Errante

Prólogo: ɟılıı noɔʇıs

"Aʜᴏʀᴀ, ᴘᴜᴇꜱ, ᴍᴀʟᴅɪᴛᴏ ꜱᴇᴀꜱ ᴛú ᴅᴇ ʟᴀ ᴛɪᴇʀʀᴀ, ϙᴜᴇ ᴀʙʀɪó ꜱᴜ ʙᴏᴄᴀ ᴘᴀʀᴀ ʀᴇᴄɪʙɪʀ ᴅᴇ ᴛᴜ ᴍᴀɴᴏ ʟᴀ ꜱᴀɴɢʀᴇ ᴅᴇ ᴛᴜ ʜᴇʀᴍᴀɴᴏ. Cᴜᴀɴᴅᴏ ʟᴀʙʀᴇꜱ ʟᴀ ᴛɪᴇʀʀᴀ, ɴᴏ ᴛᴇ ᴠᴏʟᴠᴇʀá ᴀ ᴅᴀʀ ꜱᴜ ғᴜᴇʀᴢᴀ; ᴇʀʀᴀɴᴛᴇ ʏ ᴇxᴛʀᴀɴᴊᴇʀᴏ ꜱᴇʀáꜱ ᴇɴ ʟᴀ ᴛɪᴇʀʀᴀ"Génesis 4:11-12

"ᴄɪᴇʀᴛᴀᴍᴇɴᴛᴇ ᴄᴜᴀʟǫᴜɪᴇʀᴀ ǫᴜᴇ ᴍᴀᴛᴀʀᴇ ᴀ ᴄᴀíɴ, sɪᴇᴛᴇ ᴠᴇᴄᴇs sᴇʀá ᴄᴀsᴛɪɢᴀᴅᴏ. ᴇɴᴛᴏɴᴄᴇs ᴊᴇʜᴏᴠá ᴘᴜsᴏ sᴇñᴀʟ ᴇɴ ᴄᴀíɴ, ᴘᴀʀᴀ ǫᴜᴇ ɴᴏ ʟᴏ ᴍᴀᴛᴀsᴇ ᴄᴜᴀʟǫᴜɪᴇʀᴀ ǫᴜᴇ ʟᴇ ʜᴀʟʟᴀʀᴀ. sᴀʟɪó, ᴘᴜᴇs, ᴄᴀíɴ ᴅᴇ ᴅᴇʟᴀɴᴛᴇ ᴅᴇ ᴊᴇʜᴏᴠá, ʏ ʜᴀʙɪᴛó ᴇɴ ᴛɪᴇʀʀᴀ ᴅᴇ ɴᴏᴅ, ᴀʟ ᴏʀɪᴇɴᴛᴇ ᴅᴇ ᴇᴅéɴ" Génesis 4:15-16


 


Fue expulsado por su pecado y debió vagar por las tierras en espera de su último respiro, acompañado de su esposa e hijo. Él, hijo mayor de Adán y Eva se veía en la penosa situación de exilio ¡Por una injusticia! Por querer complacer a Dios sin dañar a las criaturas salvajes. Trabajo día y noche por proteger su cultivo, aún así el elegido fue Abel quien no había hecho más que matar un cordero ¡¿Cómo no ser cegado por el odio nacido de una injusticia divina?!

Aún así velo por su vida y fue entonces marcado por Dios, nada ni nadie, ni siquiera la enfermedad o la vejez podían matarle pues no sé atreverían a recibir el castigo divino. Al principio la eternidad le sonaba de maravilla, más al pasar de los años y ver a su esposa e hijo morir la situación cambio completamente.

Se alejo de todo lo conocido y se perdió en las lejanas tierras en búsqueda de algo que no sepa de Dios y que no tema su castigo, si, quería morir.

Y no hizo más que llevarse decepciones, ninguna de las creaciones quería matarlo.

Fue entonces cuando Lucifer apareció, Dios les había hablado de aquel ángel caído que creyó ser su igual y fue castigado por ello.

Vio entonces una esperanza, para por fin poder terminar con su eterna existencias, pero claro eso fue antes de oír las palabras de aquel ser.

