Esencia

Capitulo 18

La fusión | Mundo Essential

La joven Zoray había partido del lugar designado para la que sería la Fusión de almas, todos los espectadores murmuraban sobre lo que pasaría, algunos aún pensando en la chica que había marcado la tragedia en ese mundo, algunos otros solo a la expectativa de lo que pasaría luego de aquel día, en unos pocos minutos.

Los jóvenes marchaban hacia el túnel, esperando que todo ocurriese. Todos se encuentran nerviosos, algunos incluso deseando no estar ahí, como era el caso de Alana, era la primera vez que alguien de un nivel inferior participaría de la fusión, su familia estaba orgullosa, ella siempre había demostrado ser fuerte y una de las essen más poderosas a pesar de su corta edad. Sobresalía entre muchos otros, a pesar de la soberbia que hacía notar, la realidad era otra.

Alana fue criada para liderar, para sobresalir, para ser alguien grande y exitoso en su mundo, y actuaba tal cual, la enseñaron a no valorar aquello que no fuese lo suficientemente útil, siempre debía rodearse de lo mejor, y aquello que demostrara ser inferior debía encargarse de destruirlo. Así fue como actuó toda su vida, llevándose en el camino a muchos, quiénes solo cometieron el error de toparse con ella.

Alana era la hija y essen perfecta, su familia era descendiente de uno de los primeros linajes, tenían mucho poder y las uniones entre ellos siempre fueron extrañamente convenientes, en cada caso siempre resultaban ser aparentemente ideales, siempre fueron con otros essen con esencia poderosa, nunca menos, pero la realidad era que todo lo proyectaban para que así fuese, tenían un oscuro secreto, uno que si llegase a saberse, acabaría con ellos, incluso podría llevarlos a la muerte...

En su posesión tenían libros y artefactos creados para manipular los protocolos naturales de la fusión, lo que les permitía influir entre la unión natural de essen y a causa de esto, la mayoría de essentianos pertenecientes a esa familia terminaban siendo infelices, o sintiendo un vacío en sus vidas.

Alana sabía todo esto, y para su desgracia se enamoró de alguien que su familia jamás aceptaría, no porque no fuese poderoso si no, porque no era lo que ellos habían elegido, Román era un chico frío y algo escalofriante a simple vista, todo en él era grande, poseía un aura intimidante, además de una seguridad apabullante. Eso le encantaba a Alana, saber que pocas cosas lo hacían bajar la guardia se convirtió en fascinación a sus ojos.

Diferente a las actitudes y fascinación que lograba poner en los ojos de cualquier Essentiano, además de que algunos le tenían temor, él no demostró nada la primera vez que la vió, solo indiferencia. Cómo si ella no fuese nada, para Alana eso representó un completo reto, uno, que ella estaba dispuesta a asumir. Se sorprendió a sí misma el luchar tanto para ganar la atención de alguien, que ni siquiera era su destino, su familia estaba buscándole el complemento perfecto, ella no debería perder su tiempo en alguien que no significaba nada, pero sí lo hacía. Si le importaba. Quería su atención, quería que la mirase con respeto, y ver qué tan duro podía dejar de ser por ella...

Fueron largos meses en las que ella aprovechaba cualquier oportunidad para acercarse, hablarle o simplemente sentarse cerca y mirarlo, pues esto no le suponía ningún sacrificio, de esto último se sorprendió ella misma al admitirlo. Él la hacía sentir viva, emocionada, todo en la misma medida, y no podía estar más a la expectativa por eso.

Él en un principio siquiera hablaba con ella, no le dirigía una mínima palabra, tampoco reparaba en ella, pero con el tiempo, su vista lo traicionaba y se vio a sí misma admirando su entereza, incluso la perseverancia con la que de manera apasionada luchaba por recibir su atención, eso impresionó a Román, nunca nadie se había preocupado tanto por él, por recibir algo más, normalmente era ignorado, pues se caracterizaba por siempre estar solo y solo transmitir indiferencia, no era lo suficientemente odiado, pero tampoco amado y admirado, tal y cómo le pasaba a Alana, cada Essentiano en el adiestramiento hablaba de ella, ya sea porque le temían, o porque todos deseaban ser como ella.

Unas semanas más tarde bastaron para que cayera por esa chica presuntuosa, le gustaba todo ese mal carácter y apatía que destilaba, ella no se dejaba de nadie, resaltaba siempre y por alguna razón eso le encantaba, siempre se visionó con alguien así, que no se dejara, lo que más le gustaba es que fuese tan independiente y pareciera tan fuerte. Era toda una líder.

Por ella, él cambió, ella bajó sus barreras, ya no era un chico solitario y temido, había algo que le hacía querer ser diferente, incluso comenzó a platicar con otros essen, solo porque en la mayoría de conversaciones ella aparecía.

Pronto empezó a ir más seguido a la biblioteca, había un lugar alejado al que siempre se dirigía, y a dónde ella lo abordaba, tanto, que se convirtió en su rutina, 3 días a la semana, de veían, al inicio, solo hablaba ella, pero luego, ambos se encontraban absortos entre ellos. Los dos conocían perfectamente las reglas, no podían involucrarse, estaba prohibido, la fusión se presentaría y quizá jamás volverían a verse, Alana ni siquiera estaba en su último nivel, su fusión debería ser el próximo año, pero él si. Y hasta ese momento llegaría su idilio, algo real, pero que se sentía tan mágico, estaban viviendo en una burbuja que muy pronto tendría que estallar, porque en su realidad, lo suyo no podría ser.

Alana y Román creyeron poder vivir los últimos meses dándolo todo, se entregaron al otro en besos, en abrazos, en toques y caricias, fue cuando faltaban menos de 4 semanas cuando se unieron en cuerpos, y luego de ello, algo se rompió en él, sabía que era todo lo que podía ser entre ellos, sus almas aún no estaban unidas, y no sabían si lo estarían, Alana comenzó a desesperarse, él ya quería detener todo aquello, no quería que ella sufriese. Tampoco quería hacerlo él, así que lo mejor era romper todo lo que los unía.




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