Es una apuesta

Más que eso

—Yo creo que me debes un poco más que un algodón de azúcar —replico cuando se pone a caminar en dirección contraria.

—¿Por darte el mejor beso de tu vida? No lo creo —dice volteando a verme y caminando de espaldas. No sé cómo no chocó con la masa de gente que venía en nuestra dirección.

—¿Perdón? ¿El mejor...? —me echo a reír ante su egocentrismo. Ni siquiera puedo decir la palabra "beso". Es muy incómodo. No sé cómo rayos sigo viéndolo a los ojos después de eso. En verdad me siento avergonzada e indignada.

—No, cierto, perdón —dice con una seriedad profesional agachando la cabeza—. Alana, perdóname por favor. —levanta la vista a mis ojos y yo solo decido mirarlo porque estoy confundida —. Lo siento mucho si te hice creer que ese beso mostró todo mi potencial. Pero definitivamente el de hace rato no fue el mejor, el siguiente lo superará —agrega haciendo una cara tan graciosa que casi me saca una sonrisa.

Supongo que lo dijo en broma al final, pero entonces debo corregir: no fue con una seriedad profesional. Fue con una seriedad de actor profesional. ¡Odio que haga esto! Ahora se echó a reír al ver que caí en su jueguito, otra vez.

—¿Siguiente? —Esta vez soy yo la que se ríe de él y no deja ir esas últimas palabras—. ¿Qué te hace pensar que va a haber un siguiente? De verdad no puedo creer la seguridad que tienes en ti mismo. En serio, es ridículo.

—¿Qué te puedo decir? Así nací —bromea levantando los brazos y encogiendo los hombros.

Hasta yo tengo que reírme. Digo, en parte admiro que sea tan aventado y crea que lo puede todo. A veces me pregunto si habrá algo que lo haga sentir inseguro porque parece no haber nada.

 

Caminamos unos dos minutos más hasta llegar con el señor del algodón de azúcar.

Alex me compra el más grande que podemos encontrar y de nuevo nos ponemos en marcha.

—En teoría... —comienza a decir—. No ganaste.

—Creo que no estás en posición para decirme eso. Sabemos muy bien lo que pasó. Y tengo mi algodón de azúcar, así que...

—Es la verdad, no ganaste —comenta ralentizando el paso—. Pero fui un tonto que no se pudo controlar lo suficiente como para esperar a ver si lo hacías —añade—. Estúpidas hormonas.

Le ruedo los ojos intensamente.

—¿Ves? Yo sí las acepto, no como tú. Me llevo bien con ellas y reconozco cuando se portan mal. Pero generalmente somos amigos, las escucho, hago lo que ellas me piden —dice en tono divertido.

¡Dios! No puedo creer a este chico. Es ridículo cuando dice estas cosas.

—Bueno, al parecer te traicionan a veces. Nunca sabrás si ibas a ganar el reto o no.

—Me gusta que me traicionen —responde guiñando el ojo.

Bien, estoy casi segura de que está haciendo todo lo humanamente posible para hacer brotar el enojo en mí de nuevo.

—Eres imposible. Además, ¿hormonas? Ese beso fue tu cerebro queriendo ganar una apuesta.

—¡Ya te dije que no! ¿Qué puedo hacer para que me creas?

—¡Nada! —agrego casi gritando. Estoy oficialmente enojada de nuevo—. Alex, ¡nada! Solo deja de hablar de eso. Olvídalo, ¿sí? Olvida todo.

Intento darme la vuelta, y aunque soy consciente de que si me echo a correr a través de la feria para alejarme de Alex probablemente nunca llegaría a casa, empiezo a caminar en dirección opuesta a él.

—¿Qué? ¿Por qué te vas? —intenta alcanzarme tomándome del brazo pero yo me alejo bruscamente.

Prefiero caminar y simplemente no decir nada, pero como continúa siguiéndome me es imposible. Hay demasiada frustración tratando de escapar de mi interior.

—¡Porque sí! Porque ya no aguanto nuestras conversaciones. Ya no quiero estar cerca de ti después de que te aprovechaste de mí y yo quedé como una tonta. Y definitivamente hoy ya no quiero estar más con un chico que ni siquiera me gusta y que además quiere creer que va a lograr algo que no, porque es demasiado terco para aceptarlo.

Mi voz se escucha más fuerte de lo que creí, y varias personas voltean a ver la escena que estamos armando. O que estoy armando, más bien.

Su sonrisa burlona de siempre, y que en verdad juraba que iba a obtener, es sustituída por una cara de sorpresa. Como si no entendiera exactamente lo que acaba de pasar. Veo cruzar por sus ojos un poco de extrañamiento y quizá... ¿dolor? Pues claro, lastimé su ego. ¿Sabes qué, Alex? Ni modo. Lo mereces.



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En el texto hay: apuesta, amor, chicomalo

Editado: 29.07.2019

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