Entwined

Donde estuve

“Porque no sé quién soy yo sin ti.”

El perro se acercó y lamió la mano de Phoebe. Entonces ella se convenció totalmente acerca de lo que Nanna le había contado cuatro días antes: Adam era su mascota, Max. - ¿Qué pasa? ¿Puedes seguir deletreando?- preguntó.

Adam la miró fijamente, y Phoebe entendió.
-Oh, claro. Qué tonta. Así que…Necesitas ayuda…Nanna no te recuerda. Lo sabes, ¿verdad?- la mirada de Adam se tornó triste, y un enorme vacío llenó su interior.- ¡Wow! Simplemente no puedo creer que haya sido verdad que te hayan  convertido en perro. Prometo llevarte a mi casa, para poder conversar bien contigo. Veré cómo convenzo a mi abuelo de que te deje quedarte. Ahora, necesito que te quedes escondido bajo la cama, iré a conversar con la señora Evans. No dejes que Nanna te vea.

Adam se escondió debajo de la cama de nuevo…

Phoebe corrió escaleras abajo y fue a la cocina con la señora Evans, que preparaba el desayuno de su hija.

-Señora, disculpe… ¿Qué le dijeron los doctores anoche que Nanna salió del hospital?
-Pues, mira, Phoebe, anoche que salió del hospital aún estaba sedada. No he podido hablar con ella, durmió toda la noche. Los doctores dijeron que fue un milagro, el veneno era una sustancia desconocida. Dijeron que podrían quedar secuelas, algún daño en una zona de la memoria, así que hay que tenerle paciencia, no recordará algunas cosas.- la señora Evans dejó los waffles en el plato y se volvió hacia Phoebe con una mirada de desesperación.

-Pero, ¿la recuperará?
-No lo sé, el neurólogo dijo que había el cincuenta por ciento de las probabilidades de que lo hiciera…En un periodo de cinco a seis meses-sollozó la mujer. Phoebe se acercó a abrazarla, también impresionada por la noticia…

 

…Nanna había estado muy parlanchina todo el día. Estaba fascinada de que su mejor amiga hubiera faltado a clases por ir a visitarla después de su salida  del hospital. Tarareaba cada vez que había silencio y conversaba sobre canciones que pensaba interpretar el próximo viernes en el Club Tuskania. No estaba quieta un solo instante.

-Oye, Nanna, me gustó la canción que tocaste el viernes pasado, la de “The Flame”.- dijo Phoebe, tratando de acertar qué tanto había olvidado Nanna.
-¡Oh, sí! ¿Cómo salió?
-Salió excelente.-respondió Phoebe, impresionada porque recordaba aún lo ocurrido el viernes pasado.- ¿Recuerdas a quién se la dedicaste?
Nanna puso cara de confusión otra vez.
-No le dedico canciones a nadie, Phoebe.- dijo en tono serio.- ¿Por qué me preguntaste eso en la mañana?

Y Phoebe supo que se había equivocado en algo.
-¿Qué cosa, Nanna?
-Lo de Adam Rogers. Es un chico problemático con problemas… No sé, a veces me habla y dice cosas muy lindas, pero soy una entre el millar de chicas a quienes les dice todas esas tonterías. No es alguien a quien yo considere candidato a novio. Y si algún día pasa, prométeme que me golpearás en la cara.-dijo Nanna, tratando de bromear ante la expresión frustrada de Phoebe.

 

Adam esperaba en silencio debajo de la cama de Nanna. Trataba de no quedarse dormido, ya que cada vez que intentaba dormir, horribles imágenes inundaban su mente…

Estaba en medio de la oscuridad, hundido en un sepulcral silencio que perforaba la paciencia de quien estuviera inmerso en él. No podía respirar. Miró su cuerpo humano, miró sus manos, pero se sentía muerto. No podía ver nada, todo era vacío.

La gitana soltó una risotada, abrió sus ojos verdes y miró fijamente a Adam.
-¿Tú? ¿Aquí? ¡Claro! Tu humano está atrapado aquí por alguien que no te recuerda, o peor: No le importas.

Adam trató de hablar, pero no logró conseguirlo.
-No podrás hablarme hasta el día que estés convencido de que te equivocaste al no haberte quedado conmigo. Sólo podrás hablar para decirme eso. ¿Entendiste?

-¡Adam!- exclamó Phoebe en un susurro. –Nanna ya está dormida. El medicamento la tiene un poco loca y mañana tiene que ir ya a clases…Y Su madre está de acuerdo en que te traiga conmigo. En mi casa te explico todo, ¿está bien?-

Adam se limitó a salir despacio de debajo de la cama. La habitación estaba en penumbra, sólo la iluminaba la pequeña lamparita de noche de Nanna. Phoebe abrió la puerta y esperó a que él pasara, pero antes de salir, Adam giró su cabeza y miró a Nanna. Dormía tranquila, mismo cabello, misma sonrisa torcida y coqueta, misma voz, pero sus sentimientos ya no eran los mismos…

 

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Phoebe tomó una cartulina, la extendió y la pegó a la pared. Dibujó un enorme alfabeto, ordenado como el teclado de una computadora, con todo y los signos de puntuación. Arriba colocó los números del cero al nueve y en una de las orillas colocó dos círculos, uno con “Sí” y otro con “No”. Una vez que terminó, despegó la cartulina y la colocó en el suelo delante de Adam. Tomó una libreta vieja y una pluma, y se sentó en su cama frente a él.



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En el texto hay: romance juvenil, magia, gitanos

Editado: 14.07.2018

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