"Caín, exiliado del Paraíso, tu que conoces mi sufrimiento y que lo entiendes regocíjate, pues he venido a ayudarte a vengarte de ese dios que falsamente clama ser bondadoso"

¿Venganza? Eso no era lo que el buscaba, simplemente deseaba dejar de sufrir en una vida eterna sin aquellos a quienes quería. Había entendido con los años que habían cosas más importantes que el odio o la envidia y que estás no eran el camino a una verdadera felicidad.

"¿Rechazas mi propuesta? ¿Acaso aún sirves al ser que te ha exiliado por su injusta causa?"

"Ya no deseo deberle nada a seres como ustedes, he cometido mi falta y ya pague por ella, ahora solo deseo obtener el descanso eterno junto a mi familia"

"Por tu osadía has de sufrir entonces, hijo de Adán, yo te maldigo. 
Hasta el día del juicio tu y tus descendientes han de permanecer en esta tierras, errantes de la noche sin poder ver un solo amanecer ni comer alimentos bendecidos por su dios, su hambre será su ruina pues solo podrá ser saciada por la sangre de los herederos de tu hermano"


 


Aquella madrugada tormentosa como ninguna otra, miles de lunas tras aquella maldición Caín vagaba por la solitarias calles en busca de un asilo para pasar la noche, llegó a un convento y sintió un gran alivio al ver a una mujer parada en la entrada que parecía llamarle.

—Joven, no es bueno deambular en este clima—Al parecer era una monja, lucía honestamente preocupada así que fue imposible negarse a su amable ofrecimiento.

Si bien era cierto que ya no practicaba alabanzas ni rezos a su dios creador no significaba que fuese imposible para él o sus hijos entrar en lugares santos, solo era necesario un permiso mortal para acceder a cualquier asilo en la tierra, y aquella mujer se lo había dado ignorante de quién era o lo que su presencia podría significar.

Dió el nombre de Cassius Becdejú y dijo ser de medio oriente, hablo de su padre y su hermano de manera natural y jovial, no parecía ser mucho mayor que ella y aún así la sabiduría que salía de sus labios era comparable a las de un anciano letrado que ya lo había visto todo en su vida.

Ella le otorgó durante su estadía de 10 días y 9 noches todo lo que estaba en su poder, embelesada por la inmensa sabiduría que su visitante tenía, cada día ambos despertaban a la misma hora y ella preparaba un desayuno que ambos disfrutaban, a cambio solo pedía historias sobre su viaje o lo que conocía con respecto a la palabra santa. 
Aquellos días de tormenta eran como un sueño que no deseaba que acabase, sabía que estaba mal pues ya se oían los rumores de parte de las jóvenes monjas y novicias que veían con interés particular su relación con ese hombre, ella les callaba diciendo que simplemente era cortes, más en su interior sabía que no era el caso, sabía que había mucho más en su necesidad diaria de oír sus palabras.

Ah, su nombre era Eva y al igual que en la historia fue incapaz de resistir a la tentación de la fruta prohibida. Caín se lamento al darse cuenta que de nuevo había ocurrido, pues él no deseaba dañarla y hubiese preferido al igual que con sus parejas anteriores poder decir la verdad y acompañarla hasta el día de su muerte. A la siguiente mañana ella ya no estaba, probablemente huyó por el miedo de afrontar el pecado de su cometido. Él la busco con ahínco durante casi nueve meses, no la encontró en ningún lado del pueblo.

No podía darse por vencido tan simplemente, la eternidad le había enseñado a ser perseverante en las cosas y apreciar cada amor hasta el último instante y guiar a cada uno de sus niños por el camino que más lejos esté de las dolorosas espinas del rechazo humano.

Aquella noche de Abril finalmente pudo hallarla gracias a qué de nuevo era un día tormentoso y consiguió cobijo en la casa de una anciana, quien lo veía similar a su hijo. Ella le hablo de que una joven embarazada residía junto a ella y muy pronto daría a luz,  no debía de ser nadie más que su amada, aquel era un pueblo muy pequeño para dar tantas coincidencias, él pidió verla diciendo que de trataba de una conocida con la cual había perdido contacto.




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