"¿Cómo quieres que te recuerden?"
A veces los finales felices no terminan siéndolo del todo, la historia no ha llegado todavía a su fin aún continua y nuestros personajes se han dicho adiós, la historia estaba destinada a repetirse.
Los cuentos no nos enseñan a resignarnos, están destinados a unos pocos de nosotros dónde los monstruos pueden ser destruidos.
Hay ciertas cosas que nunca dejan de darte miedo, siempre había esperado vivir en un cuento, me acostumbré a pedir perdón a pesar de saber qué el problema no era yo.
Aprender a querernos, si los silencios hubieran sido menos, debemos luchar por nuestros sueños, las princesas rara vez son tan afortunadas.
No hay derrota alguna que la defina, nada me afecta todo me resbala, la gente se martiriza por cosas que se escapan de su control, es fácil arrepentirse de lo que se ha hecho cuándo la muerte es inminente.
—Gracias por lastimarme aprendí más a amarme.
Me acostumbré a callar cuándo quería llorar, saber cuándo parar, saber cuándo empezar, nadie era capaz de llenar tu ausencia cuándo faltaban, persigue metas no personas.
Mis defectos dolieran, mis imperfecciones escondieran, mis estupideces estuvieran, mis errores siguieran, tus quejas, tus penas, esto pasará y algo nuevo llegará.
Se habla de los problemas cómo si no estuvieran, hay cosas que nos hacen bien sólo en el momento en qué alguien nos escucha decirlas.
Pesadillas dónde otros tenían sueños, huí porque era lo que había hecho toda la vida, huí porque aquellas miradas eran más de lo que yo era capaz de soportar.
Aunque me duele perderte tu recuerdo es permanente, el tiempo devuelve lo que el dolor se lleva, perdido en un cuento tan distinto, miedo a lo desconocido, brillando por dentro, un final feliz que ya no parecía tan lejano.
¿Cuidarás mi corona?
Atte: Una noble y audaz guerrera que se la vive poniéndose de primera.