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AISLINN ENYA DEMBROT
Ivanov me abrazaba sonriente y yo le devolví el abrazo, la situación que pasó, me dio miedo, pero no era un miedo a que me lastime, era distinto. Era la clase de miedo de perder a un ser querido. Tenía muchas preguntas y sobre todo curiosidad, soy literata, bueno en proceso, aun estudiante. Tengo la mente abierta a nuevos mundos y ver uno real, más que tener miedo, era impresión, felicidad, casi un sueño.
— ¿Estas lista? —pregunta Ivanov. Y yo asiento en confirmación.
— ¿dolerá cuando me muerdas? —pregunto, levantando mi vista en su dirección.
—Un poco. —responde, sin tabú.
—Entiendo. ¡Hazlo! Quiero ver la magia de la sanación. —digo, sonriendo.
—Me utilizas en tus curiosidades. —dice, formando una ligera sonrisa.
—Ya me conoces, ¿por qué la sorpresa?
—Qué mala eres. —responde. —bien, ahora relájate y no tengas miedo.
Ivanov me mira unos instantes y se acerca lentamente a mi cuello, no sin antes volver a preguntar si estoy segura a lo que le afirmo. Veo como sus ojos miel oscurecen, sus colmillos dejan de ocultarse, paso saliva mientras él se acerca, aspira contra mi cuello, siento sus labios ¿dar un ligero beso? Su tacto frío me estremece. Al primer contacto siento un pequeño dolor que luego se intensifica, pero es soportable, es la clase de dolor que sientes al hacerte un piercing, siento como absorbe mi sangre, como si jalara miles de hilos que recorren todo mi cuerpo hasta llegar a su boca, un escalofrió me recorre, su mano libre se posa en mi mejilla acariciándola, sujeto su polera cuando un hincón errante de dolor me genera un temblor, siento como su cuerpo se tensa para luego desprenderse de mi cuello y lamer la zona. Levanta la vista en mi dirección y le doy una palmada en sus hombros. Y este me mira sonriendo.
—Dijiste que no dolería. Además dijiste que tu sangre curaría, no que tomarías la mía y luego la regresarías y volverías absorber. Se sintió raro. —Le digo, haciendo puchero.
—Y así es. Tuve que absorber y luego regresar tu sangre de mi sistema para crear el vínculo hermanita, y en el proceso cure tu mano. Me dice mientras me da una palmada suave en mi frente. —oye, digo en queja fingida.
Miro mi mano, y efectivamente, está sana. La levanto en el aire en admiración. —Lo sé soy magnifico, dice dándose airecito imaginario.
—No te creas mucho, más bien cuéntame, quiero saber sobre ti y sobre tu mundo.
—Bien, hermanita, ponte cómoda, me dice mientras me jala rodeándome en sus brazos hacia él.
Esa sensación, y la forma en que dice “hermanita”, me gusta, me hace sentir parte de, me alegra, me hace feliz recibir este sentimiento que mi verdadera familia me negó. Quizás todo este tiempo tuve una vida miserable solo para este momento, encontrar una familia, poco convencional, pero a final de cuentas una familia.
“Aquello que ocultaba, había cambiado su alma, y por más que lo intentó, durante siglos, no lo logró, la oscuridad había teñido su corazón, pero en esa mente manipulada, pensó que un falso amor era la solución”.
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Editado: 11.01.2021