Él recuerda...
“La mente revive el vertiginoso vuelo de los recuerdos.”
ESA MUJER
I
La mujer sufre recibe un disparo que experimenta como un fuerte golpe. Horrorizada comprueba que cae sin poder evitarlo.
El cuerpo queda tendido junto al automóvil del que acaba de bajar. Pronto se forma un charco de sangre, que fluye de la mortal herida de su costado.
El agresor huye rápidamente con el bolso de la mujer.
A través de la ventana, se ve la oficina apenas iluminada.
El hombre detrás del escritorio, pensativo, fuma. Su mirada se pierde en el espacio sin ver.
Se acerca al bar, ubicado entre los libros de la biblioteca. Toma un vaso y se sirve una buena medida de ese excelente whisky que reserva para agasajar a sus mejores clientes.
Se sienta nuevamente detrás del escritorio, en su confortable silla giratoria.
Saborea la bebida, enciende otro cigarrillo y disfruta de la exquisita combinación.
Es la primera vez que puede sentir el sabor y el olor de esas cosas, la primera vez desde... desde que supo quién era realmente esa mujer…, su mujer.
Recuerda lo ocurrido un tiempo atrás en el club, mientras esperaba al representante de firmas extranjeras que deseaban exportar productos de su empresa a Oriente.
En el salón aledaño había un grupo de socios. Todos reían y hablaban al mismo tiempo. Festejaban algo. De pronto escuchó:
- ¡Vamos Alejandro!, ¿por qué estuviste tanto tiempo fuera del país?, ¿qué ha sido de tu vida?, ¿te casaste?, ¿en qué andás ahora?
Era un confuso coro de preguntas.
Con un acento levemente extranjero un hombre contesta:
- Tranquilos. Ahora represento a varias empresas internacionales, incluso de Medio y Extremo Oriente, interesadas en productos de esta región, especialmente frutas, vinos, espumantes de primera calidad para restaurantes y hoteles de máxima categoría.
- ¡Whau!, exclamó uno de los integrantes del grupo.
- Ustedes saben que nunca me gustó la disciplina, ni la rutina. No pensé en formar una familia o integrarme a la empresa de mi viejo.
- ¿Y?
- Pero soy bueno para la mediación y la representación.
- Si, hace muchos años que te fuiste.
- Me fui porque no podía involucrarme en el puesto que me asignó mi padre. Porque no tuve el coraje para concretar la relación que tenía con una mujer de la que estaba enamorado. Porque no quería comprometerme...
- Sí, me acuerdo de aquella deliciosa y fogosa chiquilla con la que estabas metido – dijo uno de los asistentes.
- Y yo jamás pude olvidarla. Ninguna mujer volvió a significar para mí lo que ella.
- ¿Y ahora?-, preguntó otro de los hombres del grupo.
- Ahora nada – respondió Alejandro. Para eludir esos compromisos me fui. Desairé a mi padre. Abandoné a esa preciosa mujer. Mi padre pareció resignado. Ella tomó el único camino que tenía a mano.
- ¡Maricón! – exclamó uno de los hombres de la reunión.
- Tenés razón, no fui capaz de implicarme como un hombre ni con mi padre ni con esa mujercita que me amaba y que arriesgó todo por mí.
- ¡Vamos hombre!, eso fue hace mucho tiempo...
- Sí, pero voy a decirles algo que jamás dije en todos estos años. Los días que conviví con ella, estuvieron colmados de tanta pasión, de tanto amor, que me fue imposible olvidarla. Eso me impidió amar a otra mujer.
Hubo tanta emoción y convicción en esta declaración que todos quedaron en silencio. Finalmente, el agasajado, alzando su copa dijo:
Todos automáticamente alzaron su copa y respondieron a coro: