Ancho mar, eterno mar se extiende sobre tu cuerpo.
Azul el sueño que me quita el sueño, tus curvas son mi frontera, y desde tu pecho bajaré al infierno y cuando los ríos se sequen gritaré tu nombre porque es lo único que recuerdo, paraíso andino.
En tu desierto me cierno, tus estrellas me encienden como la esperanza de una nueva vida.
Manos contra el cielo, mano en tu desierto, si tú me das la mano te prometo atrapar el silencio que te han robado las almas desnudas. Y te lo he dicho mil veces, y lo vuelvo a repetir; no hay mejor sensación que recostarme en tus montañas pulcras.
Amárrame a tu vientre que no tengo prisa de dejarte. No me ahuyentes con tus vientos que he soportado peores, mi vida. Y aunque me pierda en tus gélidos ojos te seguiré queriendo como el primer día.