Capítulo veinte
¿Si ubicas quiénes somos?
Alessia entró a su casa muy feliz, el beso con Thomas la traía así, nunca pensó que al sentir el contacto de sus labios en los suyos podía causarle un sin fin de sensaciones indescriptibles.
¿Cómo un beso podía poner su mundo de cabeza?
Pensó que eso solo ocurría en las películas.
Era tan extraño sentirse así.
Dejó salir un suspiró y sacudió su cabeza.
Empezó a caminar en busca de su madre y hermanos, quería abrazarlos y contarles como le había ido.
Tenía tiempo sin verlos, los extrañaba mucho.
Al ver todo apagado pensó que estaban escondidos para darle la sorpresa.
Caminó lentamente hasta llegar al interruptor para prenderlo, se dibujó una mueca al ver la estancia vacía.
Subió la maleta a su cuarto para luego buscar por toda la casa, con la esperanza de que hubiera alguien, pero la casa estaba vacía.
Se dio una ducha para relajarse un poco, buscó en su armario y optó por ponerse un short y una sudadera.
Luego de una hora escuchó que abrieron la puerta, bajó de inmediato y los vio entrar.
―¡Mamá! ―dijo Alessia emocionada.
―¿Qué haces aquí? ―preguntó su hermana.
―Acabo de regresar.
―Mi vida, lo siento, lo olvidé ―Alessia se desilusionó.
¿Cómo era posible que su madre lo olvidara?
―Pero me alegra que estés aquí ―le dio un abrazo ―¿Cómo te fue? ―le preguntó mientras ponía unas bolsas en una silla.
―Bien ―miró las bolsas ―por lo que veo fueron de compras.
―Obvio ―respondió Ara ―mamá nos compró todo lo que quisimos, la pasmos increíble —hizo una pequeña pausa —sin ti.
―Me alegra ―su cara decía todo lo contrario.
—Lo bueno es que tú ya trabajas y mamá ya no te va a comprar nada, todo va a ser para Franco y para mi.
Asintió, quería decirle a su hermana muchas cosas pero decidió callarse, no tenía caso armar una pelea.
―¿Cómo la pasaste? ―preguntó Andrea.
―Bien —dijo desanimada, algo en ella ya no estaba bien —la verdad me di cuenta... ―la interrumpió su mamá.
―Ara, por favor, guarda eso en tu cuarto ―comentó al ver el desastre que empezaba a hacer su hija en la sala ―¿Qué me decías?
―Que me di cuenta que la ac... ―no la dejó terminar.
―Franco, sube esto a tu cuarto ―le dio una bolsa ―ahora si, dime.
―Nada importante ―su madre asintió y acomodó las cosas que eran para la cocina ―voy a mi cuarto ―empezó a subir las escaleras.
―Te hablo cuando esté la comida.
―Si ―se limitó a contestar cabizbaja.
Subió a su cuarto, encendió el aire acondicionado y se acostó en su cama, cerró los ojos mientras el aire soplaba en su cara.
De nuevo estaba en su casa y por alguna extraña razón pensó que sería diferente, que su mamá se iba a alegar de que estuviera de regreso, pero no notó eso en su rostro.
Fue triste cuando ella llegó y nadie la recibió, porque se les había olvidado y no hablemos del comentario de Ara y el poco interés por no decir nulo de su madre por como le había ido.
Quizá estarían mejor sin su presencia.
Negó.
—Alessia, no pienses en eso, por favor.
Se dijo así misma, no quería volver a sentir ese sentimiento.
No otra vez, bastante le había costado salir adelante para dejarse caer de nuevo.
Tocaron un par de veces la puerta.
―¿Puedo pasar? ―preguntó su hermana.
―Si ―entró y se sentó en un sillón que estaba en frente de la cama ―¿Qué haces aquí?
―¿Cómo te fue? ―quiso saber.
―¿En serio quieres saber?
—Si, cuéntame.
―Pues la verdad muy bien, estas semanas fueron increíbles, un poco agotadoras, pero valió la pena.
―Ya espero ver la película ―comentó emocionada.
―¿Sabes? ―la miró ―me encantó estar en un set, se que esto es lo mío.
―Lo sé ―le regaló una sonrisa—. Y vas a ganar mucho dinero, ¿no?
—¿A qué viene eso?
—A qué vas a poder ayudar económicamente a mamá, deberías darle la mitad o tal vez más de lo que te pagaron.
—Pero eso es mío...
—¿Por qué eres egoísta?
—No se trata de eso, pero...
—Mejor me voy y piensa en lo que te dije.
Se levantó del sillón y salió de ahí, dejándola con miles de preguntas.
—No soy una egoísta...
No, claro que no lo era, si su madre necesitaba dinero, sin que ella se lo pidiera le hubiera entregado lo que le pagaron, pero no era así.
Tenían estabilidad económica, no sufrían de carencia.
¿Por qué le iba a dar su dinero sino lo necesitaba?
¿Estaba siendo egoísta?
En la comida hablaron de lo que hicieron en el tiempo que no estuvo Alessia, se escuchaban tan felices hablando de lo que hicieron sin ella, algo que remarcaba mucho su hermana.
En la noche Alessia se puso a hacer ejercicio como siempre, su madre la vio e hizo un comentario.
―Entiendo que quieras hacer ejercicio.
—Si, quiero sentirme mejor conmigo misma.
―Lo entiendo, debes trabajar tu cuerpo, es tu atractivo, porque la gente fea no triunfa ―no le respondió nada.
Una parte se sintió mal al escuchar a su madre, primero lo de la tarde y luego esto.
¿Por qué era así?
¿No se daba cuenta que la lastimaba?
Ese comentario la hizo pensar, y ahí fue donde recordó lo que le dijo Thomas.
"no importa lo que piense tu familia, tus amigos, ni siquiera importa lo que piense yo, lo único que importa es lo que tú pienses de ti"
Una sonrisa se dibujó en su rostro e ignoró lo que dijo su madre.
―Buenas noches, mamá ―le dio un beso en la mejilla ―descansa.
Fue a su baño y se miró en el espejo.
Su madre le había dicho que era fea pero ella al verse al espejo no se vio así, al contrario, le gustaba lo que veía.
—Me gusta lo que veo —le dijo a su reflejo mientras una lagrima resbala por su mejilla.
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Días Después
Alessia estaba preparándose para irse a la escuela, las "Vacaciones" habían acabado y lo digo entre comillas porque realmente no eran vacaciones, solo era un descanso para todos los que habían ido al viaje, aunque los que no fueron también lo disfrutaron.