WENDY
—¡Por favor que alguien cierre esa cortina!—hago el intento de gritar con la voz ronca, la garganta seca, los ojos entrecerrados y un dolor de cabeza que hace años no sentía.—¿A quien le hablas Wendy?—me pregunto a mi misma—ahora vives sola.—vuelvo a cerrar los ojos, cubro mi cabeza con el edredón y la almohada ya que es más fácil y requiere menos movimiento que levantarme a cerrar las cortinas, y me permito quedarme allí tumbada sobre la comodidad de mi cama unos cuantos minutos más.
Me hubiese gustado que fuesen horas y no minutos, pero un odioso sonido fuera de mi dormitorio interrumpe mi sueño.
¡Otra vez!
La vida conspira en mi contra para que no pueda dormir. Parece mi madre despertándome a las nueve de la mañana diciendo que "ya son las once"
Vuelvo a escuchar ese molesto sonido y retumba en mi cabeza como si tuviese a alguien a mi lado utilizando mi cabeza como tambor. Presiono con más fuerza la almohada contra mis orejas pero el sonido persiste. Me levanto de la cama
—o al menos eso es lo que intento ya que todo a mi alrededor da vueltas—y me dirijo hacia la sala para saber de donde proviene ese sonido porque estoy casi segura que es dentro del apartamento.
—Tiene que ser una broma—digo en cuanto me percato que el sonido que estoy oyendo es nada más y nada menos que el timbre. Primero: no estaba enterada de la existencia del timbre, y segundo: ¿acaso no habían mejores tonos? Parece el sonido que hacen las tortugas en pleno apareamiento.
Abro la puerta de un golpe intentando impedir que quien sea que esté del otro lado deje de presionar el timbre pero es inútil, lo presiona una vez más y las tortugas vuelven a gritar
—¡Por favor deja de presionar el timbre!—grito aún sosteniendo el pestillo de la puerta sin importarme qué o quien esté del otro lado
—Buenos días para ti también—dice el rubio frente a mi—Y no estoy haciendo nada—levanta y sacude ambas manos.
—Algo has hecho, el timbre no deja de sonar—me quejo casi gritando por encima del odioso sonido
—Yo no he hecho nada, lo presioné una vez...—él también ha comenzado a gritar—bueno... quizás fueron dos, pero como tú no abrías ¿qué querías que hiciera?
—No me interesa cuántas veces has presionado esa cosa, pero esta cosa—señalo el interior del apartamento—está sonando hace cinco minutos y me está volviendo loca
—¿Y que pretendes que haga?
—Tu trabajas aquí, se supone que debes saber porqué no deja de sonar—por si no se ha notado estoy comenzado a exasperarme
—Soy el portero, no el conserje—grita
—¡No me grites! Puedo oírte con claridad
—Dudo que me escuches con claridad teniendo el sonido del timbre retumbando en nuestros oídos
—¡Aghh apaga esa cosa!—grito con más fuerza—mi cabeza está a punto de explotar
—Pero yo no...
—Desconecta todos los cables—lo interrumpo—rompe la pared, has lo que sea, pero por favor apaga ese ruido
Chase entra a la sala, observa el trayecto que hace el cable del timbre por la pared y el techo, y en cuanto encuentra una pequeña caja blanca ubicada en un rincón del techo toma una silla, se sube encima y comienza a presionar todos los botones que hay dentro y el timbre comienza a sonar más fuerte.
—¡Ese era el volumen!
—¿No me digas?—inquiere girándose hacia mi con cara de pocos amigos
—¡Corta los cables!—gritó desde abajo
—Tiene que haber otra solución menos violenta
—¡Adivina que? No la hay. Corta esos malditos cables de una maldita vez ¡mierda!
No se si fueron mis gritos irritantes y cada vez más molestos o el gran odio que debe estar sintiendo hacia mi en este momento, pero hizo lo que le pedí, y luego de unos eternos Díez minutos el timbre por fin dejó de sonar.
—A partir de hoy, odio las tortugas—digo cerrando la puerta principal
—Sabes—Chase vuelve a colocar la silla donde se encontraba, retira un poco de polvo que cayó sobre su pantalón deportivo y me observa confundido—la primera vez que te vi, parecías una chica tranquila—enarca una ceja y cruzo mis brazos bajo mi pecho—pero ahora... creo que estoy dudando haber estado ese día con la misma chica que está aquí.
—Dame una razón para no echarte de mi apartamento—digo un poco en broma y un poco enserio
—1) Abriste la puerta gritando como una desquiciada. 2)Gritaste desde que he entrado hasta que he apagado esa cosa. 3)Has nombrado a las tortugas unas quince veces—en menos de diez minutos que es el tiempo que llevo aquí dentro—
Podría seguir enumerando pero tú rostro me está diciendo que si no cierro la boca esto terminará mal, así que... ¿qué problema tienes con las pobres e indefensas tortugas?
—Haré de cuenta que no he oído nada de lo que acabas de decir, ya que aún estoy con resaca, mi cabeza está a punto de explotar, aún estoy mareada y no recuerdo nada de lo sucedido anoche, y no se si estoy segura de querer saberlo—lo interrumpo en cuando veo que está a punto de hablar— Con respecto a las tortugas—río— es porque el sonido del timbre era igual al sonido que hacen las tortugas en pleno apareamiento.—Chase comienza a reír a carcajadas
—¿Y tú cómo sabes que así hacen las tortugas?
—Lo vi en un video de YouTube
—¿Como porque...?
—Mi amiga me lo enseñó
—Si te soy sincero no me gustaría ver el buscador de google o el de YouTube de esa chica.—mira la hora en su reloj de pulsera y vuelve a centrar sus ojos en mi—mira que los hombres buscamos cosas raras pero tu amiga... nos ganó—vuelve a reír
—No quiero sonar descortés ni mucho menos pero... ¿qué haces aquí?
—Tu misma has dicho que no querías saber que ha sucedido anoche—se relame los labios y en su rostro se dibuja una sonrisa pícara—por lo tanto no puedo decir a que he venido
Estoy comenzado a ponerme nerviosa. Estoy casi segura que no he hecho ninguna estupidez, así como también estoy casi segura que no he tocado a Chase de la manera que yo pienso.
He amanecido con ropa, eso es una buena señal. Y Chase al parecer no durmió junto a mi —o al menos eso es lo que deduzco teniendo en cuenta que mi cama no es muy grande para que quepan dos personas—