AEL
Luego que Luisa se fuera de mi departamento, me quede viendo la nota donde estaba la dirección y debatiéndome si ir al día siguiente o no, es tonto que me pregunte estas cosas cuando por fin la encontré, puedo cumplir la promesa que le di a mi padre y a la guardia entera cuando tome mis votos, pero no tengo cara para presentarme luego de mis imprudentes palabras. Sin embargo, luego de un gran debate de responsabilidad y ego, me encuentro dentro del carro escuchando Queen y manejando rumbo a su casa.
Luego de un gran trayecto, llego por fin a una casa en medio de la nada literalmente, no hay una tienda o una residencia cercana – supongo que es mejor y seguro- pienso mientras detallo el entorno tan pasivo y hermoso, la casa es de color crema y ventanales amplios rodeado de árboles, al lado derecho hay un jardín muy hermoso, miro hacia arriba y la veo sentada en el tejado con una postura de yoga, me mira solo por un instante para volver a seguir en lo que esté haciendo – Bien, qué más da – pienso mientras me dirijo hacia la puerta y toco el timbre.
Me dice mirando hacia la ventana que da al patio trasero donde se ve a Elena entrando al invernadero, cuando regreso la mirada a Luisa se esta cayendo del sueño en el mesón – como siempre perezosa cuando le conviene – mientras me termino el café ,Elena sale llevando consigo unos claveles , debo decir que hoy se ve muy hermosa, lleva puesto unos pantalones ajustados negros y una blusa larga blanca de tiras, me quedo observándola más de la cuenta pero no debo pensar así con la persona que debo cuidar y sobre todo es mi trabajo.
Elena entra a la cocina ignorándome por completo y eso me molesta mucho, mira a Luisa y menea la cabeza en forma negativa al tiempo que toma un florero pequeño y coloca las flores que lleva en la mano, me mira por un instante y pasa de largo nuevamente dirigiéndose a la puerta, pero antes que salga le digo:
Sigo con la mirada a Elena que se pierde detrás del invernadero y cuando quiero preguntar ella se adelanta
ELENA
Desde que Luisa me salvo de mi propia destrucción, me ayudo a entender lo que tengo y lo que soy, a no perder la paciencia que poca muy poca se me ha otorgado, por todo eso y mas le debo mi lealtad junto con mi respeto - bueno a medias a veces es desesperante- pero, esa es la idea, le debo lo que soy y por eso me siento culpable de que su padre ya no esté.
Me arrodillo frente a la inscripción- Abdón Risu amado padre y héroe - leo la inscripción que se encuentra sin fecha porque para nosotros la muerte no es el fin solo es una transición, dejo el florero que siempre le pongo y saco mi libro de poesía, se por Donora que a él le gustaba muchísimo y más las de Edgar Allan Poe.
SOLO
Desde las horas de mi infancia,
Yo nunca fui como los otros;
No vi jamás como otros vieron,
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Editado: 12.01.2023