, no te preocupes. Veré si Abraham o Robert me llevan.

-Abraham vendrá conmigo, y Robert se fue hace rato.


Bien, Nanna… ¿Qué haría ahora?

-Me iré a pie. No pasa nada.

-Oh, Nanna. Veré si puedo regresar.

-No, Phoebe. No es necesario. Ya me quedaré reposando mañana.

-Lo siento mucho.

-Descuida. Nos vemos, Phoebe. Gracias. Te quiero.- terminó Nanna dándole un abrazo, dio media vuelta y regresó al escenario.

 

Los tres chicos siguieron con el concierto. Nanna olvidó por completo que regresaría sola a pie.

Tuskania comenzó a vaciarse. Eran ya las doce de la noche. Nanna guardó su guitarra, se la echó en la espalda y salió a la desierta calle.

A paso lento, el tobillo no sería un gran problema. Avanzó en silencio quince minutos, doblando esquinas, inmersa en sus pensamientos. Había tenido una buena noche en el Club Tuskania. En menos de cinco minutos estaría ya en casa, aunque temía, ya que sería encerrarse a recordar momentos con Adam y llorar en silencio hasta quedarse dormida.

De pronto, escuchó pasos, luego un ruido ronco cerca de su nuca que la hizo pararse en seco.

- ¿Por qué estás tan sola?- preguntó el chico, tomándola de la cintura.

Nanna dio media vuelta y con demasiada fuerza lo golpeó en la mejilla. Cayó al suelo y ella echó a correr. Llevaba puestos los tacones, pero no se podía detener a quitárselos.

El chico se incorporó con rapidez y corrió tras ella. Era tal la prisa que sus pies se doblaron más de tres veces, su pie lastimado punzaba. Jadeaba.
Comenzó a dejarlo atrás, la adrenalina había hecho de ella una atleta olímpica.


A una cuadra de su casa, perdió de vista al chico. Se descalzó, miró hacia los lados, hacia atrás. Decidió caminar, tomar un poco de aire. El corazón se le salía del pecho.

Cuando recobró un poco el aliento, corrió de nuevo. Su casa estaba a la vista, pero a la vez se iba viendo más lejos. Tenía miedo. No dejaba de mirar en todas direcciones.

A dos casas de la suya, hurgó en el bolsillo de su pantalón. Sacó sus llaves. Ahora más que nunca, no encontraba la llave correcta.

 

Adam, en el patio trasero, la escuchó llegar, escuchó su respirar agitado. Se dio cuenta que algo no estaba bien.

 

-¿Qué piensas? ¡De hoy no pasa, señorita! Llevo observándole varias noches, siempre tan sola.- el chico la tomó del brazo y la acercó hacia sí.

-¡Déjame ir! ¿Qué quieres de mí?- exclamó Nanna.

-¿No es evidente?

Nanna vio la excitación quemando los ojos del chico.

-Todo.- susurró el chico, empujándola contra el portón del garaje. Él comenzó a besarle el cuello, y una sensación de repugnancia se apoderó de ella.

 

Un gruñido gutural y la respiración agitada de un can fueron lo único que pudo escuchar Nanna antes de sucumbir totalmente ante su enemigo.

Abrió los ojos.

Adam mordía y al chico y gruñía salvajemente. El adversario pateó al animal, haciéndole lanzar un agudo chillido.



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En el texto hay: romance juvenil, magia, gitanos

Editado: 14.07.2018

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