Como deseaba que aquel momento fuera eterno. Abrasados, acurrucados, tan juntos...
Respiraba su mismo aire, el calor que desprendía su cuerpo se hacía parte de mi, el aroma de su perfume penetraba mis fosas nasales dándome paz y confort, su respiración comenzaba a medida de los segundos a ser más profunda, el ritmo de sus latidos comenzaban a acelerar provocando que a su vez entre la respiración, el pecho se inflara de tal manera... Sentir aquella sensación de seguridad por unos instantes complacía a algo dentro de mi, no sabría decirles exactamente a qué, pero lo hacia.
Como deseaba que aquel momento fuera eterno. Abrasados, acurrucados, tan juntos...
Después de tantas diferencias, después de tanta discordia, después de toda las idas y venidas que tuve al pensar por mi... ¿Por qué?, ¿Por qué tenia que llegar ese momento tan deseado para la eternidad, solo para revolucionar otra guerra que creía ya haber ganado? No, ya lo tengo decidido y no puedo hacerme para atrás.
Deseaba tanto que fuera eterno aquel momento, lo abracé tan fuerte, lo abracé con tanto miedo, lo abracé como nunca antes había abrasado a alguien, con fuerza, con desesperación, con angustia de que aquel momento solo pertenecería durante un largo tiempo en mi memoria y sin fortuna o suerte no volvería a repetirse... Claro, él no se imaginó ni una mínima porción de terreno de aquella guerra en mi interior.
En un par de días me iré, muy lejos, ya lo he decidido y no tengo vuelta atrás en esto. Me iré para volver en unos lejanos años si Dios me lo concede.
Tuve que soltarlo ese día, su abrazo de unos instantes pertenece en la eternidad de mi recuerdo, lamentablemente.
Aún no consigo las palabras o el momento para decirle la verdad, solo se confía de que mis planes no cambiaron cuando en realidad lo dejaré lejos de mi persona.
Me abrazó con tanta normalidad, mientras que yo deseaba con todo el alma que ese momento fuera eterno y lo abracé con un adiós.
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Escrito por: El Dolor.