Escógeme - El tiempo dirá el resto.

Capítulo 1: El coraje de una decisión.

— ¡Ven por mi!

La voz de ella temblaba, como si estuviera hipotérmica tras el teléfono. En tanto, él estaba sorprendido, estaba a punto de acostarse, acababa de terminar el trabajo pendiente de su jefe, el marido de ella.

—Domi ¿Dónde estás? —Preguntó con preocupación, tanto que casi dio un salto de la silla cuando vio el nombre de la mujer parpadeando en la pantalla de su móvil.

—Sólo ven...—Sollozó, no quería llorar por teléfono, era tan humillante. Cogió aire y se trago las lágrimas —¡NO SÉ! Te enviaré mi ubicación mejor  ¡apúrate, Ro! Tengo miedo...

Miró la hora, casi eran las tres con quince de la mañana <<Quizás se curó en algún pub>> Bostezaba Rodrigo, mientras abría la ubicación en el GPS. La última vez fue así, estaba llorando en un pub carísimo porque descubrió una infidelidad de su esposo. Y fue tal su rabia que salió con lo puesto, cogió las llaves de su auto y fue a beber olvidando la cartera con tarjetas en casa. Ahí llegó Rodrigo, también casi a las cuatro de la mañana para rescatar a Dominga "la cuica pesá" como diría su madre; y es que Dominga Echeverría desde que se casó con ese sujeto aprendió a beber, pero licores caros que la mayoría del tiempo se llevaban buena parte del sueldo de Ro cuando se le ocurría emborracharse sin dinero <<Da igual mientras ella esté bien>>  decía para sí mientras pagaba.

Cuando se percató del mapa, sintió un escalofrío trepando su espalda. Si no se equivocaba, el lugar correspondía a una comuna periférica y también peligrosa de Santiago, ese sector siempre aparecía en los noticieros y no se destacaba por ser seguro.

Encendió el motor acomodando una manta sobre sus hombros y se puso en marcha.

<<¿Pero qué cresta hace Domi en ese lugar?>>Se cuestionaba.

Las luces de los postes parecían rayones fluorescentes cuando el auto tomaba velocidad, debía llegar lo antes posible, la chica no había llamado otra vez lo que indicaba que posiblemente su móvil estaba descargado. Pisó el acelerador en cuanto tomó la despejada autopista. Encendió la radio para luchar con el impulso de quedarse dormido mientras manejaba, The Beatles acompaño su camino mientras canturreaba "Hey Jude, don't be afraid, take a sad song ..."

Revisó el mapa percantándose que estaban cada vez más cerca,  se encontraba en medio de una  villa problemática y él ya había pasado la entrada, bajó la velocidad para encontrar algún pub de mala muerte, pero no había nada que se le pareciera. Los lugareños parecían dormir, sólo algunos observaban curiosos desde las calles, grises y perseguidos por sus hazañas, seguramente, drogadictos y vendedores del lugar.

Tragó saliva, agradecía poseer un auto feo y poco llamativo justo en ese momento.

Estaba frente al lugar, un callejón sin salidas en medio de dos casas grandes y viejas. Detuvo el vehículo y apagó las luces, no había nadie cerca pero tampoco quería llamar la atención. Rodrigo permanecía en la disyuntiva de preguntar por la chica en las casas aledañas o simplemente llamar a la policía por un posible secuestro. Bajó de su auto con la manta aún puesta sobre los hombros y se paró frente al callejón barajando qué opción debía tomar.

Dominga estaba ahí, muy quieta en medio de dos contenedores rebosantes de basura, había escuchado un auto detenerse, temía que fuera Beltrán persiguiéndola, estaba aterrada y petrificada por el miedo, así que no se atrevió a mirar de quien se trataba. Se quedó ahí, quietecita y degustando el sabor metálico de la sangre que brotaba de su labio inferior.

La imagen de Beltrán follando con otra mujer en su propia cama, aparte de lastimarle el corazón, le causaba náuseas. Después de un tiempo aceptaba la idea que su esposo mantuviera aventuras, situación que le costó asumir, pero lo permitió para romper la rutina y principalmente para que su matrimonio no fracasara con el pasar de los años <<¿Qué más da? La esposa siempre seré yo mientras que ella será invisible toda su vida>> pensaba a fin de darse ánimos, aunque sabía que eso no aseguraba para nada su futuro. 

Sintió los pasos romper algunas ramas mientras se aproximaba, comenzó a temblar y pasar aire entre los dientes por el frío. Temblaba de tal forma que su cuerpo rozaba las bolsas con basura, temblaba al pensar que si esos pies pertenecían a Beltrán, enredaría sus dedos fuertes en el manojo de cabellos castaños y la arrastraría por el callejón hasta meterla en el auto.

El movimiento involuntario de su cuerpo finalmente removió una lata vacía de cerveza la cual rompió el silencio cuando se estrelló en el piso y rodó hasta los pies del sujeto.

<<Es mi fin>> Pensó mientras apretaba los ojos.

Fue arrastrada del brazo, pero esa mano que la tocó era suave y cálida. De pronto, cuando se esperaba lo peor, decidió mirar con el ojo bueno.



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En el texto hay: maltrato y sufrimiento, amor, intriga y drama

Editado: 04.09.2018

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