Entwined Bonds

CAPITULO 5

Había algo distinto en el aire esa tarde. Quizá era el atardecer dorado que bañaba la ciudad o tal vez la emoción que Maribel y yo compartíamos al saber que íbamos al karaoke de moda. Después de una semana cargada de pensamientos confusos, mensajes ignorados y encuentros incómodos, necesitaba una noche para distraerme.

Maribel se había arreglado un poco más de lo normal: su cabello rubio caía en suaves ondas hasta los hombros y había elegido un vestido azul cielo que realzaba sus ojos claros. Me miró con una sonrisa nerviosa mientras nos acercábamos al local.

—¿Y si me veo demasiado formal? —preguntó en voz baja.

—Te ves perfecta —le aseguré, tomándola del brazo—. Aunque… me vas a robar el protagonismo.

Las dos reímos, pero noté que Maribel miraba con disimulo hacia la entrada. Y ahí estaba Ryan.

Con su camisa a cuadros , se veía más tierno que nunca. Cuando la vio, sus ojos verdes brillaron como si el mundo se hubiese detenido. Caminó hacia nosotras, un poco torpe, como si cada paso le costara demasiado porque ella lo ponía nervioso.

—Hola, Maribel —dijo, y luego miró hacia mí con una tímida sonrisa—. Hola, Angelica.

—Hola, Ryan —respondí, pero me hice a un lado al ver cómo sus ojos volvían a Maribel como un imán.

—Te ves… wow… muy linda —dijo él, rascándose la nuca—. Digo… no es que antes no te vieras linda… pero hoy… o sea, más.

Maribel se sonrojó al instante. Yo nunca la había visto así, tan vulnerable y feliz a la vez. Ella bajó la mirada y luego, con una sonrisa tímida, respondió:

—Gracias… tú también te ves… tú.

Eso hizo reír a Ryan, y la tensión desapareció como si nunca hubiese existido.

Dentro del karaoke, el ambiente era cálido, con luces suaves, una tarima pequeña y un escenario donde la gente cantaba por diversión. Elegimos una mesa cerca del escenario, y apenas nos sentamos, Ryan se levantó nervioso.

—¿Te gustaría cantar conmigo una canción? —le preguntó a Maribel, con los ojos brillando de emoción contenida.

Ella lo miró sorprendida. —¿Tú… cantas?

—No… —dijo él con una risita—. Pero haría el ridículo contigo feliz.

Y así, subieron juntos. Eligieron "Can't Help Falling in Love". Cuando la música comenzó, el mundo pareció ralentizarse.

Ryan cantaba bajito, inseguro, pero sincero. Maribel, aunque al principio temblorosa, lo acompañó con una voz suave que se fundía perfectamente con la suya. Sus miradas se cruzaban con cada verso. Era como ver un cuento en tiempo real.

Yo no pude evitar sonreír. Aunque todavía tenía tantas preguntas sin resolver sobre mi vida, ver a Maribel feliz me daba paz.

Pero entonces… lo vi.

Dylan.

Estaba entrando al karaoke, solo. Se detuvo en la puerta al vernos, y por un segundo, nuestras miradas se encontraron. Él levantó una ceja como si no esperara verme allí. Yo, sin saber por qué, sentí un vuelco en el estómago.

Él se acercó lentamente, con su chaqueta deportiva y ese aire despreocupado que lo hacía ver tan seguro de sí mismo.

—Hola, Angelica —dijo, con una sonrisa ladeada—. No esperaba verte aquí.

—Ni yo a ti —respondí, cruzando los brazos.

—¿Estás sola?

—Estoy con Maribel… y Ryan —aclaré, señalándolos en el escenario.

—Ah… —murmuró, observándolos cantar—. Ellos… se ven lindos juntos.

—Lo sé.

Nos quedamos en silencio unos segundos, hasta que él se rascó la cabeza, nervioso.

—Oye, sé que es raro… que te haya escrito. Solo… no dejo de pensar en que deberíamos hablar más. Me pareces alguien muy real. Y eso no pasa mucho en mi mundo.

Mis ojos se clavaron en los suyos. Era la primera vez que veía a Dylan tan… vulnerable.

—¿Tú… quieres hablar conmigo?

—Y cantar contigo —añadió, guiñándome un ojo—. ¿Te animas?

—¿Estás hablando en serio?

—Totalmente. Elige tú la canción.

No sabía por qué, pero acepté. Tal vez porque la parte de mí que dudaba de él estaba cansada de pelear. Tal vez porque ver a Ryan y Maribel me había recordado lo bien que se sentía dejarse llevar.

Elegí "Shallow". Y mientras subíamos al escenario, el corazón me latía tan fuerte que pensé que el micrófono lo captaría.

La música empezó. Dylan tomó su parte con una voz más profunda de lo que imaginé, mirándome directamente mientras cantaba. Cuando me tocó a mí, sentí que estaba abriendo un pedazo de mí misma que había estado cerrado desde Luca. Pero Dylan… me escuchaba.

Cuando cantamos juntos el estribillo, algo pasó. No solo la gente nos miraba con sorpresa. Nosotros también. Había una conexión real. Inesperada. Intensa.

Cuando bajamos del escenario, él me tocó suavemente el brazo.

—Angelica… tú me gustas. Y no espero que confíes en mí ahora, pero… me encantaría que me dieras una oportunidad para demostrarte quién soy de verdad.

Mis pensamientos eran un torbellino. Pero en medio de ellos, supe algo con claridad: Dylan Mitchell no era como Luca. Y yo no era la misma Angelica de antes.

—Te daré esa oportunidad… pero despacio —le respondí, sintiendo mis mejillas arder.

Él sonrió. —Con eso me basta.

Maribel y Ryan volvieron a la mesa. Ella tenía las mejillas rosadas, él no paraba de mirarla como si fuera magia. Nos miraron a Dylan y a mí con sorpresa.

—¿Todo bien? —preguntó Maribel.

—Perfectamente —respondí, y por primera vez en mucho tiempo… lo decía en serio.



#3224 en Novela romántica

En el texto hay: 15 capítulos

Editado: 27.05.2025

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