-Por favor... -Suplicaba Victoria, mientras la llevaban a la habitación donde sería preparada. -Necesito verla, sé que pueden llevarme con ella. Al menos una vez. -Lloriqueó.
-No tienes permitido hablar con Kendra. Será ejecutada en algunos días. -Respondió una de las súcubos. -Deja de hacer escándalo. Yo no tengo tanta paciencia.
La despojaron de toda su ropa, para después colocarle una túnica blanca y nada más. Volvieron a vendarle los ojos y la amordazaron, sin dejar de sujetarle las muñecas. Escuchaba los pasos apresurados de los demonios que la escoltaban. Sólo podía pensar en una cosa: volver a verla, una vez más antes de morir.
La enorme puerta hizo un ruido horrible al abrirse. Sin embargo, apenas entró al lugar, percibió el olor de Kendra. Estaba segura de que era ella. Comenzó a moverse, tratando de zafarse. Intentó llamarla, pero era imposible estando amordazada. Una de las súcubos la obligó a arrodillarse. Le quitó la venda de golpe y por fin pudo verla. Estaba lejos de ella. Lilith estaba en un balcón, sentada en una silla de... ¿piedra?, Buscó con la mirada, tratando de adivinar quién era "él". La misma súcubo que la había llevado al salón, empezó a ponerle los grilletes otra vez. Permaneció en el suelo, con la mirada baja.
-Ten más cuidado, puedo ser considerada una traidora, pero sigo siendo un demonio de alto rango, imbécil. -Se quejó Scarlet, luego de recibir un golpe de uno de sus antiguos compañeros.
-Kendra... -Dijo en voz baja. Alguien pareció escuchar a Victoria. Zachary. Se acercó a la mayor de las hermanas, quitó los grilletes y se la echó al hombro, para llevarla hasta su novia humana.
-Me gusta ver sufrir a los demás, así que no me voy a privar de esto. -Una sonrisa malévola se dibujó en su rostro. -Tienes un par de minutos.
Victoria se inclinó hacia ella. Ni siquiera se movía, parecía estar dormida. Empezó a llorar, a pedirle disculpas por todo lo que le había dicho. Deseaba poder escuchar su voz... Lo deseó tanto. Un quejido hizo que retrocediera asustada. Inmediatamente Zachary acudió con nuevas esposas, Kendra estaba despertando y no era momento para crear caos. En cuanto recobró la consciencia, se dio cuenta del lugar donde estaba. Los ojos se le llenaron de lágrimas. Miró a Zachary y le pidió que la dejara estar más cerca de la rubia.
El íncubo no se negó, le dio un pequeño empujón y quedaron frente a frente. Victoria no sabía que decir. Agachó la cabeza y lloró en silencio. Kendra le prestó su hombro como apoyo. Permanecieron así unos minutos. Mientras los líderes se colocaban alrededor del salón, todos ellos estaban ahí para presenciar el tan preciado ascenso. Se miraron una vez más, Kendra le dio un beso en la frente y fue arrastrada nuevamente al lado de su hermana.
-Lo lamento. -Le susurró Scarlet.
-No puedo estar aquí... -Cerró los ojos. -¿Por qué me han traído?
-Han sido órdenes de Lucifer. Estuvimos encerradas en la prisión, Lilith fue quien nos sacó de ahí... Para traernos a este lugar. -Suspiró. Sintió la mirada de Victoria sobre ellas. -Deberías verla, no la dejes sola en esto.
-No puedo... No puedo verla morir, Scarlet.
-Lo sé, pero si no lo haces, ella sentirá que está completamente sola, tiene miedo, tú lo sabes. Es sólo una chica.
Lucifer hizo su entrada. Acompañado de algunos demonios, caminó hasta donde estaba Victoria. Se puso de cuclillas para estar a su altura. Tomó su cara y la observó detenidamente. Volvió a ponerse de pie y habló fuerte.
-Quiero agradecer a todos por estar aquí el día de hoy. -Levantó sus manos hacia ellos. -Hoy, seremos libres. Ascenderemos como nunca lo hemos hecho antes. -Señaló a Victoria. -Con ayuda de esta chica, mi hijo vendrá a nuestro mundo y cruzará con nosotros. -Los demonios lo vitoreaban. -Entiendo que han esperado mucho por una oportunidad como ésta y serán, no sólo testigos, sino partícipes de ésta gran ceremonia. Quiero pedirles a todos ustedes que se arrodillen. Yo personalmente me encargaré de llevar a cabo el ritual.
Todos los demonios se inclinaron. Incluso los líderes: Asmodeo, Belcebú, Mammon, Belfegor, Amon y Leviatán. Cada uno había acudido con sus seguidores, el salón estaba completamente lleno. Lucifer comenzó a decir unas palabras en voz baja. Pronto se le unieron los demás, excepto Kendra y Scarlet. La castaña mantenía la mirada en su querida humana y ella hacía exactamente lo mismo. Sentía que su mera existencia había sido en vano. No quería que muriera. Daría lo que fuera porque no tuviera que pasar ese sufrimiento.
Lucifer se acercó a Victoria, sólo para susurrarle.
-Puedo concederte un último deseo.
-¿Deseo? -No dejaba de mirar a Kendra. -¿Puedo pedir lo que sea?
-Mientras no sea tu libertad o la de ese par.
-Déjame conservar el collar.
-¿El collar? -Miró su cuello y no encontró nada. -¿De qué collar hablas?
-Me lo quitaron cuando me pusieron la túnica. Lo quiero de vuelta. -Se giró a verlo directamente. Cualquiera habría sentido miedo al mirarlo, pero ella mantuvo la mirada fija. Ni siquiera parpadeó.
-¿Quién se encargó de prepararla? -Una súcubo alzó la mano. -Entrégame el collar que tenía. -Rápidamente la mujer se acercó al rey y puso en sus manos el relicario que Kendra le había obsequiado. -¿Es este?
-Sí, es mío, ¿podrías ponerlo en mi cuello? -Lucifer asintió. Con cuidado abrió la cadena y se lo colocó a la rubia. -Gracias.
Los líderes se pusieron de pie y de igual manera se acercaron al centro. Se tomaron de las manos, mientras Lucifer y la humana permanecían en medio del círculo. Continuaron murmurando hasta que el rey sacó una daga de color negro. El fuego del lugar ardió con más fuerza, provocando que la madera se consumiera con rapidez.
-Perdóname. -Dijo Victoria antes de recibir la primera puñalada. Fue en el pecho, luego en el abdomen, después en un costado... Para finalizar en su garganta.
-¡No! -Rugió Kendra. -¡Victoria!, por favor...
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Editado: 31.10.2020