Ya se había hecho la hora de cenar y el director todavía no los había llamado para volver a combatir. Los chicos se estaban acomodando en sus mesas en el comedor.
Zed buscó a Laly con la mirada, quería sentarse junto a ella. La buscó por un buen rato, hasta que por fin la encontró, sentada en una mesa con todos sus amigos. Había un lugar libre a su lado. Le preguntó algo tímido y despacio si podía sentarse.
—¡Claro!— le respondió ella— Te reservé este lugar.— Él le sonrió agradecido y se sentó junto a Laly.
Todos charlaban mientras comían. Zed miró de reojo a Amanda, estaba sentada con Twister, y conversaban.
Laly también miró hacia dónde Zed miraba, y Twister estaba elevando un corazón de servilletas. Suspiró, aunque sintió alivio de verse libre de ese imbécil.
De pronto y para sorpresa de todos, la luz se apagó. Todos se quedaron a oscuras. Se escuchó gritar a los chicos más pequeños. Varios se asustaron, pero luego reían. Solo se había cortado la luz, además el director y unos cuantos asistentes estaban con ellos.
Pero de repente, empezaron a escuchar ruidos extraños, como interferencia. Los chicos se habían callado y escuchaban atentos mientras intercambiaban miradas unos con otros.
—¡Ahh!— se escuchó de pronto, como un grito de hombre que provenía del altavoz o algo parecido. Justo en el momento del grito, Lavanda se asustó tanto que abrazó a Rain, él no estaba asustado, pero aprovechó el momento, y agradeció al loco gritón. Dafs y Pranch también se abrazaron por el susto. Y Stacey y Tad se tomaron las manos.
Luego se escuchó una risa burlona y grave que provenía de los altavoces:
—No se asusten— les dijo la voz.
Los chicos seguían sin entender.
—Tranquilos, chicos— se escuchó hablar al director— Esto no es nada, ya lo solucionaremos.— Entonces Rain comenzó a asustarse un poco, esto no era normal y la voz del director sonaba nerviosa.
—Silencio, director— ordenó la voz del altavoz— Ahora yo voy a ser el único que hable. Será como un discurso. Cuando finalice quiero que tooodos aplaudan. – hablaba con un tono conciliador como si les estuviera hablando a niños pequeños – Pero primero, escuchen con atención. Vengo a proponerles algo: ¿quién de ustedes no querría tener más poder? ¿Quién no querría ser más fuerte? Todos están invitados. La escuela no los prepara tan bien como debería, no saca a relucir todas sus capacidades, además de tener bastantes reglas sin sentido, toda una molestia, un estorbo para su crecimiento como seres poderosos.— ¿Ser más fuertes? Claro que todos querían eso. ¿Quién era ese hombre?
—Les ofrezco unirse a mi bando, no el bando de una nación ni perteneciente a nadie, libre, único. Los estuve observando combatir y practicar— continuó— y... hay algunos a los que yo escogería sin preguntarles su opinión. Pero no se preocupen, los que quieran unirse a mí podrán hacerlo, ya llegará el momento. Juntos podremos hacer grandes cosas y crecer individualmente cada uno, sin estar siguiendo reglas o cumpliendo requisitos.
De pronto volvió la luz, y las interferencias se cortaron. La voz no volvió a hablar.
Los chicos se miraron las caras unos a otros. Todos estaban entre sorprendidos y asustados.
—¿Qué fue eso?— preguntó Bill, el chico de los revólveres, que fue el primero que se animó a hablar y se escuchó en todo el comedor. Inmediatamente todos comenzaron a hablar y a dar sus suposiciones.
—Está loco— dijo Rain— ¿Quién es? ¿No da la cara y espera que nos unamos a él? ¿Es una mala broma?
—¿Dijo que a algunos los va a elegir sin preguntarles su opinión?— se extrañó Katy— ¿A la fuerza? ¿O a qué se refiere?
—¡No voy a dejar que realice sus planes!— gritó Flux— Primero tendrá que vérselas conmigo.
—No será la gran cosa— bromeó Katy.
—No se asusten— dijo Tad, intentando imitar un tono despreocupado— De seguro era una broma— Stacey lo miró. Tad también estaba asustado, le había apretado muy fuerte la mano.
—¡Tranquilos, chicos!— intervino el director, hablando muy fuerte para que todos lo escucharan— Solo fue algo que se salió un poco de control, es todo. Después de cenar irán inmediatamente a sus habitaciones, sin detenerse para nada.
—¿Una broma?— preguntó Frost— Veamos... la oscuridad pudo haber sido causada por Dabeb quizás.
—¿Pero y la voz?— preguntó Pranch.
—La voz pudo haber sido creada por John— contestó Frost— que se transforma en alguien e imita su voz.
—¡Dafs también puede cambiar la voz!— lo acusó Wany— ¡E incluso manejar electrónicos! Él pudo haber distorsionado su voz en el altavoz perfectamente.
—Yo no haría esas estupideces, Wany— se defendió serio él.