Capítulo 7.
Él va a causarme un paro cardiaco si sigue apareciendo en los momentos menos esperados.
Es que no entiendo a mi cuerpo, en vez de tratar de apartarlo, se deja guiar hasta quedo recostada en la pared del baño al lado del lavamanos. Su mano grande sigue en mi boca y tengo que inclinar la cabeza hacia arriba para poder verlo.
Me mira con una sonrisa seductora y sus ojos tienen un brillo juguetón, mi respiración es un caos y él parece muy consciente de ello, porque su sonrisa crece más.
Ya tuvimos un momento así hace horas, no necesito más. Estuve a punto de besar a mi ex. ¡A mí jodido ex! Eso no me cataloga como la persona más cuerda. Si Julieth no hubiera hecho su entrada en ese momento, lo habría besado, porque mis labios pican con necesidad por tener los suyos de nuevo sobre los míos.
Sé lo buen besador que es.
—Te dije que no siempre podrías huir —quita su mano y dejo de mirarlo para dirigirme a la puerta donde tan convenientemente cerró y puso seguro—. Estás hermosa —sus palabras hacen estragos y no debería ser así.
—Si, de seguro eso mismo le dijiste a Mariene —no puede evitar reclamarle. Lo vuelvo a mirar y mis palabras parecen divertirle más—. Que mal amigo eres.
—¿A qué te refieres? —Lame sus labios y provoca que pase saliva. Su pecho se acerca más a mí, y puedo sentir una dureza en mi estómago—. Estas celosa, Kania, y no sabes como me pone eso.
—No digas tontadas —se me entrecorta la respiración cuando siento que la respiración de ambos es un desastre. ¡Dios mío, ni siquiera ha pasado nada entre los dos! —. No tendría porque estarlo. Tú y yo no tenemos nada.
Se inclina a estar a mi altura y su aroma me embriaga, hace que desee que me pierda en ella. Su mano izquierda se desliza suavemente desde la cintura hasta mis pechos, su toque es casi inexistente, pero lo siento tan presente. Su boca se curva más y sus ojos están dilatados. Siento un fuego por medio de mis piernas y conozco la sensación.
—Te equivocas —Su nariz acaricia mis mejillas, haciendo que heche mi cabeza ligeramente atrás, ofreciéndole mi cuello—. Yo que recuerde bien, nunca terminamos algo. Tu y yo todavía tenemos muchas cosas que hacer —Mis vellos se erizan y deseo tener fuerza de voluntad para marcharme de acá.
Sus labios se posan en un castoso beso en mi mentón, y continúa haciendo un camino por todo mi cuello. Sin querer se me escapa un jadeo y siento su sonrisa formarse antes de continuar. No puedo evitar que mis ojos se cierren. Mi corazón está que se sale por lo errático que palpita.
Me vuelvo a sentir como la joven que lo deseaba, que pensaba con sus hormonas y se lo imaginaba en lugares muy indecentes compartiendo un momento tan íntimo. Las escapadas de clases para ir a darnos muchos besos en su casa. Los juegos previos que sucedían en su cama, aunque no pasáramos a un segundo plano. Su manera de tocarme, de asegurarme que era la mujer más hermosa que alguna vez había visto.
Mi corazón está dividido, porque recuerda eso, pero también el como no volvió a llamar luego de ese día.
Lo odio por eso.
Se detiene, pero no abro los ojos porque si lo hago se dará cuenta de la tristeza que me causa recordar eso. Deseaba y anhelaba mucho más de nosotros.
—Kania —su voz cerca de mi oído, solo hace aumentar mi deseo—, abre tus ojos, amor.
—No me digas así —le suplico, mi voz sale tan vulnerable. Abro los ojos luego de unos segundos y toda su atención está en mí.
Sí, me destrozo el corazón, pero ahora hay algo más fuerte que me controla y es mi cuerpo. Lo tomo de la corbata de su traje y estampo mis labios en los suyos. Quiero volver a recordar que es tenerlo, aunque sea por escasos segundos. Mi beso lo toma desprevenido, pero no demora en tomar la dirección de las cosas. El beso es potente y revitalizante. Su lengua empieza a curiosear por la mía y no puedo evitar que la mía haga lo mismo.
Mis brazos se enredan en su cuello, y sus manos se van deslizando hasta llegar a mi culo. El apretón me hace sentir una calidez en el medio de piernas.
Quiero más. Quiero mucho más.
La adrenalina juega un papel importante entre los dos, porque no hace falta ser genio que estamos en un baño en donde se organiza una fiesta, y cualquier persona puede venir y escucharnos.
—Me moría por hacer eso —gruñe al tomar un poco de aire y volver a mis labios—. Cada maldito segundo —Su dureza me hace soltar un breve gemido y con su ayuda termino con mis piernas enredadas a los lados de su cadera—. Permíteme hacerlo —Asiento loca por el deseo, aun cuando no sé que planea hacer.
Deja que mis pies toquen el piso y veo como lentamente se arrodilla. Mi corazón da un salto, cuando sus ojos me siguen mirando cuando me abre de piernas y yo se lo permito.
Introduce una de sus manos y cierro los ojos, con la garganta seca y necesitada. Introduce un dedo en mis bragas, rozando mi clítoris. Llevo una mano a mi boca para tapar los gemidos. Estoy embriagada por la lujuria. Introduce otro dedo y aumenta el ritmo, mientras que yo siento que voy a explotar.
Se levanta del piso sin dejar de introducir sus dedos, me atrae a su boca y gimo encima de ella, libremente. La sensación es tan indescriptible, que me tiene a su merced. Deja mi boca y observo como baja los tirantes de mi vestido hasta la mitad de mi estómago, se lame los labios cuando ve directamente mis pechos. Inclina su cabeza entre ellos y olfatea mi piel, antes de prestarle atención a cada pecho, los mordisquea y los chupa, con su mano libre aprieta el que no está atendiendo, me aferro a su hombro y a callar mis gemidos.
Su miembro me presiona más y quiero tenerlo todo.
—Escapémonos de acá —su voz sale tan necesitada—. Deja de pensar tanto las cosas, amor. Perdámonos el tiempo que queramos.