Supongo que ahora entenderán mejor por qué soy un manojo de nervios desde el momento en que el avión despegó.
No sé qué me espera al salir de este aeropuerto, pero sé que es algo menos doloroso de lo que han sido los últimos meses. Tiene que serlo.
Alex no merecía lo que hice esa noche y estoy dispuesta a intentar enmendar mi error hasta que consiga perdonarme, no solo porque la culpa me esté carcomiendo, sino porque en verdad necesito que él sepa que estoy consciente de haber sido una estúpida.
Cuando estamos esperando nuestras maletas frente a la banda negra que nos las entregará, mi papá nos informa que pasaremos la noche en un hotel cerca del aeropuerto, pues llegar a las dos de la madrugada a casa de su amigo sería un poco descortés. Principalmente porque Alonso y yo no estábamos previstos. Y aunque le avisó hace una semana e insistió en que había espacio suficiente para todos, pienso que mi padre se siente ligeramente incómodo por la situación. No quiere dar más molestias de las estrictamente necesarias.
El día de mi graduación, cuando me enteré de que mi papá vendría a California, en lugar de regresar a mi cuarto a llorar, decidí preguntarle qué pasaría si yo quisiera ir con él. Por supuesto, tanto mis padres como Alonso se rieron y me tomó más de media hora convencerlos de que hablaba en serio.
Sin embargo, mi papá aseguró que él no podría cuidarme o pasar tiempo conmigo y descartaron mi idea de inmediato.
Entonces proseguí a hablar con mi mamá, quien amablemente me explicó que, con un viaje en puerta a Europa, les sería completamente imposible pagar otro boleto de avión.
Además de que tendrían que cambiar mi vuelo, aquel que originalmente partía dentro de una semana.
Y bueno... Lo que tuve que hacer para llegar aquí es otra de las cosas de las que me avergüenzo bastante, pero honestamente no me arrepiento.
(...)
Como lo prometieron, un auto rojo nos esperaba en la entrada del aeropuerto, mismo que mi papá usaría todo el verano para transportarse.
Manejamos por menos de cinco minutos hasta llegar a un pequeño hotel bastante acogedor con un lobby precioso, en el cual nos recibió una luz extremadamente cálida.
«¿No nos podemos quedar aquí para siempre?»
Pronto nos ayudan a llegar a nuestra habitación y a preparar el sofá cama que mi papá pidió para no tener que rentar otro cuarto, pues el nuestro tan solo tiene dos camas. Aunque tanto mi hermano como yo insistimos en que uno de nosotros dormiría en él, mi papá nos regala una sonrisa y deposita su maleta encima del sillón.
—Papá, en serio, yo dormiré ahí —insiste Alonso tomando el asa de la bolsa para moverla.
—No se preocupen, a ustedes les toca el sótano en casa de Jordan —bromea y ambos reímos.
«¿O tal vez no es una broma?»
De igual manera, no tengo energía para pensar en absolutamente nada ahora mismo.
No sé qué tienen los hoteles, pero las preocupaciones disminuyen en cuanto sientes las sábanas limpias y prendes la lámpara de la mesita de noche.
Por un momento siento que todo estará bien, pues aunque mañana todo podría cambiar y mis esperanzas podrían derrumbarse, en este preciso momento todo seguirá igual por unas horas.
No obstante, mañana es el día en que veré a Alex de nuevo después de 13 meses y por primera vez en mi vida me siento completamente fuera de control sin experimentar un pánico consumidor al mismo tiempo.
Simplemente estoy dispuesta a que pase lo que tenga que pasar.
[...]
2 semanas antes
—Yo te dije que era el mejor lugar para festejar tu cumpleaños —dijo Jade tocando mi brazo y riendo descontroladamente mientras un chico bastante extravagante cantaba una canción de desamor sobre el escenario.
Honestamente, la imagen no era tan graciosa, pero tanto Jade como Fer, Lis y yo estábamos muriendo de risa.
Nos encontrábamos en un pequeño canta bar para el cual aparentemente era difícil conseguir entradas, pero Lis conocía al dueño y ahí estábamos.
Jamás había juntado a mis tres amigas en un mismo lugar y debía admitir que había sido la mejor decisión. Estábamos pasando un gran rato y bueno... había demasiado alcohol. DEMASIADO.
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Editado: 29.07.2021