|C A P Í T U L O: Q U I N C E|
MARATÓN: 3/4
Continuación...
—Supongo que... nos vemos... —No podía esconder la decepción que salió a flote ya estando fuera en la cera de la gran Plaza para despedimos. Estaba plantéandome las posibilidades de inventar miles de excusas una más tonta que la otra con tal de quedarnos allí hablando sin importarnos la hora, sin importarnos nada que no fuera excepto nosotros. Inesperadamente me abrazaste, con lo cual me quedé de piedra, hasta que me obligué a reaccionar para no dejarte allí como un tonto mientras algunos vehículos pasaban.
¿Sabes ese calorcito tan ameno y renovador que te otorgan los rayos de sol cuando sales en la mañana? Pues fue exctamente lo mismo que me brindaban tus brazos, aunado a ese olor exquisito que emanabas y el cual no perdí tiempo para aspirar como un león aferrándose a la carne fresca que se le ofrecía, con tal de grabármelo hasta en la memoria. Fue como un acto reflejo el que cerrara los ojos por instinto sintiéndome tan a salvo. Por fuera parecía estar conforme pero por dentro era lo antónimo, no dejaba de pensar que un atisbo me faltaba para lanzarme a protestar como un recién nacido reclamando por los pechos de su madre porque tiene hambre; aunque eso no hubiese sido apropiado de mi parte, ya que en ese momento apenas acabábamos de conocernos...
—Y lo siento por la hora... —te excusaste rascando la nuca.
—Yo también lo sien-to por lo del baño, por la hora, por... —Tu dedo índice obstaculizándome me cortaron.
—Te diré como una famosa melodía infantil que seguro recordarás: "haz como la lechuza que hace shhh..." —Empezaba a adorar como un fanático a su ídolo tus ocurrencias.
¿Estaba copiando un poco de tu rebeldía si te dijera que no me importaba ni lo sentía realmente? Que si por mí fuera que mandarámos al diablo a nuestros padres y todo yéndonos a caminar sin un rumbo fijo mientras conversábamos de todo y nada, hasta quedarnos como un envase de unas papitas de Pringles sin contenido dentro, degustando sin temer vernos lo más mañosos posible la presencia del otro.
Se le había olvidado en rotundo a Cupido avisarme que me arrojó una de sus tan bien conocidas flechas de amor, porque estando ahí contigo si bien no éramos nada, yo ya no quería alejarme de ti.
"¿Por qué me sentía así si no éramos ni conocidos mucho menos amigos?" "¿Por qué me hacías sentir de esa extraña manera que nunca antes había experimentado alguna vez en mi corta vida?" "¿Por qué sentía tanta atracción hacia a ti que con tan solo la mínima sonrisa que me ofrecieras... ya yo me sentiría desfallecer por completo?"
Continuará...
***
Preguntita 3/4 del día:
¿Les gustan los Pringles? Sí es así qué sabor prefieren.
La verdad es que yo me las como pero si alguien más las compra, no gastaría mi dinero en algo a lo que soy tan fanático a comer.
Editado: 02.08.2020