Capítulo 9.
El día de hoy llego temprano a casa porque Stefan está de viaje. Veo el auto de papá en la cochera y corro a tocar la puerta, que es abierta por la señora que nos ayuda en la casa. Escucho risas provenientes desde la sala de Milan, y una sonrisa se forma en mi rostro.
—Adivinen quién llego —asomo solo un poco la cabeza, donde alcanzo a ver como Milan gira su rostro a verme. Tiene un carrito en sus manos, pero lo deja a un lado levantándose y corriendo a mí.
—¡Mami! —Abro los brazos y me agacho para tomarlo en mis brazos—. Mami, ¿qué haces aquí?
—Bueno… Pues le dije a mi jefe que necesitaba tiempo con mi pequeño y que el día de hoy le tocaba hacer a él todo —Suelta una pequeña risa, negando con la cabeza.
—Mami, no puedes hacer eso. Tienes que tabajar —Escucho la risa de papá quien está sentado en el suelo donde estaba antes Milan.
—Pues hoy no —me encojo de hombros, dejándolo en el suelo. Me toma de la mano y jala de ella para llevarme hasta donde estaba antes.
—Mira lo que me regalo mi tío el fin de semana. A Ryan también le dio uno. Dijo que es porque estamos creciendo y por ser tan juiciosos, lo cual es cierto.
—A quien abra salido, porque siempre se echa flores solito —ironiza papá.
—¡Abuelo Max! —se queja, mientras se le va encima tomándolo del cuello. Me rio, sentándome en el piso al lado de papá.
Beso su mejilla y él me responde con un beso en la frente.
—¿Qué tal las clases? —indaga, separando a Milan y sentándolo en medio de nosotros—. Te he visto hasta altas horas haciendo trabajos y llegar tarde por el trabajo.
—Están pesadas. Se viene de nuevo otro corte y sabes que es un tiempo difícil, pero te aseguro que voy muy bien. Las notas las mantengo estables. Lo del trabajo está fácil en algunos aspectos. No sé tal vez pueda ser porque Stefan hasta ahora se está acomodando y entendiendo todo. Pero no me puedo quejar.
—Sabes que no tienes necesidad, ¿cierto? —Abro la boca con intención de decirle lo mismo que le digo a todos, pero se adelanta—. Me alegra mucho que te esfuerces, Kania. Me sube el ego como tu padre, porque eso me dice que a la hora de educarlos no fui tan malo —Me toma la mano y Milan empieza a jugar con su carro, aburrido de la conversación entre nosotros—, solo que sé que es esforzarte. Trabajar y estudiar no es fácil, yo no crecí rodeado de todos estos lujos, trasnochar agota más de lo que alguien se puede imaginar. La ansiedad de que las cosas salgan bien, de llegar temprano tanto a clases como al trabajo. Y tú tienes a este pequeño el cual te necesita firme en todo —Le hace cosquillas lo cual hace que se ría con ánimos y salga a correr en busca de Martha.
—Eres el mejor padre del mundo —le aseguro—, prometo que si me siento así te lo diré, papá.
No miento, papá es el hombre junto a mi hijo que más amo en el mundo. Al principio cuando supo lo de mi embarazo no reacciono muy bien, pero sorprendentemente en cuanto a mi espera por Milan se preocupaba mucho. Si tenía antojos era quien salía a cualquier hora para cumplirlos, si tenía controles y mi madre no podía acompañarme por algún motivo era él quien me acompañaba. No voy a decir que su indiferencia en cuanto a mí no existió, fue muy difícil de aceptar. Él se preocupaba por el bebé y cuidarlo a él, pero en el último periodo del embarazo, me pidió perdón de la misma forma que yo lo hice. Mi padre siempre nos había hablado del tema, y parece que su empeño en nuestros mejores futuro se cayó cuando se enteró que su hijita, la misma que nunca había presentado a alguien resultará embarazada.
—No lo soy —niega con la cabeza y tiene una sonrisa nostálgica—. Bueno, ve y ponte la pijama para que andes más cómoda.
—Mami —Viene corriendo con la señora Martha detrás—, ve a bañarte que hueles algo raro —Abro la boca ofendida y mi papá se empieza a reír con ganas de paso Milan también—. Mamá, ¿qué pasa? —dice entre risas—. Ve, ve.
—Tu no respetas a tu madre —alzo mi suéter y lo huelo, el sudor está presente y corro a levantarme para ir al baño—. Por cierto, ¿dónde está mamá y Olivia?
—Olivia está con Jair, porque le pidió ayuda con un trabajo y vienen más tarde —La pequeña de está casa siempre logra convencer a Jair para que le ayude con trabajos, no sé cómo le hace, porque yo le pedía el favor y se negaba a tal punto que me tocaba darme por vencida. Era más fácil convencer a Kay de que me las hiciera; y eso casi nunca lo lograba—. Y Kathelyn está con problemas en la librería, cuando la llamaron parecía que le iba a salir fuego por las orejas de la molestia.
—Me la imagino.
Me entro a la pieza y reviso un mensaje, saco mi teléfono del bolsillo de mi bolso.
Liam: Hola, guapa.
Liam: ¿Sigue en pie la cena de mañana?
Cierro la puerta del baño y me recuesto en ella, sintiendo una pesadez en el estómago. Ayer en la mañana cuando estuve en la cafetería como todos los días, Liam me lo propuso y todavía no entiendo porque me siento tan mal cuando le dije que sí. Tengo que aceptar que me cae super bien. Hemos tenido conversaciones generales, pero nunca he notado algo que no me guste en él. Es un chico dulce, amable y trabajador. Liam sería la persona que podría tener una vida estable, bonita y llena de comprensión y al pensar en eso es lo que precisamente me incomoda. Él sabe de Milan y nunca se ha visto molesto o incomodo porque tenga un hijo, por el contrario, las veces que lo he llevado conmigo, Liam se ha portado muy bien con él.
Kania: Creo que sí.
Contesto, mordiéndome el labio inferior. Su respuesta no tarda en llegar.
Liam: Esa respuesta no me gusta :(
Liam: Dime que sí. Solo es mañana y ya luego si quieres podemos seguir normal.
Kania: Eso me haría sentir mal. No me quiero sentir como una rompe corazones.