Ese beso en Paris

02|| Crucigrama

WENDY

Nueve horas. Durante nueve horas no he dejado de pensar en ese mensaje. No he podido pegar ojo en ningún momento de este largo y tedioso viaje.
Nueve horas con esas cuatro palabras en mi mente.

"Suerte en tu viaje"

Cuatro palabras que derrumbaron toda la alegría y felicidad que tenía.
Durante nueve horas, esas cuatro palabras hicieron destrozo dentro de mi.

No sé en que momento me bajé del avión, así como tampoco sé hace cuanto tiempo llevo aquí sentada en una de las tantas sillas qué hay dentro del aeropuerto.
El lugar está abarrotado de gente, niños, hombres, mujeres todos de diferentes edades, altura, apariencia. Todas y cada una de estas personas están unidas por lo mismo, un viaje a punto de realizar. A la espera de alguien que viene en camino.
Todas estas personas caminan de un lugar a otro con varias maletas y bolsos en sus manos, el ruido de las ruedas de sus equipajes hacen eco dentro de este lugar, el sonido de las pantallas anunciando la salida de un nuevo viaje se suma al alboroto que hay aquí.
Cerca de la zona de equipaje puedo visualizar a varias personas sosteniendo un cartel, el típico cartel de aquellos quienes están esperando la llegada de alguien.

Observo a mi alrededor y durante la media hora que me encuentro aquí la rutina es exactamente la misma. Gente que va y viene. Cientos de maletas siendo deslizadas de un lado a otro.

Ya con la respiración menos acelerada y con los latidos de mi corazón más calmados decido ponerme en pie y caminar hacia el exterior del aeropuerto.
Es mi primera vez aquí, pero gracias a los carteles qué hay pegados a las paredes puedo reconocer cuál es la salida. Me abro paso entre la multitud y finalmente llego a una puerta que constantemente se abre y cierra a medida que las personas entran y salen.
Una vez fuera puedo sentir el típico aire de verano golpear contra mi piel. Es un aire caluroso pero definitivamente no como el de Portland. El calor sofocante y húmedo de Portland no se compara con este.

Comienzo a guardar mis maletas en la valija del taxi que estaciona frente a mi y en el momento exacto en el que estoy subiendo y acomodándome en el asiento, mi celular vibra en el bolsillo trasero de mis jeans.

Mensaje de número desconocido:

Según internet estamos a 2961.9 millas de distancia

NO

NO

NO

Esto no puede ser posible.
Definitivamente esto debe ser un malentendido y no está ocurriendo tal cosa.

—Es un simple mensaje—intento convencerme mentalmente—Cualquiera podría haber mandado ese mensaje por error

—Señorita, aún no me ha dicho a donde desea ir—escucho una voz masculina de fondo pero no le presto atención

Vuelvo a leer el mensaje una y otra y otra vez.

—Es un mensaje sin sentido—vuelvo a repetirme. —No es más que un error.

Un error con demasiada casualidad pienso.

Quiero preguntarme por qué, pero también como.
¿Por qué estas cosas me suceden a mi?
¿Cómo es posible que tenga mi número? Lo he cambiado no una, sino dos veces. Y tan solo los de mi círculo familiar lo tienen. No es como si lo hubiese publicado en un estado de Facebook anunciando mi nuevo número de celular para que todos me agenden.

—¿Se encuentra bien?—La voz de un hombre vuelve a sacarme de mi ensimismamiento y todo mi cuerpo se estremece. Muevo mi cuerpo todo lo que puedo hacia atrás y hundo mis manos en el acolchonado asiento. No es hasta que comienzo a mirar a mi alrededor que me percato que aun estoy dentro del taxi y que no nos hemos movido.
Observo al chofer con mis ojos bien abiertos y a través del espejo retrovisor puedo visualizarme a mi con una cara de horror y espanto, como si hubiese visto un fantasma pasar por delante de mi.

—S-si—respondo aún sujetándome lo más fuerte que puedo del asiento.

—Muy bien—responde el chofer no muy confiado de mis palabras—¿A donde desea ir?—se coloca el cinturón de seguridad y enciende el vehículo.

—Mierda, la dirección.—protesto en voz baja. Rebusco rápidamente mi celular en el bolso de mano que llevo sobre mi regazo, y busco la captura de pantalla que guardé antes de salir de casa en la que detalla dirección y número de apartamento. —mala idea haber lanzado el celular hacia adentro  del bolso en cuanto leí el mensaje, porque entre los nervios y mis manos temblorosas tardo más de lo que debería en encontrarlo—

—Carretera estatal de Florida A1A y 3rd Avenue St. North— le informo. El chofer marca la dirección en su gps, pone en marcha el taxi y emprendemos viaje hacia el que será mi nuevo hogar.

Vuelvo a tomar mi celular y lo hago girar varias veces en mis manos haciendo el mayor esfuerzo por no volver a leer el mensaje que me ha llegado hace unos minutos atrás, pero mi nerviosismo me gana y no tardo ni cinco segundos en desbloquear la pantalla y dirigirme a la casilla de mensajes.

"Según internet estamos a 2961.9 millas de distancia"

Leo una y otra vez esas palabras. Repito en mi mente que no puede ser posible, que quien sea que haya enviado ese mensaje es un completo desconocido que se ha equivocado.

Leo una quinta vez el mensaje, e inmediatamente busco en mi celular el buscador de google, tecleo "Distancia entre Portland, Oregón y Jacksonville Beach" y una decena de resultados aparecen en la pantalla de mi celular, pero yo solo soy capaz de concentrarme en el primero.
Mis ojos no dan crédito de lo que ven. El corazón vuelve latir con tanta velocidad que pareciera que está a punto de salirse de mi pecho.

"La distancia qué hay entre Portland, Oregon y Jacksonville, Florida es de 2961.9 millas."

Esto no puede estar sucediendo.
Los nervios y la necesidad de esconderme en algún sitio donde nadie pueda verme aumentan cada vez mas.
Me siento observada, controlada, amenazada, insegura.
Siento que soy el tiro al blanco de todas las desgracias que puedan suceder a mi alrededor.




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