—Estás agotado, Zed —murmuró Dori dulcemente, tras observar la mirada cansada que portaba—. ¿Por qué no dormís un poco? —agregó, señalando a Laly que descansaba en el suelo.
—Duerme tú, Dori —le contestó él—. Yo sé que estás cansada también, no te preocupes, yo las protejo. —La cocinera lo miró con ternura.
—Zed, cariño, ¿no piensas que así de cansado no vas a poder hacer mucho? ¿No sería mejor que descansaras un rato?
—Si les llegara a pasar algo mientras yo esté durmiendo no voy a poder perdonármelo. –El rostro de Zed manifestaba preocupación y ansiedad.
—Tranquilo, estás muy tenso y nervioso, ¿qué puede pasar? Estamos en el sótano.
—No lo sé —suspiró Zed. El temor de perder a alguien más lo tensaba.
Dori lo abrazó con delicadeza y él, de a poco, se apoyó en ella mientras esperaban que el horrible combate terminara. La mujer comenzó a acariciarle el brazo que no tenía apoyado a medida que le cantaba al oído una arrulladora canción de cuna.
—¿Dori? —Después de unos minutos, la voz de Zed sonaba mucho más relajada.
—¿Qué mi corazón?
—Te quiero mucho. —Ella le besó la cabeza.
—Yo también Zed, yo también. —Y continuó cantándole hasta que finalmente el chico se quedó dormido.
***
—¿Qué podemos hacer con Smoke? —preguntó Katy a sus amigos en voz baja.
Varias de las personas en el sótano ya estaban dormidas, por lo que había menos ruido y no quería que nadie más se enterara sobre su prisionero.
—Podríamos decirle al director —propuso Wany—, seguro sabrá qué hacer con él.
—No me parece. —Intervino Frost—. Nosotros lo capturamos, es nuestro.
—Pero me refiero a que el director debe saber mejor que nosotros cómo tratar a un prisionero y sacarle información, ese tipo de cosas —le explicó Wany.
—Yo sé perfectamente cómo hacer eso. —Fue la fría respuesta de Frost—. Que tú no sepas es otra cosa.
—¿Ah sí? Entonces hazlo —lo retó ella.
—Mira y aprende. —Frost se dirigió a la aspiradora. Le hubiera gustado dañarlo, pero no podía o rompería el aparato. Tenía que pensar en algo que sonara tan amenazante como eso:
—Smoke —le dijo, pero nadie le contestó—. No te hagas el mudo, sé que podés hablar, y ¿sabes? Tenemos a tu amigo Freeze en una jaula y vamos a torturarlo.
—¡Déjenlo! —Gritó Smoke con desesperación—. ¡¿Freeze me escuchas?! ¡Congélalos a todos! ¡¡A todos ellos!!
—Él no te oye, y no puede congelar porque yo voy a encargarme de su hielo.
—¿Y qué quieren de mí? —preguntó entonces Smoke, rendido. Frost le echó una mirada burlona a Wany.
—Por ahora solo queremos que nos digas cómo detener el ataque. —Smoke calló un rato.
—¿Y por qué no se lo preguntan a Freeze? —contestó después. Frost se sorprendió, era una buena pregunta. Wany miró a Frost con una ceja levantada y una mano en la cintura, a ver cómo se salvaba de esta el congeladito ahora.
—"No era tan tonto como pensaba" —se dijo Frost. Había subestimado a su enemigo, mala jugada, tenía que responderle, y rápido.
—Él no puede hablar —le respondió.
—¿Y por qué no?
—Está congelado —le contestó Frost burlonamente—. Así que eres su única esperanza, ¿cómo detener el ataque?
—Simple, nosotros vinimos con un único objetivo: acabar con ustedes. El ataque termina cuando se cumpla ese objetivo.
—Pero no van a cumplirlo.
—Entonces no se van a ir. —Frost comenzaba a impacientarse. El interrogatorio no avanzaba. De pronto, Toxia tuvo una idea.
—¡Ya sé! —exclamó, y tomando a Wany del brazo se alejó del resto.
—¿Qué? —le preguntó esta, extrañada.
—Es un secreto, pero no veo otra salida que utilizarlo. Diseñé una pócima para enamorar a la gente con el ADN de la persona de la que se tienen que enamorar.
—¿Y funciona? —Se interesó Wany.
—Sí, ya la probé en Twister. —Wany abrió grandes los ojos:
—¿Te gusta Twister? —le preguntó.
—¿Qué? —se sorprendió Toxia y largó una carcajada—. ¿Qué tan descerebrada pensás que soy? —Wany se encogió de hombros:
—¿Y por qué probaste tu pócima en él?
—Había que probarla en alguien, ¿no? En fin, el punto es que lo que descubrí es que funciona pero tiene una duración determinada, la verdad es que el efecto no dura mucho, pero sirve.