Estas triste, pasas todo el tiempo auto lamentándote por lo que hiciste o lo que pudiste hacer. Te encierras a llorar por las personas que se fueron, olvidando a las que están o pronto llegarán. Te escondes tras cuatro paredes porque te da miedo el exterior, te da miedo que te vuelvan a lastimar, olvidando que muchas de las mejores cosas de la vida son las que te dan miedo de intentar y probar. Te aferras a tu tristeza, escuchas música triste todo el tiempo, porque es el único estado de ánimo en el que estuviste por mucho tiempo.
Es triste que estés para todo el mundo y los ayudes a solucionar sus problemas. Pero cuando alguien te intenta ayudar lo alejas y dices que pronto todo pasará y ya nada te podrá lastimar. Te apartas de todos los que te aprecian proclamando que amas tu soledad. Te escondes tras un sonrisa en público y te desarma cuando el mundo está oculto.
Pero, es más triste saber que tú lo escogiste. Que renunciaste al amor y a la vida que en algún momento soñaste. Es triste recordar a esa niña de cuatro con las ilusiones a flor de piel, y compararla con esa niña de dieciséis que por todo se deja caer. Es triste haber visto todas tus facetas y enterarte que ninguna de ellas fue verdadera.
Deja de preocuparte por la vida de los demás y ocúpate de la tuya, porque a cada minuto que pasa veo que más se derrumba. No quiero que seas de esas princesas que esperan que un príncipe las rescaté. Quiero que seas una guerra y salgas de ese vacío donde tú misma te colocaste.
Si la cuerda no sería floja no tendría gracias cruzarla. Si la vida no sería complicada no tendría gracias sentirla, vivirla, disfrutarla y cuando llegue el momento, mirar atrás y saber, que aprendiste a domarla.
Lo último que te diré es que es decisión absolutamente tuya, permanecer en ese pozo sin fondo de amargura o luchar con todas tus fuerzas hasta salir y encontrar la luz de la luna.
Nadie vendrá a rescatarte princesa en apuros, hazlo tú misma.