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“Vi el pozo y el deseo de hundirme ardía en mi piel, la sensación de caer y caer me llamaba como miel a la abeja, pero, el dolor no cesaba, tenía que tocar el fondo con tal brusquedad que… al abrir los ojos me libere de tu encantamiento”.
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PRESENTE - 10 de noviembre del 2021
Castillo del Clan Ivanov Arran.
Cuando Lucían llegó con una copa de sangre a la habitación de Aislinn, ésta estaba debajo de las sabanas, tal y como había estado días atrás. El purasangre apretó los labios. «Esto rebasa los límites, pensó». Coloco la copa junto al velador y tiro de la manta. Aislinn se resistió, pero el purasangre empleó más fuerza e hizo trizas la tela.
— ¡Es suficiente, Enya! —exclamó con frialdad. — ¡Levántate ahora mismo y ve asearte! —Ordenó, mirándola convertida en un ovillo en la cama con todo el cabello cubriéndole el rostro. —Enya, ¡levántate! —repitió, pero ella no se movía, seguía en la misma posición. — ¡Ahora!
— ¡Déjame sola! —gritó, sollozando.
— ¡Ya lloraste suficiente por él y no se lo merece! No creí que fueras tan débil.
— ¡No soy débil! —gritó ella, levantando el rostro. Lucían la miro horrorizado, el aspecto de su rostro era desastroso, la sangre de sus lágrimas se habían secado en su piel, y la palidez de su rostro no ayudaba, delataba las ojeras, sus labios partidos y secos. Y su cabellos, había perdido el brillo y la suavidad, estaba completamente grasoso y pegado de su sangre.
—Estas sucia y apestas a sangre descompuesta.
—No me interesa…
—Eres tan débil, Enya.
—No me digas así…
—Lo eres, eres débil, débil, débil… —repitió el purasangre, tratando de tener más que un lloriqueo de ella. Sabía que odiaba que la llamaran así y su orgullo no se lo permitiría. Pero pensó que esa era la única manera de traerla de vuelta, traer aquella chica fuerte que sabía que era.
— ¡Ya cállate! ¡Cállate!
—Vas a dejar que te destruya de esa manera, eres débil si dejas que pise tu dignidad y tu orgullo. Eres débil si no te levantas de esa cama y demuestras lo fuerte y poderosa que eres. —Aislinn empezó a llorar cubriendo su rostro en las almohadas. —Déjame sola. —volvió a repetir. Lucían se empuño tratando de calmarse, odiaba lo terca que podría llegar a ser, así que, de un jalón la levanto de la cama como una pluma y la lleva hasta el baño, la empujo contra la ducha y abrió el grifo.
Aislinn grito, tratando de salir del espacio, pero el purasangre la volvió a empujar.
— ¡Qué crees que haces! ¡No te pedí que me ayudaras! ¡Por qué no me dejaste morir! ¡No quiero vivir! —ante lo último la oscuridad del purasangre tiño sus ojos y de una bofetada la hizo caer en una esquina de la ducha. Aislinn se quedó en silencio arrinconada con el grifo empapándola. Lucían se pasó la mano por el rostro al darse cuenta de su acción. Trato de acercarse, pero Aislinn se encogió de miedo en su posición.
—Yo…no fue…Enya…lo siento. No quería lastimarte. Termina de asearte y aliméntate, la copa esta sobre el velador. —dijo el purasangre, saliendo rápidamente de la habitación. En su mente aparecieron los recuerdos cuando golpeo a Agatha, tiempo atrás debido también a un lobo. Aislinn se quedó en la ducha llorando, no sabía porque no podía simplemente continuar con su vida, ella jamás se habría visto tan…tan vulnerable. En otras ocasiones cuando se sentía cabizbaja tenia a Lizzie con ella, para animarla, acompañarla. Si necesitaba escapar, escapaba hacia ella, pero ahora, se sentía sola, no sabía que más hacer, no había algún hogar al que ir. Y Lucían, él era su apoyo ahora, solo lo tenía a él. Pero con él había tenido diferencias antes, y estar cerca de él, ya no era lo mismo que cuando se conocieron.
Empezó a llorar de impotencia bajo la ducha, toda su vida se había reducido a la nada. A no tener nada.
—Fue mi culpa, todo es mi culpa. —balbuceo entrando en su cuarta fase depresiva, su mente busco responsables ante sus problemas, y en su búsqueda la guio inequívocamente hacia ella misma.
En una relación amorosa y en una ruptura, los problemas, el amor y la terminación de esta siempre es compartida, no se puede adjudicar la responsabilidad de los hechos a una sola persona, pero Aislinn, se las adjudico, todas y cada una de ellas. Su deterioro mental y emocional estaba desde antes de conocer a Kenrick, muy frágil debido a la infancia que tuvo. Pero en eso, siempre estuvo Lizzie, como una llama de luz guiándola en no caer en la oscuridad, y que Aislinn pensó que era debido a su personalidad fuerte y decidida, pero no era más que un engaño de sus propios miedos creando una coraza falsa que... en un momento dado se rompería llevándola hasta los cimientos.
Aislinn no era más que una niña con miedo al coco, no era más que una frágil chica con una fuerte dependencia rodeada de muros invisibles que denotaban fortaleza. Y ahora, que había sido apartada de una manera tan traumática, su sentido de vida también se vio perjudicada al punto de… odiar su propia existencia.
Bebió la copa con sangre que le dejo Lucían, para a los minutos vomitarlo nuevamente. Su cuerpo y su energía estaban débiles, debido a que no podía alimentarse adecuadamente y también debido a que no podía dormir por aquel lazo que la unía a Kenrick. Se pasó así unos días más culpándose de todo lo ocurrido, Lucían la dejo ser, no ingreso a esa habitación de nuevo, temía volver a golpearla si la veía en ese estado nuevamente, y para reprimir sus impulsos y celos, mantuvo distancia hasta que ella decidiera dejar de encerrarse en sí misma.
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Editado: 20.03.2022