Una vez más en el torbellino de mi cabeza, entre cuatro paredes totalmente blancas, olía a fármacos. Odio el olor a hospital, porque temía terminar como mi padre una vez estuvo, al borde de la muerte aun cuando sé que todos terminaremos en el mismo lugar; son pequeños fragmentos los que recuerdo de aquellos días, pero según lo que él me ha contado no fue la mejor etapa de su vida.
Aún no me imagino a papá sin vida, aunque últimamente he tenido destellos de su muerte y no es precisamente los recuerdos que tengo de cuando tenía seis años, se siente como si lo he vivido antes.
Quizás el miedo de verlo morir tan pronto me consume, se que tendré que verlo algún día, si no es que muero primero, pero no estoy preparada todavía, creo que nadie está realmente preparado para ver a alguien que ama morir.
—Brooke —escucho una voz femenina, tranquila y de acento inglés perfectamente marcado. Me doy la vuelta y veo el rostro de mi abuela Trace detrás de mí.
—¿Abuela? —cuestiono incrédula.
—Princesa, eres igual de hermosa como tu madre —susurra acercándose cada vez más a mí con su cabello perfectamente peinado y sus cejas arregladas.
—Abuela —digo sin poder creer que la tengo frente a mí, son muchas las veces que desee verla.
—Estoy orgullosa de ti y tu hermano —susurra. Estoy a punto de llorar bajo su mirada dulce y cálida.
—Si lo estás —susurro en afirmación.
—Honey, ¿me haces un favor? —cuestiona con la mirada en nuestras manos unidas, no hay duda de que ella sería la mejor abuela, no está viva y lo es. Asiento una y otra vez a su pregunta.
—Dile a tu padre que lo perdono, que deje de culparse por mi muerte, yo estoy bien, dile que merece ser feliz plenamente, de nada vale que se culpe —dice ella con ojos brillosos, ahí es cuando siento las lágrimas rodar por mis mejillas.
—Te quiero abuela. —Me abalanzo a sus brazos, pero para cuando me aparto ya no está, solo yo, una vez más en el torbellino blanco de mi mente.
***
Otro día madrugador, en el que tengo entrenamiento, hasta tengo un horario que cumplir, es increíble como de rápido cambian las cosas en nuestras vidas. Esta vez usé mi ropa deportiva, después de todo iba a practicar tiro al blanco, nada fuera de lo normal en mi vida de locura. Dejé a Charlie dormir, después de todo no puede venir conmigo, por ahora.
Lo primero que hace Bonie en cuanto llegamos al cuarto piso del edifico, es preguntar por Dylan e inmediatamente pienso que quizás hoy era el día en el que por fin iba a conocerlo. En lugar de caminar por el pasillo que da a mi lugar de entrenamiento, me dirige por el pasillo contrario, cuando estoy a punto de preguntar a dónde vamos, mi mirada se dirige a un chico, no, a un hombre, lo observo por el ventanal del pasillo da al cuarto de boxeo, quedo prácticamente embelesada al verlo. Casi impacto contra la pared por estar mirándolo; retomo mi compostura y sigo a mi abuela tratando de no perderla de vista entre estas personas. Mi respiración se agita cuando veo que nos dirigimos al caballero por el que acabo de babear por todo el piso, a medida que nos acercamos lo veo con las manos enroscadas en la barra, flexionando sus brazos de arriba a abajo con sus cejas negras y gruesas ligeramente arqueadas fruncidas en un ceño y el sudor rodando por su cuerpo, y vaya abdomen, santo Dios.
—Qué difícil es saber de ti hottie —comenta mi abuela cuando estamos más cerca de él. Deja de hacer sus ejercicios y se seca el sudor antes de besar la mano de mi abuela, repite la acción conmigo y procuro no desmayarme. Definitivamente este es el hombre he visto en la casa, nunca pude ver su rostro y Dios sabe por qué. Así que este es el tan mencionado Dylan.
—Él es Dylan, tu compañero y futuro subjefe —dice ella y trato de no parecer tan sorprendida como realmente lo estoy.
La línea de su mandíbula es muy marcada, y sus ojos, azules agua marina, tan claros y grandes, llenos de pestañas negras. Yo he visto esos ojos antes, estoy segura, pero no sé dónde. Esa mirada coqueta e intimidante, no es la primera vez que la veo, creo que nadie sería capaz de olvidar esa mirada. Su cabello es castaño oscuro, casi negro en un intento de peinado, no voy a decir nada de su abdomen porque santos cielos, no hay nada que decir a su maravilloso cuerpo.
<<Por Dios estoy casi babeando frente a él, tengo que controlar mis pensamientos>>
—Dylan, ella es Brooke tu compañera y futura líder —dice mi abuela con una sonrisa de oreja a oreja, parece que ella disfruta de esto y yo trato de pensar en Charlie y no en este hombre tan seductor con barba de dos días. La expresión de Dylan pasa de algo serio a más relajado y puedo decir que asombrado.
—Qué bueno es conocerte —dice sonriente. Acabo de confirmar que es el hombre misterioso de la casa y por alguna razón siento que lo conozco de otro parte, me esfuerzo y no logro recordar de dónde.
—Sí, es un placer —digo firme para no parecer una tonta frente a él.
—Ustedes se van a llevar muy bien, estoy segura —No sé de donde lo ha sacado mi abuela, a mi parecer de una revista.
—¿Por qué tan segura abuela?
¿Abuela?, él la acaba de llamar abuela, no me digan que es familia mía, digo, es mejor que lo sea, así dejaría de pensar en lo increíblemente sexi que es.
—Porque tienen muchas cosas en común, ya te darás cuenta —señala ella a lo que él se ríe y seguido de eso nos da la espalda para colocarse una camiseta, gracias al cielo porque no estaba pensando con claridad.
—¿Abuela?, ¿De dónde ha salido él? —le pregunto en un susurro antes de que Dylan vuelva a nosotras.
—Es el hijo de Alan, me llama abuela de cariño —dice en respuesta y yo solo asiento. Debí haber notado el parecido.
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Editado: 28.11.2020