Decidida a no dejarse llevar por la duda, Elysia se levantó, se despidió con una sonrisa de Lir y acompañó a su amiga a través de la multitud. Mientras caminaban, su mente trabajaba febrilmente, buscando explicaciones y teorías. Sin embargo, en lo más profundo de su ser, un destello de esperanza comenzaba a brillar con la certeza de que Lir era real aunque nadie más lo viera y que su aventura juntos apenas comenzaba.
Mientras se adentraban en el bullicio navideño, Elysia no podía evitar mirar hacia atrás de vez en cuando, medio esperando, medio temiendo ver la figura alta y esbelta de Lir siguiéndola entre las sombras y las luces. Nada sucedió; era como si él se hubiera esfumado para siempre.
—Elysia, no te preocupes —djo Ofelia al ver como giraba la cabeza— de seguro Lir te encuentra.
—Sí, seguro él regresa —dijo sintiendo un gran miedo en su pecho.
Las horas pasaron, con Ofelia saludó a casi todos los pobladores que le sonreían y miraban con lástima. La historia de Elysia era muy triste. Sus padres habían sido tragados por el lago helado al romperse el hielo llevándose a ambos en su trineo junto a toda la jauría. Dejándola sola en la vida, por eso ella no se fue a estudiar como la mayoría de los jóvenes a la gran ciudad.
Se hizo cargo de la librería, donde todos la veían y de cierta manera la cuidaban. No había nadie en específico, pero al mismo tiempo todos velaban por la casi invisible chica librera, y sentían que estaba bien en su mundo de libros. Por ello, al verla pasear, hablar y reír sola, se compadecieron y se sintieron culpables.
Todos ahora tenían algo que contarle, o preguntarle. haciendo que Elysia no tuviera un solo momento a solas para ir a investigar qué era lo que sucedía con Lir, al cual no había vuelto a ver. Al finalizar la noche y regresar al lugar donde lo dejara, solo vio el banco vacío, ninguna señal de su amigo.
La amiga de Elysia, considerada, decidió acompañarla a su casa junto con sus padres, quienes vivían un poco más abajo en la misma calle. Al entrar en la librería, que había recuperado su atmósfera lúgubre y sombría, un pequeño destello captó su atención, haciendo que girara la cabeza hacia el libro blanco con ribetes dorados que descansaba en el alféizar de la ventana.
Lo tomó, con la intención de sumergirse de nuevo en la lectura de la Leyenda del príncipe elfo. Subió las escaleras, su mente un torbellino de confusión, sin entender qué le estaba sucediendo desde su visita al enigmático castillo de Morgenstern. Se sirvió un vaso de agua y reavivó el fuego en la chimenea, decidida a terminar el libro.
Elysia se acomodó en su sillón favorito, el resplandor de la chimenea danzando en las paredes, proyectando sombras que parecían cobrar vida propia. El libro blanco con ribetes dorados descansaba pesadamente en su regazo, como si contuviera más que meras palabras; como si albergara secretos y verdades que trascendían su comprensión.
A su mente nublada y entristecida vino la última imagen de Lir desvaneciendo frente a ella, y su pregunta.
—¿Crees en la magia?
Con manos ligeramente temblorosas, abrió el libro por la página en la que había dejado la lectura. Las letras parecían vibrar ante sus ojos, y una sensación de déja vu la invadió. La historia del príncipe elfo Liriel, se volvía cada vez más interesante y enigmática. Pero lo que sus ojos recorrieron a continuación la hizo llenarse de esperanzas.
El libro contaba que el príncipe vagaba por el mundo disfrazado de humano para interactuar con el mundo de los mortales en busca del alma pura que lo liberaría. Eso resonaba ahora con una intensidad abrumadora. A medida que leía, la línea entre la ficción y su realidad se desdibujaba, fundiéndose en una extraña simbiosis.
“¿En verdad existirá la magia y todos los seres sobrenaturales que aparecen en las historias? Se preguntaba ahora Elysia deseando con toda su alma que fuera verdad y que ella tuviera la capacidad para verlos, y que no fuera que su mente cansada de la soledad, se estuviera perdiendo entre lo irreal imaginario y la realidad.
La leyenda narraba cómo el príncipe elfo, Liriel, había sido enviado al mundo humano para encontrar a alguien que pudiera ver más allá del velo de lo ordinario, alguien capaz de creer en lo imposible. Solo esa persona podía ayudar a salvar ambos mundos de una amenaza inminente. Elysia no pudo evitar sentir que cada palabra le hablaba directamente a ella, cada frase una llamada a despertar.
Un golpe repentino de viento sacudió la ventana, captando la atención de Elysia con un destello de luz. Al alzar la mirada, su corazón se detuvo por un instante: reflejado en el vidrio estaba Lir, no como una mera ilusión o un reflejo distorsionado, sino con una presencia tan palpable como el fuego que ardía en la chimenea.
—Lir —susurró Elysia, la voz apenas un hilo de asombro y corrió a abrir para dejarle pasar.
Pero la única respuesta fue el silencio y una creciente sensación de desilusión. "Estoy demasiado estresada y cansada", se convenció al ver la fría noche desolada. Cerró la ventana regresando a su lugar al lado de la chimenea. Quería seguir leyendo, pero se sentía demasiado cansada.
Dejó caer el libro y se acurrucó en la calidez de su cama, cayendo en un sueño profundo casi de inmediato, agotada no solamente físicamente, sino psicológicamente. Se reprochaba haber emprendido aquel viaje sin obtener ninguna experiencia significativa. Llegó incluso a temer haber contraído alguna rara enfermedad que le provocaba alucinaciones.
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Editado: 14.12.2023