Victoria.
Las fiestas de sembrina han terminado, y eso sólo significa una cosa, debemos volver a clases.
Me parece súper injusto que nos hagan regresar tan rápido pero, no me puedo quejar, bastante trabajo me costo conseguir esa beca, y no puedo ser tan mal agradecida, porque gracias a esa beca es que puedo estar con mis mejores amigos.... Bueno, a excepción de uno....
Pero esa es una historia que ya les contaré más adelante.
Regresando a mi triste realidad, me reviso por última vez en el pequeño espejo, tomó mi bolso e inspecciono que no se me olvidé nada.
Salgo de la habitación y me dirijo a la cocina.
- Buenos días, mamá.
Saludo a mi madre, una bella mujer que se ve muy joven a pesar de sus 42 años. Es muy linda, con su cabello color castaño claro, el cuál se está empezando a teñir con algunas canas, unos preciosos ojos verdes y una muy linda silueta, con la que se ve perfecta y profesional con esa bata Blanca de Psicóloga.
- Buenos días, hija, ¿cómo dormiste? - Me sirve un vaso con jugo naranja.
Me llevo una fresa a la boca - Bien, aunque ojalá y las vacaciones no hubieran acabado tan rápido.
- Ay hija, ya habrá más tiempo para descansar, por ahora le debes poner mucho empeño a la universidad.
Suelto un suspiro - Lo sé mamá, pero aveces es difícil...
Le da un sorbo a su taza de té - Nadie dijo que sería fácil, pero tu deber es no darte por vencida.
Asiento.
Revisa la hora en el reloj que lleva en la muñeca - Vamos, ya es muy tarde.
- Sí es demasiado tarde, puedes irte, yo me puedo ir en mi bicicleta o caminando.
Alza una ceja - De ninguna manera, señorita, no puedo permitir que vayas sola y corras el riesgo de llegar tarde. Vamos, toma un par de tostada, por esta ocasión puedes desayunar en el auto.
Es inútil debatir, tome un par de tostadas con jalea, me coloqué mi bolso y salimos a toda prisa de casa.
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Después de un viaje de 30 minutos de mi pueblo hacia la ciudad, al fin llegamos al colegio.
- Anda hija, no te permitirán entrar si sigues demorando tanto.
Me sacudo unas pequeñas migajas de la tostada y salgo a toda prisa del auto - Adiós, te quiero. Nos vemos en una semanas.
No espero su respuesta y salgo corriendo a toda prisa hacia la entrada del colegio.
La prefecta Murphy se cruza en mi camino impidiendo que logre pasar.
-- Buenos días, al parecer se ha vuelto un hábito que usted llegué tarde. - Cruza los brazos sobre su pecho.
- Lo siento, se me hizo un poquito tarde, ¿me puede dejar pasar?.
Lo piensa durante algunos segundos antes de escupirme un firme y claro:
- No. sí quiere pasar, será con un reporte en su expediente, no es la primera vez que llega tarde, está vez si merece un pequeño manchón es su expediente "perfecto" - hace comillas con los dedos. - tú ya eres una mujer universitaria, la cuál debería ser más responsable, por eso debe asumir las consecuencias de sus actos.
¡BRUJA!
Espero que eso no afecte mi estadía en el colegio.
Se que suena un poco exagerado, pero aquí un mínimo error podría costar mi estadía aquí.
- Sigame, le daré su reporte para que le permitan entrar a su clase.
No digo nada, no quiero que tome represalias en mi contra.
En silencio camino detrás de ella.
¡Que manera de iniciar del día!