Equivocadas percepciones.

Capítulo 13.

Haber entrado al auto fue tal vez una de las mejores opciones que tomaron esa noche. Una vez dentro, no fue necesario prender la calefacción. El calor corporal de ambos fue suficiente para mantener cálido el ambiente. Oriol siempre se veía tan calentito… Sacudió la cabeza mientras ponía las manos en su regazo.

—Me gusta pintar.

Su vecino elevó una ceja.

—Lo sé.

Chastin soltó una risa cansada.

—Claro. Mi mamá te lo dijo.

—Sí, y porque no es un secreto de Estado que siempre te inscribes a los clubes de pintura —Llevó un dedo a su mentón y miró el techo, pensativo— De hecho, creo que ahora estás inscrita en la clase de la profesora… ¿cómo se llama? Ah sí, Gracie.

Quiso preguntarle cómo sabía ese dato, pero reprimió la duda, al llegar a la conclusión de qué saber algo como eso, no era un secreto de Estado, como había dicho. Si bien Wisdom, no era una escuela pequeña, lo cierto es que la cantidad de electivas que ofrecía eran limitadas, por lo que saber en qué curso se encontraba cada uno, no era difícil. Por ejemplo, sabía que Oriol estaba en la electiva de electrónica, y como: televisores explotados, escuela sin luz dos días… 

Inhaló con profundidad y continuó.

—Vale. Me gusta pintar. Realmente me apasiona, pero hay un problema.

Las palabras se forzaban de salir de su boca a través del nudo que se formaba en su garganta. Oriol ladeó la cabeza e hizo un movimiento con la mano, invitándola a continuar.

—¿Cuál es?

—Bueno. Tampoco se me da del todo bien pintar.

Lo dijo. 

Rara vez lo había admitido, y menos en voz alta. Lo cual resultaba extraño porque no solo lo había dicho fuera de sus pensamientos, sino que también se lo había confesado a Oriol, a quien creía no soportar antes de las últimas tres semanas. Su vecino pareció sorprenderse un poco y abrió los ojos.

—¿Por qué crees eso? Haces un buen trabajo.

Soltó un suspiro ahogado.

—Ni siquiera has visto lo que hago.

Lo escuchó reír.

—Creo que sí lo he hecho. Ese cuadro en la mitad de tu casa lo hiciste tú, ¿no?

Chastin visualizó en su mente el cuadro en el salón de su casa. Era el parque de los saltos. El río se encontraba ilustrado en un azul verdoso tan intenso que era lo que más llamaba la atención, seguido del verde opaco de los árboles que contrastaban con un atardecer que se escondía en el fondo. Sí, lo había hecho ella, y a su madre le había encantado tanto, que decidió sacarlo de su taller para instalarlo en la sala.

Se sintió halagada.

—Eh, sí —Contestó con los labios entreabiertos. ¿Cómo había llegado a esa conclusión? Claro, no era algo oculto que le encantaba pintar, no, le fascinaba. Pero el cuadro en su salón podría haberlo hecho cualquiera. Escuchó una respiración profunda de parte de su vecino.

—¿Sabes? No entiendo por qué dices que no se te da del todo bien.

Mordió su labio inferior, y empezó a buscar la forma de decirle a Oriol que su problema no se trataba precisamente del estilo que utilizaba, sino más bien de la forma en como lo hacía. ¿Lo entendería? Era lo de menos. Lo que quería ese momento era que alguien la escuchara, no alguien que le diera consejos.  Tomó aire una vez más, y las palabras salieron de su boca, temblorosas.

—Me he presentado seis veces a la academia, y en todas me han rechazado.

La expresión de Oriol pasó de la sorpresa a la pena, para finalmente pasar a la compresión. Su rostro se podía leer fácilmente. Era como un perrito que no dudaba en demostrar sus emociones, con los movimientos de sus cejas a todos lados, y la boca hecha un mohín que cambiaba de forma según la situación actual.

La comparación de Oriol con un perrito quedó hecha a un lado, cuando su vecino elevó una ceja y se cruzó de brazos. Si creía que no lo comprendería, no podía estar más equivocada. 

—No me digas que se trata de la “Esencia”

Okay. Tal vez Mariana tenía razón cuando le decía que subestimaba demasiado a Oriol. 

Sintió un escalofrío recorrer su cuerpo, haciéndole levantar las cejas hasta el techo.

—¿Cómo sabes eso? 

Eso la tomó desprevenida. En las seis veces que se había presentado, siempre le dieron la misma respuesta.

“Lo que haces es increíble, pero no tiene vida. Le falta esencia” Odiaba esa palabra, hasta el punto que empezaba a difuminarse en su entendimiento, como una imagen que sabía que estaba ahí frente a ella, pero que se desvanecía cada vez que intentaba enfocarla. Todos los días se preguntaba si algún día alcanzaría a comprender su verdadero significado o seguiría siendo una sombra inalcanzable en su entendimiento.

A pesar de todo, Oriol, no solo la había dicho de forma espontánea, sino que también lo relacionó directamente con su situación. ¿A caso Oriol podría entenderlo? ¡De ningún modo!

—He leído sobre eso en algunos libros. Sobre todo en la clase de Filosofía. ¿Sabes qué decía Paul Klee sobre el arte? —Se removió en su asiento y se enderezó— Que "El arte no reproduce lo visible; hace visible lo que no siempre lo es."




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