Eres un Recuerdo

01 | Recuerdos.

Años atrás.

—¡Sabes que hice todo lo que pude, pero no fue suficiente! —habla mi padre subiendo cada vez más su tono de voz.

—Han pasado años, ¿Y no has logrado ni el más mínimo acercamiento? ¡Estoy harta de esta situación! —ahora mi madre comienza a bajar su tono de voz y comienza a quebrarse—. Jamás entenderías todo lo que he estado sufriendo todo este tiempo —se pone de rodillas en el suelo, cubriendo su cara con ambas manos. Mi padre se pone a su altura.

Me parte el alma ver así a mi madre y ver como mi padre se comporta como un tonto.

—Prometo que así sea lo último que haga, estarán juntos de nuevo, como siempre debió ser.

—¡Solo quiero que esto termine ya!

—Lo hare, es una promesa. —mi padre ayuda a levantar a mi madre y se funden en un cálido abrazo.

Los miro recargada sobre el marco de la puerta y limpio una mejilla que se desliza velozmente sobre mi mejilla. Mi madre escucha mis sollozos, los cuales, he intentado silenciar desde que comenzaron a discutir, me observa por encima del hombro de mi padre, le susurra algo al oído, se levantan y caminan hacia mí.

Llevo mis manos detrás de mi espalda y levanto mi vista hacia ellos, asustada por lo que me puedan decir al estar espiándolos. Ambos me toman de la mano sutilmente y subimos las escaleras lentamente. Me llevan a mi recamara, me acercan algunos juguetes y cierran la puerta sin decir nada. Escucho sus pasos alejarse en el pasillo, hasta desaparecer y solo escucharse el tintineo de las manecillas del reloj. Odio que discutan cada noche, ha sido desgastante para mí y sé, que, aunque ellos no lo crean, entiendo muy bien todo lo que está pasando a pesar de mi corta edad. Yo sé que el problema que origina sus discusiones no es cualquier cosa, pero sé que mi padre podría arreglarlo si así lo quisiera, pero hay algo que lo detiene y estoy segura de que mi madre no lo sabe. Para ser sincera, yo tampoco lo sé y no logro entender que es eso que impide que volvamos a ser una familia feliz, como solíamos hacerlo tan solo hace un par de meses atrás.

(…)

Actualidad.

Muevo mi pie al ritmo de la fuerte música que suena en todo mi hogar. Si…mi nuevo hogar, por tercera vez.

Miro atentamente el cielo, disfrutando de la ligera brisa fresca del atardecer. Disfruto de los últimos rayos y antes de que la noche se haga presente, tomo mi celular y tomo una foto, guardando este hermoso recuerdo como el comienzo de mi vida. Mi feliz y tranquila vida después de muchos años llenos de estrés y problemas. Inhalo profundamente antes de volver dentro.

—¡Aly! —grita eufórica mi madre—. Necesito ayuda con las ultimas maletas.

Exhalo, me levanto del húmedo pasto y entro por la pequeña puerta de cristal. Desde aquí, observo como mi madre intenta subir al primer escalón una gran maleta de color gris Oxford.

—¡Espera! —grito, caminando a paso veloz hacia ella.

—Oye —manifiesta—, no puedo esperar mucho tiempo. Aún queda mucho por hacer.

Tomo la maleta por la parte de las ruedas y con todas mis fuerzas, comenzamos a subir los escalones.

Hace apenas dos días que nos hemos mudado y realmente, hemos avanzado demasiado con el tema de la mudanza. Hemos acomodado la mayoría de los muebles de la planta baja. El problema es el piso de arriba. Espero terminar lo antes posible, antes de que entre a clases. Necesito descansar. Exhalo pesadamente, al fin hemos llegado al piso de arriba.

—Por eso es por lo que tenías que separar tus cosas en diferentes maletas —explico, recuperando el aliento.

—Sabes que todo fue tan repentino y no paso hacer tal cosa por mi mente.

Toma la maleta y se adentra a su habitación, que se encuentra justo frente a las escaleras. Me quedo mirando por unos segundos el sucio suelo con marcas de los zapatos de mi madre. Tiene razón. Por una parte, me siento tranquila en este nuevo lugar, comenzar de nuevo, donde nadie nos conoce; pero, por otro lado, me siento aterrada, prácticamente somos prófugas. Me aterra que nos encuentre.

—Continuemos más tarde con el resto de las maletas —anuncia mi madre saliendo de su habitación, obligándome a salir de mi pequeño transe—. ¿Tienes hambre?

Asiento.

Hace un ademan con su mano y ambas bajamos hacia la cocina. Mi madre baja el volumen de la música desde su celular y se dirige hacia el refrigerador. Esta vacío. Suela una pequeña risita nerviosa, rascando su nuca, pensativa.

—Olvide que no hemos hecho las compras —suelta una gran carcajada, girándose hacia mí.

—Puedo ir por algo de comer —propongo.

Asiente, feliz, con una gran sonrisa en su rostro. «Amo verla feliz. Si ella lo es, yo también.»

—Yo me encargare de buscar alguna película de entre las cajas y haremos una noche de chicas como en los viejos tiempos, ¿de acuerdo?

Asiento.

Tomo las llaves y mi cartera de la pequeña mesa de madera junto a la puerta, deposito un casto beso en su mejilla y salgo de casa, sin un rumbo en específico.




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