–Listo Piero, hemos terminado; hoy ha sido un día muy ajetreado. Ese par de horas fuera de la oficina para lo de la boda me robo tiempo importante para otros asuntos.
–Cierto Franco, pero que te parece si aprovechamos para celebrar. No todos los días uno se casa, ni tampoco lo deja la novia sin noche de bodas. Amigo mío.
–Jajajajaja muy graciosito Piero. No sabía que ahora la hacías de payaso–vamos antes que me arrepienta. Necesito relajarme y pasarla bien.
–Eso es una orden jefecito.
Llegamos a un antro, parece un lugar nuevo. Hay muy buen ambiente y por lo que veo es un lugar bastante exclusivo.
Pasamos directo al área VIP, antes de venir decidimos ir al apartamento a cambiarnos, así que traigo puesto un jeans negro, una polera blanca y una cazadora negra, nada que ver con mi atuendo de hombre de negocios.
Llegamos, pedimos un par de tragos y mi amigo Piero y yo empezamos a conversar como los viejos amigos que somos.
De repente los tipos de la mesa de enfrente empiezan a lanzan piropos a un par de chicas que vienen llegando al VIP.
Volteamos a mirar y se trata nada más y nada menos que de mi muy guapa esposa acompañada de una chica rubia de ojos azules. Ambas con unos vestidos, súper cortos y sexys que no dejan mucho a la imaginación.
Toman su lugar en una de las mesas del fondo y al instante empiezan a desfilar los tipos ofreciéndose a pagarle los tragos e invitándolas a bailar. Yéndose uno detrás del otro con una negativa como respuesta.
Desde el sofá de cuerina rojo en el que estoy sentado, al otro extremo del área VIP, diviso perfectamente sus movimientos. Definitivamente que Marisa Sugasti, no solo es bella, sino también es una mujer que exuda y derrocha elegancia y buen gusto. Aún en medio de un lugar como este sus ademanes, la forma como toma su bebida, la manera como se sienta, sus gestos al hablar, la hacen lucir como una verdadera reina.
–Si la sigues mirando la vas a gastar, dice Piero al otro lado de la mesa.
–A una mujer como esa es todo un deleite admirarla.
–¿ Solo admirarla, Franco?.
–Si, Piero solo admirarla; Marisa Sugasti no es el tipo de mujer con la que me interese tener una relación. Tiene un letrero con letras Neón en su frente que dice “Problemas”. Y eso le resta para mí cualquier atractivo.
– Vaya amigo, tú si que eres drástico. En fin yo por la rubia que la acompaña me la rifaría completita. Responde Piero–Es más hace rato que quiero invitarla a bailar. ya regreso Franco- lo más que puede pasar es que también me rechace como a los otros pendejos que ya la invitaron.
Piero y la rubia se van a la pista a bailar por largo rato.
De repente el Dj cambia la música pop por música latina, específicamente una bachata. Veo como Marisa se para de la mesa y se dirige a la pista y empieza a moverse al ritmo de la música. Creo que todas las miradas de los hombres que estaban en el lugar se concentraron en ella. Parecían perros hambrientos acechando la presa.
Sin darme cuenta me paro de la mesa y me dirijo hacia donde esta mi esposa bailando muy sensualmente, pego mi pecho contra su espalda, apoyo mis manos sobre sus caderas y empiezo a moverme junto a ella al ritmo de la canción, en un primer momento pensé que me daría una tremenda cachetada; sin embargo continuamos juntos el sensual baile. Tomo su mano y la hago girar para que quede de frente a mí, su mirada verdosa se dirige a mis ojos y esboza una pequeña sonrisa, lleva sus manos y las envuelve en mi cuello, mientras las mías van juntas a sus caderas. Empezamos a movernos al ritmo de la música y nos compenetramos como uno, frente a la mirada de todas las personas que se encuentran a nuestro alrededor. Cambian el ritmo a una salsa movida y Marisa y yo empezamos a bailar como si nos conociéramos de toda la vida. Wao, esta mujer es una estupenda bailarina. Definitivamente le daré las gracias a mi madre por las clases de baile a las que me obligo a ir, desde muy joven.
Luego de que cambia la música decidimos salir de la pista y aún sin pronunciar palabra la llevo hasta su mesa.
–Muchas gracias por el baile señorita Sugasti.
–De nada Señor Dometti. Contesta con una sonrisa deslumbrante. Lo felicito es usted un excelente compañero de baile.
–Con una pareja como usted cualquiera lo sería. Respondo inmediatamente.
–Antes de retirarme a mi mesa me gustaría pedirle que nos reunamos el día de mañana Marisa, hay algunos asuntos de nuestro poco convencional matrimonio que no hemos tratado y me parece oportuno hacerlo.
–Me parece perfecto, solo dígame el lugar y la hora y allí estaré. Señor Domettí.
–Franco, por favor, llámeme Franco.
– Entonces usted llámeme Marisa.
–Listo, entonces nos vemos mañana; a la 1 de la tarde en el restaurante “ Le palace”. Con permiso, que terminen de pasar un excelente velada, señoritas .
Me dirijo a nuestra mesa y Piero me recibe con una palmada en la espalda.
–Vaya, vaya amigo tremenda exhibición de baile latino que acaban de dar tu esposita y tú. Dime una cosa eran ustedes el epicentro del calor que envolvió este lugar.
Lo miro con cara de pocos amigos y me tomo mi trago de un solo golpe.
–Vámonos, mañana hay que trabajar.
–En serio vamos a irnos y a dejar ese par de damiselas indefensas a la merced de esos lobos hambrientos. Franco por favor rayas en lo insensible!.
Me pongo de pie, dejo un par de billetes sobre la mesa y salgo de aquel lugar con Piero detrás refunfuñando como niño chiquito.
–Si hubiera sabido que bailar con la castaña te iba a arruinar la fiesta, jamás lo hubiera permitido.
–Cállate Piero.
Veo salir del antro a Franco y al chico que hace un rato bailo con Tania, creo es el mismo que estuvo esta mañana en la dichosa boda. Tania se acerca a mí y pregunta.