Érase una vez...Nosotros

Capítulo 3

CAPÍTULO 3

-Sebastián-

Ella no estaba mintiéndome, y eso me desconcertaba, gracias a que estaba diciéndome la verdad, acepté seguirle el juego, la conduje hasta la puerta de cristal.

—Puedes quedarte bajo el umbral, una vez que lo cruce, no te preocupes, no tendrás que ir tras de mí bajo la lluvia. ¿Sabías? Odio los días de lluvia…—dijo con resignación, parecía que estaba conduciéndola a una sentencia de muerte, así lo hacía sentir, pues, la llovizna no era tan terrible, incluso tras los inmensos vitrales la imagen que se ofrecía era realmente fabulosa.

Quite mis dedos de la cadena de las esposas, ella temblaba, la briza fría se colaba hacia adentro, y las gotas salpicaban el suelo, suspiró completamente entregada. No podía comprender su extraño comportamiento, quizás estaba tan desequilibrada, que yo solo estaba siguiéndole la corriente a una mujer fuera de sus cabales simplemente porque me desconcertaban muchas cosas , conocía a mi tío, sabía mi nombre, me definió como ese jodido viejo lo hacía en el pasado ¿cómo podía ser eso posible? Siendo una mujer a la que en mi vida vi, aunque al parecer Arthur sí tuvo contacto con ella.

Más desconcertante aun fue cuando se definió a sí misma, como un monstruo, tenía tal certeza sobre sí misma que tampoco mentía cuando lo dijo. Ella no tenía apariencia monstruosa, todo lo contrario, su aspecto frágil, no coincidía con sus arrebatos de arrogancia, la palidez de su piel hacia resaltar su boca que era un rosado intenso, sus ojos marrones cargaban un brillo especial, eran como un espejo. Sus pestañas largas bajo sus cejas bien definidas enmarcaban su rostro de manera llamativa. No la reduciría como a alguien terroríficamente monstruosa, el cabello al llevarlo suelto y al ser largo, extremadamente fino se colaba por cada movimiento que hacía, cuando pataleaba, cuando giraba su cabeza molesta, o bien se iba hacia atrás cuando me enfrentaba elevando su mentón hacia mi rostro, parecía de seda, pues, se movía sobre sus hombros con una facilidad sorprendente.

—No te asustes, y no me lastimes, te lo ruego, solo debes tomarme y llevarme a algún lugar fuera de la lluvia , si me temes, puedes encerrarme, lleva mi maleta por favor con mis cosas donde quiera que me dejes…

Intenté mostrarme seguro, pero, sinceramente me perturbaba por la forma en la que me hablaba, ¿Qué no la lastime? ¿temerle? ¿encerrarla?

Comenzó a llorar y de pronto sin buscarlo me punzó pues parecía indefensa su pecho se agitaba con pequeños espasmos tristes.

—Entonces: ¿Podrías hacer lo que te pido? —me preguntó.

—Lo haré—respondí de forma inconmovible.

Asintió totalmente agobiada, traspasando el umbral, cuando se volteó hacia mí, la lluvia ya estaba mojándola por completo, sollozaba bajo sutiles murmullos, muy asustada. He hizo lo que prometió, no se movió, solo dejó que la luvia cayese sobre ella, me observó avergonzada, su boca se apretó bajo un intenso sollozo que iba al compás de la llovizna, las puntas de su largo cabello se mecieron con suavidad gracias a la briza que arrastraba la lluvia.

Abrió suavemente su boca de forma temblorosa quiso esbozar algo, pero, por alguna razón no pudo hacerlo. Entonces hice eso que pocas veces hago por alguien:

—Voy a estar justo aquí, esperándote.

Ella, pareció no oír aquello que dije, había apretado suavemente sus labios, cerrando obedientemente sus ojos para en cuestión de segundos…

¡Desaparecer bajo mi atenta mirada!

¡Maldita sea! —vociferé cerrando la puerta de cristal de un tirón, al notar que su ropa estaba en el suelo totalmente mojada, las esposas, y…el gato blanco que había visto por la mañana me observaba indómito en su lugar bajo la lluvia. Me alejé deseando comprender qué era lo que había visto, ¡no podía ser cierto! ¡la vi desaparecer bajo mis propios ojos convirtiéndose en ese gato!

Iba y venía pasando de una punta a otra observándola o mejor dicho esta vez observando a esa gata que caminó de forma temerosa hacia el vidrio maullando.

Pensé que a lo largo de mi existencia lo había visto todo, pero, ¡eso! Sí que no me lo esperaba, soy un hombre racional ¡muy racional!

Salí de mi habitación cerrando la puerta tras de mí, necesitaba alejarme y pensar, caminé hacia la cocina abrí el grifo enjuagando mi rostro, tenía que entrar en razón, estaba delirando, la noche anterior, había estado bajo una revuelta, quizás estaba teniendo algún trastorno psicótico producto de alguna mierda que aspiré esa noche por error, porque un jodido cretino lanzó en plena lucha una bandeja con drogas que estaban siendo sintetizadas sobre mi rostro, ¡quizás inhalé algo de aquello! antes de llegar a casa vi al médico, y todo estaba bien; ¡Pero al parecer no!

Refregué mi rostro, intentando centrar mis sentidos, dando grandes zancadas volví hacia mi recámara, se me ocurrió una idea ( antes de declararme más loco que una cabra) pero en fin era lo único que me ayudaría. Entré nuevamente en mi habitación busqué con desesperación a ese gato, hasta que la encontré acurrucada bajo la lluvia pegada junto al vidrio. Con mi móvil le tomé una fotografía y se la envié a Isaac, sin explicarle absolutamente nada.

Nuevo mensaje:

¿Adoptase a un gato? De no ser así , ¿no tienes dotes de bombero?, cretino, quítalo de allí va a enfermar y se lo ve asustado.




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