Eres mi salvación.

Capitulo XIV: Mi amado lobito.

Mis patas duelen, mi respiración esta acelerada, no puedo detenerme. Él, la persona en la que confiaba, es la única que me estaba mintiendo. ¿Porque? No lo sé. Lo único que estoy segura es que tengo que alejar todo el mal de mi familia. Mi familia.

Mi corazón late muy rápido, mi cuerpo no puede seguir a este ritmo, estoy llegando al límite. Gruño cuando logro agudizar mis sentidos y escuchar una camioneta que se acerca a toda velocidad. No puedo seguir así.

Intento buscar una escapatoria, pero no hay nada en este bosque, que me de ventaja. “Estoy perdida” es lo primero que pienso. Yo no sé qué hacer, si me voy por vencida, ellos van a encerrarme. No puedo volver, necesito encontrar a alguien que me diga la verdad, porque estaba en ese lugar.

Un olor dulce invade el lugar, es muy atrayente, sin pensarlo mis pasos van para ese lugar. Dios, es delicioso, tiene una combinación exquisita, huele a bosque con menta. El olor se intensifica y llego a una casa, está en ruinas.

Entro con pasos lentos, tratando de recomponer mi respiración. Soy cuidadosa al momento de pisar la madera que cruje, por el peso de mi cuerpo. Escucho unos gruñidos provenientes de una de las habitaciones. Camino despacio midiendo cada centímetro que me voy acercando. Mi cuerpo tiembla de miedo, pero me siento segura, el olor me da la confianza de seguir mi camino.

-Sé que estas hay afuera, puedes ayudarme con las cadenas… - escucho la voz de un hombre, proveniente del otro lado de la puerta. – No tenemos tiempo, ellos van a volver.

Entro a la habitación con pasos cautelosos, un hombre se encuentra en el suelo, amarrado con unas cadenas. Su cabello rubio, me trae a mi cabeza recuerdos borrosos, haciendo doler mi cabeza. Suelto un chillido de dolor sin poder contenerme.

-Veo que es la primera vez que te conviertes, trata de concentrarte lobita. – gruño por la forma en que me llamo. – Tranquila… Solo ayúdame con las cadenas y yo te ayudo a volver a tu forma humana. - no lo dude, solo hice lo que me pidió, intente arrancar las cadenas, pero lo único que conseguí fue quemarme. – Son cadenas de plata, no vuelvas a acercarte así, o vas a conseguir más que una quemadura.

Yo solo gruño en respuesta, porque no me aviso antes. De sus labios sale una risita molesta. Y vuelvo a gruñir. Me doy la vuelta intentando irme de ahí, dejándolo a merced de quienes lo tienen atado. Pero algo en mi interior me lo impide. ¿Quién es este sujeto?

Cansada de estar en esta situación, relajo mi cuerpo. Al menos el olor que desprende su cuerpo, opaca el mío. Creo que no podrán encontrarme si me quedo aquí. Me siento muy cansada. Mi cuerpo ya no me responde, voy perdiendo los sentidos, dejando pasos a la oscuridad.

-No espera no te duermas, por favor… Aguanta. – su voz hace que saque fuerzas de alguna manera, para poder mantenerme en pie. – Bien lobita, muy bien hecho. – me alaga con una sonrisa en sus labios. – Escúchame, busca una llave, tiene que estar por allí afuera. Los hombres que me tenían encerrado salieron muy rápido, sin importarles dejaron la puerta abierta.

Asentí en respuesta. Salí de la habitación buscando una llave. Esto es ridículo, pero no pierdo nada con solo intentarlo. Mis pies no quieren seguir dando pasos, estoy muy cansada. Reviso las otras habitaciones y el lugar que es la recepción de la casa. No hay nada.

Escucho el ruido de una camioneta afuera de la casa. Ya no tengo más fuerzas para seguir huyendo. Me desplomo en ese lugar, mi cuerpo duele, no me importa nada. Estoy muy cansada, quiero dormir por toda la eternidad. Veo como Declan entra a la casa y sonríe.

-Oh, pero miren que tenemos aquí, si es la hermosa Génova que viene a salvar a el amor de su vida. – su risa se escucha lejana, sus palabras resuenan en mi cabeza, no las entiendo. - ¿No pudiste salvar a tu querido Samuel?

¿Samuel? Él es Samuel, el que invade mis sueños, el que me llama constantemente, pidiéndome que vuelva a su lado…

(…)

Despierto con un dolor muy fuerte en mis manos y brazos. Abro los ojos despacio, la luz molesta que entra por una ventana, hace que arrugue mi frente. Intento llevar mis manos a la cara, pero no puedo moverlas algo me pesa demasiado en ellas, llevo las mismas cadenas que tenían amarradas al hombre me sostienen con fuerza, reteniéndome contra mi voluntad, sentada en el frio suelo de madera. Al menos volví a mi forma humana. Llevo un vestido que cubre mi desnudes. Intento no mover mi cuerpo, ya que es demasiado corto e incómodo.

¿Que soy? ¿Quién soy?

Es lo único que ronda por mi cabeza. No importa en el peligro que me encuentro. No importa que un psicópata, obsesionado se encuentre cerca. Su olor se siente a través de las paredes de la habitación.

¿Por qué a mí?

Vi el terror reflejado en los ojos de mis padres, porque sé que son mis verdaderos padres. Y mi amiga... la que me ayudo a escapar del infierno en el que me encontraba.

Escucho unos pasos acercarse a donde me encuentro, haciendo que mi mente vuelva a la realidad. El pánico se apodera de mi cuerpo haciendo que mueva mis brazos bruscamente, consiguiendo que mis muñecas terminen sangrando. Veo entrar a Declan por la única puerta de la habitación, su cara refleja lo molesto que se encuentra en estos momentos. Se acerca hasta estar centímetros de mi cuerpo, yo intento alejarme, pero solo termino lastimándome.




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