Esmeralda

Prólogo

Prólogo... 

 

‒ Esmeralda – oí como me llamaban, al voltear encontré a mi madre – deberías ir alistándote – dijo retirándose del vestidor.

Hice las respiraciones de siempre antes de salir, caminé por el pasillo para encontrarme con un majestuoso escenario

Todos aplaudían, era de lo mejor sentir la emoción de las personas al estar en aquella presentación, oyendo y viendo como los músicos tocaban, los bailarines bailaban.

La canción que se oía en ese instante como poder olvidarla, Nocturne op.9 No.2 de Chopin esas notan tan cálidas, tristes, notablemente hermosas.

Podía recordar como todo se volvía de color al estar sobre aquel escenario, era hermoso.

Bailar, bailar para tantas personas, en especial para ella...

Al terminar la presentación me reuní con ellos – vaya, que talento, se ve que eres mi nieta – dijo la abuela besando mi frente

‒ madre no la atosigues – siguió mi madre y me abrazo – que orgullo, pronto entregaran los resultados, veras serás la mejor.

Luego un abrazo cálido me envolvió – Esmeralda, felicidades – dijo ella – veras pasaras el examen y estudiarás en este instituto, seré feliz de tenerte aquí – me volvió a abrazar.

Busque con la mirada a mi padre y a mis hermanos, ellos se supone que vendrían, era un día especial, debían venir – ¿Dónde están? – pregunte y mi madre respondió

‒ Axel tenía un partido y fueron con él – vaya decepción me llevé en ese instante, pero no dije nada, en cambio sonreí.

‒ iré a cambiarme, vayamos a celebrar.

‒ lo siento amor – dijo mi madre – debo ir a casa, ve con Juliet si quieres quédate en su casa – suspire mientras mi abuela y mi madre se iban.

Como dijo me quede con Juliet y nos fuimos directamente a su casa, mamá parecía no aceptar del todo a Juliet, ella era mi hermana de padre, sí mi padre se había acostado con una mujer antes de casarse con mamá, pero la mujer había muerto y papá la crio.

‒ Feliz cumpleaños Esmeralda – dijo mi hermana entregándome un bello vestido y junto a un pastel – es mi primer vestido de ballet, cuídalo.

‒ no debiste molestarte, nadie se acordó o dijo algo – la abrace – gracias.

Luego de eso nos la pasamos viendo películas o series en la sala de su casa, era la mejor hermana del mundo.




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