XV
LUISA
Después que se fueron estos dos, no hemos parado de hablar con Margaret y no me parece ya una chica tan mala, bueno si es una mala influencia, pero a tratado de llevar a Elena por el camino de la diversión en medio del caos que es nuestra vida, además que no se negó para participar en este plan.
- Bien, me rindo me voy a dormir – le digo ya cansada y viendo que casi amanece
- Oye – me llama - ¿crees que esos dos estén bien?
- Pues, eso espero, siempre se tratan de matar cuando hablan, aunque ya han cambiado un poco en estos días – le digo alzando los hombros
Golpean la puerta y me dirijo a ver quién es – carajo – digo para mí, porque es José y Ciro, cuando le abro la puerta me da una de sus sonrisas
- Vaya – dice escaneándome – ¿así recibes a todos? Porque, si dices que sí, vendré todos los días
- Eres asqueroso y por si no lo notaste es de madrugada – me aparto para que entren – hola José – el solo mueve la cabeza
- Y, por si fuera poco, te diviertes sola – dice Ciro mirando a Margaret que le corresponde con la mirada
- Habla, a que has venido – le digo sentándome en el sillón al frente de ellos
- Yo no – me dice levantando sus hombros - de hecho, es él, yo me quedare haciéndole compañía a la visita, mientras ustedes conversan – yo frunzo el ceño y meneo la cabeza, porque estos dos están hechos tal para cual
- Podemos conversar en privado – me dice José, le hago señas para que me siga y así lo hace
Lo llevo hasta el despacho, pero le digo que me espere, mientras me voy al cuarto y me cambio con una sudadera - no puedo estar en short y esqueleto, verdad – voy por café en la cocina y paso por la sala, pero ya no veo a ninguno de esos dos – vaya no desaprovechan oportunidad – llego con dos tazas y la tetera al estudio, lo primero que hago es servir café, no sin antes repasar con disimulo a mi compañero de conversación, viste pantalones color negro, camisa azul oscura y chaqueta elegante, todo le queda como hecho a la medida, sus ojos son negros y no deja de seguir cada movimiento que hago – creo que piensa que lo envenenare – pienso mientras le entrego la taza y tomo asiento frente a él.
- Bien, ¿dígame en que le ayudo? – se sienta mejor y toma el café
- Ael, me envió unos documentos que encontraron en la casa de Daria – me dice entregándome su celular – también me comento que se encontraron con gente de Zeto, Elena estallo en medio del combate, pero está bien y al parecer pudo por fin controlarlo
- ¿Cómo esta Elena? – pregunto alarmada
- Llámalo, está esperando tú llamada – me dice apuntando a su celular que tengo en mis manos
- ¿Cómo esta? – es lo primero que pregunto al momento que Ael me contesta
- Estamos bien Lu, tranquila estamos en mi casa, ella … – se queda callado y lo escucho suspirar – es genial, la hubieras visto, de verdad pudo controlarlo de una forma impresionante
- ¿de qué hablas Ael? – le pregunto levantándome del puesto y acercándome a la ventana
- De que le enseñaste bien, restauro la casa que ella destruyo y no solo eso, cuando me tomo de la mano pudo alejar el color carmesí que deja como consecuencia de esto, calmo su enojo y lo transformo – le escuchaba y no lo creía
- Ael – le digo en un susurro – eso jamás lo ha podido hacer y jamás pudo tocar a alguien después de dos días – estoy impresionada con esto – escucha, lo que haya pasado en el momento del estallido no importa en nada, averigua que sintió al momento de calmarse o que sensación tenia, eso ahora es la manera de llegar a que logre controlarlo – le dijo regresando al puesto
- Está bien – me dice luego de un rato – José te dará algo que encontré y necesitara tu ayuda para esto, ponme en altavoz por favor – me dice ya serio y le hago caso
- Dime – le dice José
- Busca al niño de Daria, por la carta que te envié, debe estar en un lugar de seguridad de Zeto, sin embargo, creo tener ayuda en eso, es donde te necesito Lu, si todo sale bien nos contactara Máximo y tú debes llevar esto – dice tan rápido, que apenas puedo comprender que Daria tenía un hijo – José, mañana nos veremos con Bianca en las oficinas, lleva todo y deja que hoy alisten todos los equipos para que ella pueda trabajar.
- Ael, el niño…
- No, es de Máximo – me interrumpe - pero él no lo sabía, de hecho, no sé qué está pasando, porque dijo que yo era el traidor
- No es de extrañar – dice José – ellos debieron manipular a los demás con teorías idealistas, no se me hace extraño que a más de uno le dieran versiones diferentes, así como le gusta manipular a Aline cuando la mandas a tus diligencias, lo pueden hacer ellos y creme que la más efectiva es la verdad a medias.
- No puedes seguir reprochando eso – le dice Ael – ahora concentrémonos en lo que tenemos, con Elena tenemos unos documentos que vamos a revisar, pero les estoy enviando la información para que ustedes lo vean y me digan si saben algo, nosotros veremos un portátil y vamos mirando, bien – dice ya para terminar la llamada
- Cuídala – le digo antes de que cuelgue – vamos a ver que envió – digo mientras enciendo el computador