|C A P Í T U L O: D I E C I N U E V E VI|
Continuación...
Cuando nos despedimos finalmente (sin querer por nada del mundo hacerlo), ya sin intentos de retrasarnos tantísimas veces, los cuales solo conseguían delatarnos descaradamente. Es que no podíamos disimular las ganas inagotables que teníamos de seguir hablando con el otro así fuera un "ratico". Ninguno tenía ni la mínima intención de cortar la comunicación tan enganchante que fluía a iguales partes. Es que conversar contigo sobre lo que fuera, era exponer de eso hasta lo impensable. Hablar contigo era tan malditamente adictivo, que ya quisieran los dueños de las grandes compañías mundialmente reconocidas, tener a la gente como locos comprando sus productos; a mi tenías enfermizamente dependiente a no dejar de mensajearte, si por mí fuera a todas las horas del día.
Entre la oscuridad absoluta de la habitación, me dejé llevar por los pensamientos que me invitaban una grata velada nocturna. No sabía cómo sin planearlo... hiciste que el curso de mis días, tuviera otro destino distinto del que tenía antes de que tú aparecieras así como así de la nada, robándome la atención en el colegio y no me gustaría que me la devolvieras, porque no es era idea a considerar el volver a mi monotonía regular y soledad comprometedora. Si fuera mi única opción el resignarme a volver a mi gris realidad, no lo aceptaría. No aceptaría pretender como que no pasó todo lo que entre nosotros se dio. Me aterraba que aquellas confesiones se distorsionaran en mi cerebro, es por esa misma razón que las vivía repasando continuamente, reviviendo lo que sentí en aquel entonces. Eran tantas las sonrisas que me arrancaban, que ya quisieran todas las parejas del mundo tener la suerte de que alguien causara tal efecto tan poderoso en ellas.
Antes de que llegaras, me la pasaba jugando consola con mi hermanito, ahora fueron varias las veces en que me regañaba, porque le hacía mal paro al dejarlo jugando solo con otros jugadores en línea que lo derrotaban en nada. Me llamaba quién sabe cuántas veces, pero yo por una extraña razón no lo escuchaba aún estando en el mismo lugar. No le hacía caso por estar enfrascado hablando contigo. Me sorprendió en varias ocasiones con cara de bobo a más no poder, cosa que yo disimulaba con una expresión sin emoción muy prontamente me percataba.
Contigo me había dado cuenta de una verdad que nunca vi a pesar de tenerlas frentes mis narices: había tratado toda mi vida de ser ese "chico correcto" que trataba de seguir con tanto afán los estúpidos estereotipos impuestos, para encajar por ese miedo de ser rechazado, cuando lo único importante que rechazaba era mi esencia. Iba a ser ese chico que por primera vez en su existencia, iba a seguir lo que le dictara su corazón; ese chico que después de tantas batallas internas libradas, sería eso de lo que tanto renegó a más no poder. Y si muchas personas veían equivocada mi "forma de vivir", trabajaría para que no me afectara, porque en el fondo yo era mi mayor testigo de que por fin hacía eso que siempre había sido correcto y de lo que yo viví rehuyendo.
Mirando al techo absorto en un ensimismamiento de gran provecho, que era enteramente dedicado a ti, recordé algo que me había recalcado.
Alumbrando la mesita de lado de mi cama, busqué los auriculares, pero no los encontraba por más que revisé todo revolviéndolo; hasta que frustrado eché un vistazo inintencionado hacia arriba y ahí estaban los malditos enredados cerca de la lámpara de noche.
"Seguro debió ser Diego que los cogió sin mi permiso, ya vera mañana todo lo que le voy a decir...", pensé fastidiado porque se las pasara tomando mis cosas como si eran suyas.
Quien tienes hermanos sabe que lo tuyo no te pertenece del todo, porque sin querer debes compartirlo. ¡Qué suerte la tuya de ser hijo único! Te libraste de pasar estas situaciones que te hacen querer, aunque sea solo un momento, no haberlos tenido.
Ya con los auriculares desenrollados, me recosté de nuevo con ellos puestos y busqué la canción que me recomendaste insistente diciéndome que por nada del mundo olvidara escucharla, que tú la habías descubierto hace poco y que pensaste en mí al instante. Tenía la duda del porqué flotando, estaba seguro de que la hundiría al resolverla escuchando y llegando a una conclusión.
"Convencido" de Jafú, comenzó a inundarme los oídos haciendo que cerrara los ojos para concentrarme, apenas los primeros acordes iniciaron haciendo acto de presencia.
"Vamos a ver por qué lo hizo pensar en mí", me dije indagador.
"Te apropiaste de este corazón"
Me quité los auriculares bruscamente sin importarme si me causaba daño; el vídeo se pausó en aquella misma frase que antes escuché y al verla me produjo una sensación de alerta. ¿Había escuchado o era mi subconsciente distorsionando las letras en un intento de boicot expresamente armado? Quería arrancarme esa incertidumbre que aumentaba su grado conforme los segundos corrían. Volví a reiniciarla y efectivamente era aquello que me generó ese temor que, como un hielo al sol ahí se derretía, pasando a estado líquido, ese que desplazándose a un ritmo de un flash de una foto trajo consigo un pensamiento nuevo: "me habías dedicado una canción de amor".
Editado: 02.08.2020