Me remuevo molesta por la luz que hay, es muy extraño, en la habitación que comparto con Hache no entra tanta luz. Abro mis ojos despacio adaptándolos a la claridad. Lo primero que observo es una pared blanca pegada a la cama. Me sobresalto sentándome en la cama, como si quemara. Llevo mis manos a la cabeza por el fuerte maleo que me provoque, con el brusco movimiento.
-Creo que deberías tomar las cosas con calma. – escucho una voz masculina proveniente de un rincón de la habitación. – La droga que usamos en tu copa es algo fuerte, y tiene algunos… - levanto la mirada enfocándola en un hombre, es el hombre grande de ojos negros de la fiesta. – ¿Cómo decirlo?, efectos colaterales.
En su rostro se forma una sonrisa, que lo hace ver más temerario, enrollo mis piernas para abrazarlas a mi cuerpo. Ese hombre es intimidante. El vestido se me pego a la cadera dejando mis piernas desnudas. Veo como se remueve en su silla, observando mis piernas, se levanta de un golpe, y se acerca tan rápido, solo logro gritar.
- ¡No te acerques! - no le importan mis gritos, solo me toma de mis tobillos, tirando hasta quedar recostada en la cama, él se coloca sobre mí. Mi cuerpo tiembla, trato de moverlo, pero no consigo hacerlo, mis lágrimas que tanto intente retener caen en cascada por mis mejillas, mojando todo a su paso. – Ya déjame. – exijo cuando sus manos recorren mi cuerpo. – No, no me lastimes, por favor. – digo en un murmuro. Siento como su cuerpo es desplazado lejos del mío en un movimiento veloz y fuerte.
Yo solo me levanto de la cama y corro a un rincón de la habitación. Un hombre del mismo tamaño que el de ojos negros. Golpea su rostro con fuerza. Se posiciona encima de él inmovilizándolo. No puedo seguir viendo cuando el tipo en el suelo no se mueve. Su pecho sube y baja con dificultad, pero no se mueve.
-Te dije que no toques a la chica. – grita furioso el hombre que acaba de salvarme, mientras deja más puñetazos en su cara. – No quiero volver a ver cerca de ella. – termina soltándolo, haciendo que su cabeza golpee fuerte contra la dureza del suelo. Me mira por unos segundos, tiene unos ojos celestes es de cabello castaño, su camisa blanca esta manchada de sangre, igual que sus brazos y manos.
- ¿Declan? – murmuro, el nombrado no se mueve, solo se acerca y me levanta del suelo. Suelto un suspiro aliviada de ver a alguien en quien confió. Lo estrecho en mis brazos apretujándolo, el me devuelve el gesto. – Viniste a buscarme, ¿Dónde está Hache? - él no dice nada, solo me corresponde el abrazo de la misma forma cariñosa.
-Hache no está aquí. – dice en un tono ronco apretando sus dientes. Sus palabras me confunden, me separo de él, observando su expresión, parece molesto por mi pregunta. - Génova, lo siento. – me alejo del hasta chocar contra la pared, dejo caer mi cuerpo hasta estar sentada en el frio suelo. – Me encanta como te queda el rosa. – murmura, recorriendo mi cuerpo con la mirada, mientras intenta acercarse, pero me alejo más.
Su cara refleja sorpresa, arrugado su ceño, al ver reacción. Sale de la habitación, se escuchan sus gritos dando órdenes. Unos hombres vuelven a entrar llevándose al que está en el suelo, cubierto de su propia sangre. Cuando todos salen escondo mi cabeza entre mis piernas.
Estoy muy asustada, ¿dónde está Hache?, ¿dónde estoy?, ¿estoy en el laboratorio?, ¿soñé con el doctor canoso?, ¿Qué está pasando?, ¿Por qué Declan actúa de esa forma? miles de preguntas sin respuestas. Todas rondan mi cabeza, sin dejar de atormentarme.
Siento mis músculos entumecidos, desde que me dejaron sola no pude moverme, mi cuerpo no para de temblar por el frio. Un frio que se cuela por mi vestido y mis piernas libres de la tela. Intento darme calor moviendo mis manos por mis piernas, pero no lo logro. Decido que es mejor levantarme e ir hacia la cama. Me arrastro en el suelo hasta llegar al borde. Escucho como la puerta es abierta y me apresuro a volver a mi rincón.
-Te traje ropa, no creo que estés muy cómoda con ese vestido. – dice el mismo hombre que me salvo del de ojos negros. – En esa puerta tienes un baño. Cámbiate. – coloca la ropa encima de la cama y se vuelve alejar. Mis ojos no se separan del hombre que aguarda en la silla que está en el fondo. – aunque te quede hermoso ese vestido color rosa, tienes que ponerte eso. – su voz suena autoritaria, apunta con su dedo la ropa que está encima de la cama. Resopla aire de sus pulmones cuando no recibe respuesta alguna. – ¿Crees que esto es un juego? – escupe la pregunta con odio. – Hache, Samuel, el Alfa Calajan, como quieras llamarlo, no va a venir por ti. Así que hazte un favor, y no me hagas enojar.
-Yo no sigo ordenes de nadie. – respondo con burla. – Hache va a venir por mí. – suelta una larga y ruidosa carcajada. Acomodándose el cabello que se esparce por su frente. Me tenso cuando su cuerpo se acerca al mío, agachándose hasta quedar a la misma altura que yo. - ¿Por qué haces esto?
-Génova, pensé que eras más inteligente. – pasa sus nudillos en mis brazos haciendo que me haga más chiquita en mi lugar, alejándome de su toque. Hace una mueca en sus labios, por mi reacción, pero no lo intenta de nuevo, aleja su mano parándose. – Cámbiate, no quiero mandar a uno de mis hombres a hacerlo por ti, esta vez no voy a intervenir si intentan tocarte. – su voz suena arrogante y burlona. – No quieras ponerme a prueba. – al terminar sus palabras se marcha hacia la salida, antes de irse se da vuelta y me mira. – Solo pórtate bien, no quiero que te pase nada malo. - su mirada me demuestra la preocupación que siente por mí. Sus palabras rondan en mi cabeza. ¿Por qué intenta protegerme?, ¿De qué sirve si me tiene encerrada?, ¿Qué quiere de mí?
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experimento, mates amor y dolor, híbridos entre vampiros y hombres lobo
Editado: 12.11.2019