“Aprecia mi nombre, un amor que se secó. Congelado o en llamas, yo, un esqueleto.
Duérmete, gira el cielo. Yo, un esqueleto.
Espera, no llores. Amor, no te vayas.
Amor, no llores. Yo, un esqueleto.
Yo, un esqueleto.”
-Fragmento traducido de “Skeletons” de Yeah Yeah Yeahs
Era la fría mañana otoñal del treinta de noviembre, y al día siguiente se cumpliría un mes de la extraña desaparición del cuerpo de Phoebe Thomas. Nadine Evans miraba hacia afuera de su ventana. Para haber sido solamente un mes, las cosas entre ella, Adam y Mark habían dado un giro de ciento ochenta grados…
…Mark, Adam y Nanna conversaban de regreso hacia sus casas, con el amanecer detrás de ellos.
Los tres ya habían mandado un mensaje una hora atrás a sus madres avisándoles que estaban bien. Nanna y Adam dijeron, además, que habían ido a casa de Mark a cenar después de Tuskania y que pasaron ahí la noche debido a la lluvia.
-¿Qué haremos? ¿Qué le diremos a los padres de Phoebe?- preguntó Nanna.
-No tengo cabeza para pensar en nada, chicos. Lo siento.- dijo Mark.
Adam permaneció en silencio, escuchándoles, miró a Nanna por el espejo retrovisor.
-Creo que lo mejor es llevarlos a sus casas. Sus madres deben estar haciendo paro nacional porque no han regresado.- continuó Mark.
-¿Podría quedarme en tu casa un momento, Nanna? – preguntó Adam al fin.
-Claro.- respondió ella sin mucho afán.- Pero, ¿qué diremos sobre Phoebe?- insistió.
-Debemos decir que fuimos asaltados anoche y que Phoebe fue raptada, incluso el auto en el que venimos no es el mismo en el que Mark las recogió.- respondió Adam.
-¡Se te hace tan fácil! ¡Eres un idiota!- exclamó ella, aún sin poderse quitar de la mente la imagen de los ojos de Victoria asomándose a la superficie del lago y su escurridiza voz diciéndole que ella tenía a su amiga, pero para recuperarla, debía dejar a quien más amaba, a Adam.
…Una vez dentro de casa de los Evans, Nanna cerró la puerta detrás de ellos en silencio. Los padres de la chica estaban fuera de casa. Adam la siguió con cuidado para no hacer mucho ruido. Nanna miró el reloj de pared: las nueve de la mañana.
-Mis padres no están. Iré a ducharme rápidamente y ponerme ropa limpia. Espero poder despejarme un poco.
-Está bien, te espero.
Nanna subió despacio los primeros tres escalones, luego se detuvo, se giró hacia Adam y preguntó:
-¿Por qué decidiste venir?
-Porque quiero estar contigo.
-Pero contigo yo ya no quiero nada.
-Nanna, por favor. Dime que pensarás mejor las cosas.
-¿Para qué? ¿Volver contigo arreglará las cosas? ¿Volverá ella?
-No, pero estaré contigo para ayudar a enfrentar todos tus miedos y superar ese tipo de pruebas-
Nanna lo miró fijamente con expresión dura, aunque por dentro, el corazón se le hacía añicos y ansiaba correr a abrazarlo y llenarlo de besos.
-¡Por favor!- sollozó Adam, tirándose de rodillas en el primer escalón.
-No grites, idiota. Quiero que te vayas en cuanto salga yo de bañarme.
-Respetaré tu decisión, pero, ¿cómo estás tan segura de ella? Anoche estábamos tan bien…
-Porque yo lo quiero así, así se quedará.- terminó Nanna, interrumpiéndolo. Dio media vuelta y subió el resto de la escalera con prisa…
Entró a la ducha, abrió la llave y sintió el agua caliente recorriéndole la piel. Era reconfortante sentir eso después de haber pasado una noche tan fría y haber dormido en el lodo que había dejado la lluvia.
Tenía los ojos cerrados y respiraba con calma, meditaba sobre la decisión que estaba a punto de tomar. Ella no debía decir nada, debía buscar a Phoebe por su cuenta. Su amiga estaba viva, y si debía sacrificar su relación con Adam para salvarla del yugo de Victoria, lo haría…
…Unas manos tibias recorrieron su cintura y la aprisionaron contra otra piel a su espalda, luego la giraron para toparse frente a frente con un par de labios sedientos de sus besos.
Nanna clavó su nariz en la tosca y suave piel del cuello de Adam, inhaló su embriagante aroma para hartarse de él, para hacerse la idea de que no volvería a sentirlo jamás.
-Te amo.- susurró la profunda voz del chico a su oído.- Por favor, no me dejes.
Los ojos de Nanna, que parecían haber terminado con toda el agua de su cuerpo, increíblemente pudieron sacar un par de lágrimas más.
Volvió la vista hacia él. Ahogó un “Te Amo” y lo besó con ansia. Lo envolvió entre sus brazos y se dejó llevar por la sensación de calor externo que el agua producía, y por el calor interno que Adam encendía con cada roce, por más milimétrico que éste fuera…
Al salir de la ducha, Adam y Nanna salieron a hurtadillas del baño para poder escuchar si había alguien en la casa. Por fortuna, aún estaban solos.
Nanna se puso ropa limpia, bajaron a la sala y Adam cepilló su cabello con delicadeza. Ambos en un enorme sillón para uno, en el cual cabían los dos. Al terminar, él le dio un suave beso en la frente.
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Editado: 14.07.2018