Ese día fue la primera vez en muchos años que Chastin no se sintió fuera de lugar en una clase de matemáticas.
Ocurrió en la mitad del curso cuando Claire Olivia hizo una pregunta sobre un ejercicio y dio cinco minutos para responder. En un pasado, Chastin hubiera solo fingido que lo resolvía, cuando en realidad estaría dibujando flores u ojos en su cuaderno. Ese día, se sorprendió a sí misma cuando, por curiosidad -solo por eso-, revisó las fórmulas que Oriol le había escrito y se dio cuenta de que una de ellas podría funcionar para resolver el problema.
—128/50 —Dijo en un susurro. Como si la hubieran escuchado, se oyó la voz de una chica llamada Caroline en una de las sillas delanteras, mencionando la misma respuesta.
—Muy bien, ¿alguien más lo logró?—Preguntó Claire Olivia con una sonrisa que hacía surcar un poco sus mejillas. Por inercia, Chastin miró en dirección a Oriol encontrándolo asintiendo para sí mismo con una sonrisa, con toda la pinta de que había solucionado el ejercicio en mucho menos tiempo que los demás, pero dándole una oportunidad a alguien más de lucirse.
Más tarde cuando estuvieron en el comedor, Chastin seguía manteniendo aquella sensación extraña en el pecho que no le permitía poner especial atención a lo que ocurría a su alrededor. En poco tiempo, había sido obligada a cambiar ciertos principios que no le hacían ninguna gracia, empezando con el hecho de verse acorralada a interactuar con Oriol, quien era la última persona que deseaba ver o escuchar.
Mientras hacía fila para comprar su almuerzo, se preguntó si aquél enojo que sentía por dentro era una molestia innata hacia él, o era una especie de orgullo resquebrajado, como consecuencia de haber roto un trato que ella misma se había hecho años atrás con respecto a él.
No le tomó mucha importancia, pues cuando el disgusto de pensar -como lo había hecho todo el día-, se había apoderado de nuevo de su mente, recibió un mensaje a su teléfono, que logró sacarle una sonrisa.
«Hola Hermosa, ¿te acuerdas de mí? ;)»
"Por supuesto que me acuerdo de tí" Pensó, pero terminó por responder:
«Hola Diego, claro. ¿Qué tal todo?»
Diego era uno de los chicos que se encontraba interesado en ella, pero con una particularidad: no quería nada formal. Chastin estaba cansada de las relaciones efímeras, de las citas que se resumían en una ida al cine o ir a comer helado para "conocerse mejor". Eso le aburría y la agotaba, era como un ciclo que no pasaba más allá de besos y caricias fugaces que se repetía una y otra vez.
Sin embargo, Diego era un poco diferente. A pesar de haberlo cortado, le seguía escribiendo con mucha insistencia y tenía que admitir que le gustaba ese juego. Diego era muy atractivo con su cabello rubio ondulado y sus ojos azules profundos, por lo que creía que no estaba del todo mal seguir hablando con él.
Se miró en el reflejo de los ventanales de la cafetería y confirmó que ella también era muy atractiva. Sus muslos tonificados hacían juego con sus caderas que se movían en una curva hasta sus pechos. Su cabello oscuro caía ligeramente en su cintura haciendo contraste con su piel pálida. Se sintió bonita.
Al regresar a la mesa descubrió que su amigo no estaba allí. Los frijoles en su plato se deslizaban como canicas duras y el arroz se veía tan crudo que temía romperse los dientes al probarlo.
—¿Y Luken? —Preguntó dejando las cosas en su lugar. Mariana parecía embelesada con algo en particular. Siguió su mirada y la descubrió mirando a un grupo de chicos reunidos en la esquina. Volvió a preguntar— ¿Mariana?
Al escuchar su nombre se giró con rapidez para darle cara, sus ojos pestañeando un poco.
—¿Qué dijiste?
—Te pregunté si sabías algo de Luken.
—Ah —Limpió sus cubiertos metálicos traídos de casa y la miró a través de unos ojos pardos con la misma inexpresividad habitual— Está con ellos —Señaló al grupo que resultó ser el equipo de béisbol de la escuela, al cual Luken pertenecía. Los "Skyline Thunder" como eran llamados tenían muy buena reputación en la ciudad. Habían llevado ya varios premios a la institución y eran producto de orgullo de todos los estudiantes.
Pertenecer a los SKT como se hacían llamar, significaba tener cierto estatus y lo mismo ocurría con las personas que se relacionaban con ellos. Tenían una fanaticada increíble que siempre los apoyaba en todos los partidos que no solo se limitaba a los estudiantes de Wisdom, sino también personas de otras escuelas, eran muy conocidos. Mariana y ella hacían parte de ese círculo por su popularidad en el instituto, pero sobre todo al ser amigas de Luken.
Uno de esos chicos era Gael, de cabello rojizo y músculos grandes, mientras que a su lado se encontraba Oriol, su mejor amigo.
Oriol.
Estaba en todas partes. Ni siquiera hacía parte del equipo.
Chastin no comprendía cómo alguien como Gael podía ser el mejor amigo de alguien como Oriol. Eran completamente distintos. Gael era de pocas palabras, misterioso y demasiado atractivo; incluso con esa camisa blanca que llevaba puesta parecía ser esculpido por los mismísimos dioses griegos. Era normal que muchas chicas estuvieran detrás de Gael; incluso ella misma alguna vez fue rechazada por él.
"Lo siento, pero no puedo salir contigo" Le había dicho, cortante. Nunca entendió qué quiso decir con ese comentario, sin embargo, tampoco le afectó demasiado. Fue muy cortés y tampoco le gustaba de tipo romántico; solo tenía curiosidad de saber cómo sería salir con alguien como él.
—!Chicas! —Sus pensamientos fueron interrumpidos cuando Luken regresó a la mesa. Se sentó frente a ellas con el uniforme de entrenamiento, su cabello oscuro húmedo; parecía haber tomado hace poco una ducha.
—¿De qué hablaban? —Se interesó Chastin.
—¡Sobre todo! —Empezó a resumir la charla. Chastin en un principio mostraba una sonrisa muy amplia mientras escuchaba el entusiasmo de su amigo, sin embargo, el rumbo de la conversación tomó un caminoque le incomodaba un poco. De pronto, empezó a sentirse ajena en la conversación, sus pensamientos difuminados junto a su sonrisa.