El día de la cita, Victoria corría de un lado a otro. Estaba tan nerviosa, como si fuera el fin del mundo. Se probaba pantalones, camisetas, todo lo que podía. Su madre sólo la observaba en silencio desde el pasillo, prefirió no acercarse o se contagiaría de la desesperación de su hija.
- Sé que estás ahí, ¿podrías ayudarme a elegir algo?
- Sólo vas a ir a patinar, Vi, no te estreses demasiado, además, sólo vas con tu amiga.
- ¡Mamá, es Kendra! - Dijo alzando la voz. - No puedo darme el lujo de verme mal, precisamente hoy.
- Escucha, - la tomó de las manos y la obligó a sentarse en la cama. - sé que te pones nerviosa cuando sales con alguien, pero, si sigues con esa actitud no te irá nada bien, no pasa nada, relájate, respira profundo y escojamos tu conjunto.
- Está bien…- Respondió bajando la mirada. - Pero que sea rápido porque ella llegará en poco tiempo.
- Vi…- Su madre cruzó los brazos y empezó a caminar hacia el pasillo.
- No, mamá, estaba jugando, de verdad necesito que me ayudes. - Lloriqueó.
***
El reloj marcaba las 2 de la tarde, se puso el cinturón de seguridad y encendió el auto para pasar por Victoria. Le había enviado su dirección por mensaje así no tendría problema en llegar, aunque por supuesto, no es que no supiera dónde era.
- ¿Debería llevar algo más? - En ese momento recibió un mensaje de su hermana. - No, hoy no puedo estar jugando contigo.
Condujo tranquilamente hasta su destino. Una cuadra antes de llegar se detuvo a verificar la guantera, Frank solía guardar cosas inapropiadas y no quería que Victoria se llevara una sorpresa. Al abrirla, ésta estaba vacía, revisó prácticamente todo, hasta que se convenció que no había nada extraño. Al llegar a la casa, salió del auto y tocó la puerta, esperando que fuera Victoria la que abriera, pero no fue así.
- ¿Sí? - Un hombre alto fue quién atendió.
- Buen día, soy Kendra, vine a buscar a Victoria.
- ¿Vi? - El hombre la miró de arriba abajo, le dedicó una mirada desconfiada y se acercó a ella, parecía más grande en cuanto más se acercaba.
- Vamos a la misma universidad, quedamos de ir a patinar. - Trataba de mantenerse firme, pero por alguna razón, aquél hombre le producía cierta incomodidad y nerviosismo. - ¿está en casa?
- Sí, está arriba, voy a llamarla, ¿quieres pasar? - Se hizo a un lado para dejar el paso libre.
- No, esperaré aquí si no le molesta, pero agradezco su invitación. - Retrocedió un poco, pero en ese momento, Victoria bajó rápidamente las escaleras, se despidió de su padre y arrastró a Kendra hasta el auto.
- Lamento lo que sea que te haya dicho mi padre, es muy sobreprotector y esas cosas. - Miró de reojo a Kendra, observó el pantalón entallado de color negro y la chaqueta de piel que la cubría. - Creo que exageré…
- ¿De qué hablas?, te ves muy bien, me encanta tu sudadera, - Sonrió Kendra. – y el vestido es súper lindo.
- ¿Tú crees? - Trató de disimular la sonrisa que se formaba en su rostro.
- Lo creo, ¿lista para patinar?
***
- ¿Qué está haciendo?
- Kendra tiene cierto encanto, ¿no lo crees, Lilith? - Bromeó Lucifer.
Lilith lanzó un libro con cierta furia, antes de recuperarse. Su hija sabía perfectamente que estaba en contra de esa forma para relacionarse con los humanos y aun así seguía cometiendo esos actos de asqueroso afecto. En ese momento Scarlet entró a la habitación, saludando a Lucifer y a su madre.
- Qué ambiente tan tenso, ¿se murió alguien?
- Tu hermana me provoca náuseas. - Masculló. - Qué necedad de siempre querer enamorar a todo el mundo.
- Tú sabes que eso genera mejores linajes, ¿por qué te opones?, es bueno para nosotros.
- En eso tiene razón, - Lucifer decidió dejar a solas a ese par. - pero deberían discutirlo con más calma, tengo cosas que hacer, Lilith, infórmame más tarde los avances de tu hija.
- Te pedí que vinieras porqué necesito que te mantengas con ella en la escuela, esa a la que asiste junto con ese demonio de bajo rango, presiónala, el tiempo se acaba y parece que estamos viendo una estúpida historia de amor adolescente.
- Me parece innecesario…
- No te pregunté lo que opinabas, te estoy dando una orden, demuestra que mereces el rango que tienes, no me causes más problemas.
Scarlet se inclinó y se retiró sin decir nada más. Estaba cansada de ser sólo la hija que ocupaba un espacio en las reuniones del alto mando. La única existencia que realmente la apreciaba era su hermana, aunque después de todos los problemas que causaba, ni siquiera ella confiaba en su palabra.
***
Cuando entraron en la pista de patinaje, uno de los patines de Victoria se deslizó que casi la hizo caer, pero para su suerte, Kendra la sostuvo de la cintura, evitándole el golpe que seguramente le dolería hasta el alma.
- Qué buenos reflejos, - Sonrió, sujetando el brazo libre de su compañera. - gracias.
- No me dijiste que no sabías patinar, pudiste golpearte y tu padre seguramente me mataría. - Bromeó Kendra.
- No ibas a invitarme si te lo decía.
- ¿Eso crees?, no tengo problema con enseñarte, vamos. - La sujetó de las manos y fue llevándola lentamente por la orilla de la pista. - Seguro que aprendes rápido.
Luego de un rato, Victoria avanzaba pequeñas distancias antes de volver a tomar las manos de Kendra. Aunque realmente estaba aprendiendo rápido, no dejaba de sentir cierto miedo a caerse, ¿sería que la castaña volvería a sujetarla como al inicio?, sumida en sus pensamientos, dio un mal giro que la impulsó con fuerza contra Kendra, haciéndola perder el equilibrio.
Luego de su estrepitosa caída, levantó la mirada para encontrarse con esos ojos negros, aquellos con los que ya se había obsesionado. La gente a su alrededor se acercó a ellas para auxiliarlas, en especial a la castaña por el golpe que había recibido. Llevaron a ambas hasta el pequeño stand de paramédicos que había a un lado de la pista.
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Editado: 31.10.2020