Esencia Y Presencia

Capítulo I

"Amores que solo ves una vez. O dos..."

A diario la gente se queja de lo rutinaria que puede llegar a ser la vida, de cómo sus días transcurren en un patrón constante que no varía ni se hace más interesante. A diferencia de muchas otras personas, mi vida necesita ser una rutina, seguir un patrón, un orden de ideas, sino todo se descontrola para mí.

Es por eso, que mi despertador acaba de sonar siendo solo las cinco treinta de la mañana, avisándome que el día ha comenzado y debo seguir con mis planes. Para mí todos los días deben ser excepcionales, el tiempo pasa pero no nos regala algún par de minutos extras, así que no podemos desperdiciar el tiempo que tenemos en esperar que los buenos momentos lleguen a nuestros sofás.

Levantarme de la cama siempre es lo más difícil del mundo, pero luego de tomar una despertante ducha, mis ánimos llegan a su punto máximo, y sé que todo lo que me proponga de buena fe, me saldrá bien.

Como todas las mañanas salgo a trotar para mantener una vida saludable, para despejar la mente y a la vez organizarla una vez más, entre mis días el salir a caminar o trotar se ha vuelto un medio de liberación donde puedo por momentos olvidar mis preocupaciones y problemas. Al cumplir esta tarea de mi lista diaria siempre debo escuchar música, en realidad para todo debo hacerlo; a través de ella consigo la tranquilidad que a veces pierdo.

Frente al edificio donde se encuentra mi departamento, hay una hermosa plaza, donde me gusta iniciar mis mañanas, salir a la calle y ver como todo el mundo se prepara para iniciar su día en el mercado laboral, desde el señor que vende las noticias y sus vasitos de café, hasta la señora que prepara sus desayunos para todos. Considero este lugar como el escenario perfecto para ejercitarme y mantener una vida sana. Me gusta apreciar lo bonito de la vida, aquello que ignoramos cuando estamos sumidos en problemas, pero que transcurren con tanta libertad y soltura que parece asombroso ante la vista humana.

—Buenos días Señorita—me saludó el valet parking del edificio—Comenzando su día con esa hermosa sonrisa, como siempre.

—Así es Martín, ¿Cómo no hacerlo? Disfrutamos de un día más, no sabemos por cuánto tiempo lo haremos—. Dije y continué mi camino hacia la plaza.

Parecerá que vivo una vida de ensueños, pero no es así. Tengo problemas como todos, y tengo días grises, sin embargo, soy fiel creyente que cada que regalamos una sonrisa al mundo, podemos generar sonrisas a esos otros que están en situaciones más difíciles que nosotros.

***

"Démonos otra oportunidad, tenemos derecho a enmendar nuestros errores, te perdono porque yo te amo Eleanore"—Raimon.

Un mensaje más, mientras estaba en la plaza llego el mensaje numero veinte de los últimos dos días, comienzo a creer que mi ex novio Raimon, mantiene una fuerte obsesión por mí, es decir, hace más de tres meses que decidimos dejar de luchar por lo nuestro, es momento de seguir.

No puedo mentir diciendo que ya no siento cosas por él, fue un gran pilar en mi vida para surgir de un mal momento, pero entiendo cuando me he equivocado y no soy de rogar, cuando quise luchar para arreglar mis errores, recibí rechazo y desprecio y no puedo seguir. El amor no es para mí, o simplemente no nací para el amor, ya no lo sé.

Termino de comer mi desayuno, veo el reloj de pared que está en mi cocina y es la hora indicada para irme a duchar y prepararme para ir al trabajo.

Mientras me coloco mis aretes, escucho el timbre sonar. Por supuesto que se quien ha llegado, es más puntual que mi despertador.

—Tienes que aprender a preguntar quién es El—. Me dice John al entrar. —Hoy si quieres regalarme un beso de esos provocativos labios pintados con el típico labial rojo seductor.

No pude evitar soltar una estruendosa risa, ante aquella declaración ya común para mí, de parte de ése mi amigo favorito.

»Ha, y buenos días.

—Puedes seguir en tus sueños John. —Le dije plantándole un sonoro beso en la mejilla. —Cuando entenderás que no te besaré, ni por un carro último modelo, o bueno quizá por eso sí.

—Que fría eres El. —diría que es la frase más común entre mi círculo de amigos, es lo que más oigo decir y no es tan falso. —Algún día caerás rendida a mis pies, y serás tú quien ruegue por mis besos.

—Que iluso eres John. —dije, alejándome para terminar de arreglarme.

John es ese amigo con el que puedo conversar de todo, e incluso hablar de todos mis problemas, él siempre está allí —insinuándose, pero allí—.




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