Sin muchos deceos comencé a vestirme, mi madre me ayudaba con esa tarea. Primero el corset, esa prenda simplemente ridícula y molesta que cortaba la respiración. Aún no entendía porque las mujeres debíamos sufrir tanto para vernos bien.
--- lista y preciosa-- había dicho mi mamá al terminar de acomodar mi vestido en tono rosa palo, decorado con pequeñas florecillas blancas en la falda, con corte princesa según que para acentuar más mi cintura.
--- te veo y me recuerdas mucho a mí misma a tu edad - - continuó mientras secaba una lágrima que rodaba por su mejilla con su pañuelo bordado.
-- ¿es realmente necesario que haga esto? Todo está mal--- dije un poco consternada. - - el cosrset me aprieta, me da comezón, quieres venderme al mejor postor, un hombre q ni siquiera conozco y q no amo.
Y comencé a llorar. Extrañaría a mi madre, mi pilar, amiga y consejera. Sabía que me hiba para ya no regresar.
--Hija, creeme que todo lo que hago es por tu propio bien. Quiero que abras las alas y encuentres tu verdadera felicidad - - traté de decir algo pero ella me lo impidió levantando su mano
--Puede ser que tu destino se encuentre detrás de las puertas del palacio.
Se acercó para poner un delicado beso en mi frente y estrecharme en sus brazos.
--siempre serás mi pequeña, no importa donde te encuentres. Baila, ríe y se feliz.
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Tres largas y tediosas horas habían transcurrido, el carruaje tirado por dos hermosos caballos purasangre completamente blancos se sacudía atravesando el polvoroso camino lleno de piedras y baches.
--Yo voy con la mira puesta en el príncipe - - comentó Vivianne.
--Ya lo sé, ese es el objetivo de casi todas. Pero ¿que tal que en verdad sea feo, calvo, lleno de arrugas y con mal aliento como lo han descrito?
Reí ante el estremecimiento y las arcadas falsas de Verónica.
--Por eso-- continuó esta última - - prefiero al conde Luis de Dubran, estoy enamorada de él desde que tengo uso de razón. Casi puedo decir que lo amo.
Dijo entre suspiros y formando un corazón con sus dedos.
--Y nuestra soñadora Alana con espectativas de que va al palacio?
Preguntaron casi al unísono.
-- Pues yo quiero a alguien normal, que me ame y me permita ser yo misma, con quien pueda reír, cantar, jugar pero por sobre todo q no me obligue a poner corset porq este me está matando...
Y nos hechamos a reír las tres mientras las mellizas confirmaban este último término.
De pronto la risa se vio interrumpida por un fuerte estruendo proveniente del exterior de nuestro carruaje, traté de asomar la cabeza pero una flecha entró a gran velocidad por la ventana rozando mi hombro. La herida dejó un halo de ardor en mi piel mientras la sangre comenzaba a hacer aparición. Mis hermanas comenzaron agritar mientras se abrazaban de miedo.
-- Debíamos aber aceptado que papá viniera con nosotrsa.
-- O al menos que nos acompañaran los guardias del reino.
-- No quiero morir virgen.
--Y que quieres idiota?? Morir violada por maleantes.???
Eran los gritos de las chicas a mi lado.
--Todo es peor porque robaran nuestra dote y luego nadie querrá casarse con mujeres sin dote.
Lloraban más aún con cada comentario, tanto llanto me tenía aturdida y peor aún ver como el vestido se manchaba de sangre avivava el enojo que crecía en mi pecho.
-- Quédense aquí tranquilas las dos. - - les grité mirandolas a los ojos
--Ninguna va a morir virgen, al menos no hoy, ni violada por maliantes y mucho menos quedaremos sin dote.
Me puse en pié y traté de salir del carruaje, pero dos manos jalaron la falda de mi vestido... Hasta que la tela cedió y se rompió un poco.
-- no salgas hermanita. - - dijo una temerosa Veronica.
-- mejor que los hombres de papá que viajan con nosotras resuelvan el problema.. - - terminó de decir Vivianne.
Miré una vez más mi vestido, estaba roto, manchado de sangre, o sea inservible totalmente. Al ver q las chicas seguían agarrandome por la falda del vestido., terminé de romper la tela hasta la altura de mis rodillas. Estaba casi al saltar fuera de nuestro escondite cuando una cabeza calva, con una sonrisa maquiavelica, dejando ver unos pocos dientes manchados, de pobladas cejas y nariz redonda y ancha asomó por la tela que servía de puerta.
-- Miren que manjares tenemos aquí-- dijo relamiendose los labios. - - hoy nos llevamos botín completo. Caballos, jollas y dinero y hasta mujeres. Creo que probaré un bocadillo en este preciso instante.
Veronica y Vivianne retrocedieron acurrucandose al otro costado de nuestro carro mientras lloraban y gritaban pidiendo por ayuda.
Pero yo, yo era una salvaje que no me dejaría domar tan facilmente. Antes de morir hiba a dar batalla de la buena. Sin pensarlo dos veces le proporcione una fuerte patada justo en la cara de tan repulsivo ser que desapareció de nuestro campo de visión.
--ahora sí están dispuestas a que salga y ustedes me esperarán aquí.
Ambas asintieron mientras temblaban de miedo. Levanté la tapa de mi baúl y saqué la daga de plata que mi madre me había dado cuando cumplí 15 y que pertenecía a mi padre.
--Ya me fastidiaron, ¿que pensaban que aquí solo venían princesitas?
Grité con todas las fuerzas de mis pulmones.