Capitulo Dos
Jakov
Íbamos en el carro junto a Krisa mientras tomábamos la dirección hacia casa, mi madre a veces solía ser una exagerada, pero eso no quitaba que a veces las cosas si solían ponerse medio turbias.
Sonaba en los altavoces de mi volvo 𝒄𝒂𝒓𝒔 𝒐𝒖𝒕𝒔𝒊𝒅𝒆 escuchaba muy bajamente como Krisa iba tarareando la canción. Se me fue inevitable no ponerme un poco sentimental debido a su marcha en unos meses. Aunque las posibilidades de vernos podían ocurrirse con solo tomar un vuelo y ya, el sabor amargo de haber compartido con ella muchas cosas en mi vida en las cuales siempre le estaré totalmente agradecido.
—¿Puedo saber que te hace reírte?
—Pensaba en ese tiempo en el cual pensábamos que nosotros llegaríamos a estar juntos.
—No me tomes a mal Pavel, pero no me van los gruñones
—¿Solo los que te dan colágeno? — no logre contener la risotada que se continuo después de eso.
—Si te reis, estoy muy segura que no te gustaría estar en mi lugar.
La risa se esfumo de golpe cuando ella dijo aquello, sabia perfectamente a que se refería. Ella y su novio tenían muchos problemas, podría entrar en detalle y describir los millones de defectos que tenía el imbécil, pero seria una perdida de tiempo solo con tal con mencionarlo.
—¿Por qué no lo terminas y terminas con eso?
—Lo quiero sabes…— se le quebró la voz— Y porque lo quiero y me hace daño prefiero solo irme sin decirle nada, total, se que no le importara en lo mas mínimo.
—¿Por qué sueles ser tan complicada? ¿Qué te cuesta tomar un poco de amor propio para poder caer en cuenta que no te hace bien? —doble a la izquierda en la carretera entrando un poco en la zona de Hampstead.
—Me ofendes, tengo mucho amor propio sobre mi persona, voy al gimnasio, hago mis rutinas para cuidar mi cara, exfo…..
—Qué lástima que tenga que ser yo el que tenga que decirte que eso no es amor propio— hizo un ademan de querer interrumpir y la pare inmediatamente — amor propio es cuando te des cuenta que no estas para recibir sobras de nadie, para saber que cuando la arruinas en grande sabes pedir disculpas, es amor propio cuando sabes cuando decir 𝒏𝒐, es amor propio Krisa cuando ya no estas para aguantarle pendejadas a un imbécil que te robo casi un setenta por ciento de tu cuenta bancaria.
Se hizo un sepulcral silencio mientras terminábamos los recorridos en las residencias de Hampstead, mi casa estaba casi al final, ya que no me gustaba mucho tener vecinos merodeando por ahí.
Pulse el botón para que el portón fuera abriéndose mientras me acercaba a una distancia prudente para que no entrara nadie que yo no quisiera. Cerré una vez estando adentro de la gran propiedad o como lo llamaba mi madre “una pradera verde”.
Siempre me gusto la idea de vivir en un hogar con un gran patio y que la naturaleza siempre fuera parte de ella, con papa en mi tiempo de niños siempre acampábamos en casa y siempre soñé hacer eso mismo con mis hijos un día.
Coloqué el carro en el estacionamiento y tuve que ser yo el que rompió un poco el hielo de lo que se había forjado por la conversación anterior.
—Mira, sé que me pase….
—No te disculpes Pavel, tienes razón, a veces se me olvida que mi edad no es impedimento para tener un hombre digno de mí. Muchas gracias a veces se necesita la mano dura de alguien.
Con un asentamiento de cabeza salimos del auto para entrar por la puerta directamente del patio hacia la casa. Eran ventanales con puertas corredizas de vidrios blindados que daban una muy buena vista de los grandes arboles y flores.
Escuchaba risitas mientras me dirigía a la sala de estar, Krisa me dijo que tomaría un vaso de agua y no me moleste en servicio yo ya que ella conocía muy bien la casa junto a Conrad y Browen.
—….. se enojará mucho cuando tengas que decirle lo que hiciste.
—Jakov siempre esta enojado ¿Has visto el 𝒎𝒐𝒏𝒔𝒕𝒓𝒐 verde de mi tele abuelita? Papa es igual a él, solo que con corbata y barba feaaaaa. — dijo una vocecilla femenina de cuatro años mientras se reía e instantáneamente llevaba mi mano hacia mi barba. Ofendido porque mi barba era un buen accesorio siempre, no recuerdo la última vez que estuve sin barba.
Por mas que quisiera ese ratoncito que había ahí era una de las cosas más bonitas que tenía, sin duda era esa luz que no quería que se cavara nunca. Me encantaría poder encerrarle en una bola de cristal para que nada le pasara nunca.
Optando un poco por la actitud dura y seria solo para hacerla reír un poco Sali de mi escondite, que por supuesto mi madre ya sabia que me encontraba ahí.
—¿Quién rayos es el monstro verde del que hablas?
Se le cayo un lego de las manos que tenia en la mesita de la sala y mi madre la acompaño mientras se le limpia un poco de agua que se le había resbalado por la comisura de su boca. Al parecer no sabia que ya me encontraba ahí.
—Tu no sabes quien es Jakov — dijo la ratilla con dos coletas mientras apilaba los bloques — porque como pasas en…..