EMILY ROMANOV
Se llego el lunes más pronto de lo que pensaba, pero pase uno de los mejores fines de semanas de mi vida, junto a mis amigos, conociendo la nueva ciudad en la que ahora habitaba y lo más importante aprendiendo nuevas cosas de las personas que me rodeaban. Eran nuevas experiencias que debía guardar y aprender de estas.
Sabía que hoy no debía salir, mis padres sacaron tiempo para llevarme y conocer a la nueva terapeuta con la quería seguir mi proceso de psicología. La cita la tenía en la tarde por lo que tenía tiempo para ir al instituto y volver a casa para cambiarme.
El uniforme era ortodoxo, simplemente nada innovador, todo a la vieja escuela y a las enseñanzas machistas impuestas por los hombre, simplemente deberían dejar innovar, cambiar un poco el diseño integrar y quitar algunas partes de este uniforme. Por ejemplo, dejar utilizar pantalón a las mujeres si lo deseamos, o por lo menos por una vez a la semana, es una prenda bastante cómoda y útil; me termine de poner aquel uniforme y me acomode el cabello, hice que las ondas de mi cabello se pronunciaran un poco más y me puse un broche para adornarlo, me puse rímel en mis pestañas y así creía que ya estaba lista.
Llegue a sala y ahí estaba mi padre y mi madre desayunando, tome las medias y las subí hasta mis rodillas, me senté en una de las illas del comedor y les sonreí a mis padres.
— Buenos días mamá —le sonreí a mi madre y volteé a ver mi papá— Buenos días papá —le sonreí de igual manera.
— Buenos días Emily —dijeron por fin mis madres al unísono.
— Cariño, para hoy quiero que esperes a que tu padre llegue, así tu padre conoce al terapeuta y te espera —mi madre apretó los labios por un momento y luego me dio una sonrisa de medio lado, todo esto fuera un poco doloroso para ella, pero para mí lo era aún más porque para mí era aún más vivido cuando iba a terapia.
— Si mamá, aunque aún sigo creyendo que tendría dejar de ir, ya me encuentro muy bien —opiné ante lo dicho por mi madre, sinceramente son recuerdos que quería suprimir y simplemente olvidar, cosas que quería esconder de las nuevas personas a las que estaba conociendo, quería enterrar aquel pasado doloroso y agobiante, y eso estaba haciendo día tras día.
— Lo se cariño, pero tengo miedo a que —mi padre dejo su frase en suspenso y tomo mi muñeca y subió la manga hasta llegar al antebrazo— vuelva a suceder esto —dijo palpando cada una de las cicatrices que había, quite mi brazo un poco agresivo y baje la manga rápidamente.
— Son cosas que intento…superar —mi tono de voz se hizo bastante bajo, no quería abrir aquel baúl de recuerdos y dolores que tanto me costó cerrar— Además me entere que salió del reformatorio hace unas semanas, antes de que nos mudáramos aquí... —no me sentía muy bien al decir aquellas palabras, me entere cuando recién habíamos llegado, una conocida de mi vieja escuela me dijo y quede pasmada en ese momento, sentí que cualquier momento aquellos momentos podrían volver a mi mente, atormentándome por siempre.
— Con más razón, te podría dar un ataque de ansiedad, ¿ya tomaste la medicación hoy? —espetó mi padre con un tono más firme y serio de lo normal.
Entendía que mi salud le preocupaba, pero me daba miedo cuando utilizaba aquel tono. Negué con la cabeza y su ceño se frunció rápidamente, paso sus manos por el rostro, mi madre se levantó de la mesa y se dirigió al baño, saco aquel bote de pastillas que tanto odiaba tomar, pero me ayudaba a mantener la calma, además de que debía tomar algunas recomendaciones de mi terapeuta anterior; cosas simples como los "marcados rápidos" en el teléfono, con contactos que sabían que estarían ahí para mí.
Mi madre me dio el bote de pastillas y puso a mi lado un vaso de agua, abrí aquel botecito y saque una, dudé por un momento y mire a mis padres para después tomarla, era amarga, a decir verdad, y eso era lo que más odiaba.
[...]
Estábamos en el auto de Samuel, prometió dejarme en el instituto ya que le quedaba de paso para ir a su trabajo, el solía estudiar, pero también trabajar, así pagaba sus cuentas y los gastos apartes que tenía. Iba en el asiento del copiloto mirando por la ventana el camino que faltaba para llegar.
— Samuel, una pregunta... —lo miré por el rabillo del ojo, y empecé a jugar con el borde de mi falda— ¿sabes dónde puedo conseguir algún trabajo de medio tiempo?
— Tal vez pueda, pero, ¿no te quedaría muy pesado el instituto, las terapias y el trabajo? —quitó por un momento la vista del camino para mirarme por un momento, suspiro un poco y devolvió la mirada hacia al frente— primero organízate, y me avisas.
Podría llegar a tener razón, pero las terapias no las tenía todo los días solo unos cuantos días, además si pedía algún permiso en el trabajo por problemas de salud me lo podrían conceder. Enserio quería tener una vida normal, quería conseguir un trabajo de medio tiempo, tener amigos y divertirme.
— Esta bien, te avisaré apenas tenga todo listo y organizado —se estacionó fuera del instituto y se recostó en el espaldar de la silla, paso sus manos por su cabello desorganizándolo un poco, suspiro y me volteo a ver— Emily cuídate, me avisas cuando termines clases, Vanessa quiere mostrarte algo —su rostro y su mirada expresaban cosas totalmente diferentes, su rostro expresaba felicidad, pero sus ojos, en sus ojos había cierto brillo que me reflejaba nostalgia y preocupación.
Tome mi mochila que estaba en el asiento de atrás y acomode mi falda y cabello, mire por la ventana como la cantidad de estudiantes que entraba aquel instituto era demasiada. Miré a Samuel le sonreí y di un beso en su mejilla, lo abracé y jugué con uno de sus mechones de cabello.
— Nos vemos más tarde, te llamaré cuando terminé la sesión de terapia —dije saliendo del auto, y acomodando mi mochila, el me dio una sonrisa y acomodo su cabello como pudo.